sábado, 26 de enero de 2013
martes, 18 de diciembre de 2012
Pero que interesante.
Es duro decir lo que no se sabe cómo decir,
cuando se escribe y no sale nada, o círculos y círculos de las mismas palabras
que ni yo he pensado, perdiendo el tiempo en estériles esferas. Es como un tapón
en el plexo solar, no ha entrado la energía y tampoco ha salido, viene desde el
centro de la galaxia y regresa igualitica porque no se le asimila, entonces
respiremos y concentrémonos en ese punto chino abajito del ombligo, que la
respiración entre y salga sin pensar en nadita mas, sin detenerse a borrar, sin
cambiar el tumbao, sin preocuparse por estar con la cabeza en otro lao, lo raro
de todo esto, es que es raro porque es nada y aun así avanza ¿avanza, sin saber
pa’ donde carajos avanza?….cual será entonces la balanza, que trae los valores al
alza?... pues al otro lado el plato vacio esta, y sin peso, no se crea ni
alcanza. Oh! que profundo, que interesante! diría el compañero Harol, que
pensaría de todo esto Platón, cual sería la respuesta de Chespirito, cual es el
acertijo que no adivino, que nada cambia y sigue siendo así lo igualitico.
De la ecuación a la maniobra.
La ecuación, me enseñaron en el colegio que es algo asi
como una formula con variables y constantes, por lo general las variables era
llamadas x, y o z, las constantes eran números, que se representaban con la
letra c. Pues bien, siempre estamos haciendo ecuaciones, despejando incógnitas,
encontrando figuras, una maniobra es como una ecuación que se formula por el
momento y se resuelve en el momento, la maniobra despeja las incógnitas de la
forma, explora las posibilidades, deja clara que su camino era único pero sus
posibilidades infinitas. Una maniobra siempre es diferente a la otra, una
ecuación puede ser la misma, una ecuación se resuelve en un papel, luego se
lleva donde el físico, se le da investidura y se hace objeto, la maniobra es
objeto antes y sigue siéndolo después, la diferencia únicamente es que la
ecuación está planteada, estandarizada, tecnologizada, la maniobra es como algo
que sale y se hace sabiéndolo solo en el momento que se esta haciendo, la
maniobra no tiene chance a repetirse, asi se intente, siempre es diferente. Dos
estudiantes diferentes pueden resolver la misma ecuación y seguramente llegaran
al mismo resultado, sin tener contacto el uno con el otro. Una maniobra, puede
empezar como una ecuación, o sea con un planteamiento, una idea preconcebida,
planteada, de ahí en adelante todo cambia, porque la maniobra se llama maniobra
porque no es una regla puesta en el procedimiento, mas en el instinto, la
intuición y la no formalidad, es una matemática tan exacta que seguramente es
el fin mismo de la sumatoria de toda la matemática junta. Puedo definir la
maniobra como una técnica, como una táctica, una disposición de herramientas
que se amoldan al mismo curso que la sensibilidad y la idea crean en menos de
una fracción de tiempo, no se detiene, no piensa, se hace, es la ecuación
perfecta porque no tiene formula ni regla de ser resuelta, no es un capricho
que haga suponer que todo es una maniobra, hay algo diferente en todo esto, si
desbaratamos la palabra podemos ver lo siguiente: mani: mano y obra: obra.
Vuelta al punto trino.
A tres lados del cuadrado se le suma una arista mas, un ángulo
cerrado rompe con el triangulo y busca el equilibrio, así mismo una raya lo
atraviesa por el punto medio de la cruz, pareciese una simetría pero no es
completa, no hay forma de desplazar la imagen al dominio, ni el dominio a la
imagen, uno es función del otro, el resultado de una operación definida por la
rotación y la simetría ortogonal. Del centro una espiral empieza a surcar,
sigue saliendo, creciendo sin cesar hasta que se pierde en el infinito del
papiro mental. Un planeta encuentro ahí se llama Saturno y está en la cuarta
casa del zodiaco natal, cual será el signo del génesis de este universo, en qué
punto habrá nacido, será que todo fue así de repente, o más bien mucho lo mas
despasitico. Retrocedo y vuelvo por las curvaturas del espiral, la conciencia
se encoge, se comprime y se desplaza, hasta el centro y el principio, como
volver de lo infinito, el espiral sigue y no termina, como se va a poder llegar
hasta el principio. Pero levanto el lápiz y rompo las reglas que gobiernan los
sabios del universo creado, para llegar una vez más, al eje ortogonal, sobre el
punto de encuentro de la cruz donde se juntaron las aristas del cuadrado, ese
mismo que volviendo pierde y vuelve al punto trino de la misma perfección.
martes, 20 de noviembre de 2012
Ensayo sobre Manon Lescaut de Abate Prevost.
Segundo puesto concurso
juvenil de ensayo Norma. Colegio Refous. Año 2000.
Escrito por: Pi
V.P.V I
“Cuando Dios dijo la palabra amor, se le olvido decir como iba a ser,
y
el hombre pensando en su supuesta creación, lo interpreto a su propio parecer
...”
Los trágicos amores del Caballero
de Grieux con Manon Lescaut, ponen a ‘ruedo de gallo’ la controversia entre el
amor carnal y el amor a la virtud. Pero antes de profundizar en cada uno, vamos
a referirnos a esa piedra que en medio del rió rompe la corriente en dos
direcciones inevitablemente azarosas: La mujer.
La mujer durante siglos ha sido vista por muchas culturas como un
‘pecadillo’ en medio del arrogante y débil hombre, su atractivo hedor, que pone
al desnudo las inútiles armas del cuerpo, han sido la mojigatería para que
ellas hayan sido encerradas entre velos y ropajes, conventos, cuartos oscuros y
celosías, todo esto ayudado por las religiones y las guerras, propios
excluyentes de su ‘Yo’ personal y generadores de tópicos para las sociedades
actuales. Habrá sido un error del hombre, jamas descubrir en los ojos de una
mujer lo que siempre busco: una respuesta.
Mal aventurada dicha la del
Caballero de Grieux, un señorito noble de París, culto, sensato y de buenos
sentimientos, llevado por las mejores riendas de la virtud, aparente honroso
pensador no completamente perdido en la fantasía Manon Lescaut.[1]
La balanza de valores y su camino ‘bien pensado’ se vieron trastornados en la
más penosa y noble travesía amorosa. Perdería para ojos de la sociedad la
brújula de su vida, pero para él ya tenia un Norte: la ingrata Manon Lescaut.
Hagamos
referencia al envolvimiento emocional que representan los frentes del amor y la
virtud en el Caballero de Grieux, quien a pesar del radical cambio producido
por Manon, no pierde del todo su interés por la filosofía, las letras y la vida
eclesiástica. Todas estas influencias cultivadas, hacen de él una persona
completamente suseptible y favorable a los bruscos cambios de la vida vulgar a
la cual se entregó. El Caballero de Grieux, es capaz de elevar un bello rostro
como el de Manon y una gran ternura a la más grande y cósmica fusión, donde dos
espíritus deciden unir sus corazones. El gran manejo de sentimientos que
conforman la cabeza de nuestro noble Caballero, junto con la imposición social
de su familia intolerante ante el decaimiento carnal en una mujer aparecida, crea
la disputa entre el amor y la virtud. El Caballero de Grieux representante del
primero y Tibergo, su amigo del alma, defensor del segundo.
El
Caballero de Grieux se siente débil ante la ternura suscitada en él y su
relación simbiótica. Decididamente, él se apoya en la realidad próxima de su
felicidad, algo tangible para él, un logro capaz de hacerle soportar sus penas
sin necesidad de la fe, medio para llegar al virtuosismo. El ama a Manon, a
esta ingrata y lacaya mujer, amante del dinero e inquisidora de sentimientos
ajenos. El Caballero de Grieux no cree en el flagelo del cuerpo para la
salvación del alma, pero de cierta manera, su aferrada actitud de desgracia
para con Manon y su objeto de conseguirla, son el sendero de flagelos que alimentan
su felicidad. Contradicción propia de un señorito agobiado por la sensibilidad
al amor, con rastrojos de virtud.[2]
Del
incondicional Tibergo, encontramos una posición recta y muy bien cimentada,
condena la vida mundana que está envolviendo a su amigo y mas aún lo
contradictorio de su aceptación para con ésta. Enemigo de las apariencias y los
sofismas que solo embriagan en la perdición y en la mentira a los hombres
débiles y libertinos[3].
Tibergo con su intachable actitud jamás se le niega a tan desubicado amigo,
siguiendo cada paso de su suplicio hasta irlo a encontrar a América en donde
todo para el Caballero termina; continuando, así, los paso que de un principio
le hubiesen ahorrado las lagrimas ardientes que le destrozaron su virgen
corazón, que un día fué conquistado por la más estremecedora ternura.
La
obra de Prévost, evoca a su modo la prosopopeyica Edad Media., donde el amor
carnal siempre sucumbía, bajo la correcta mirada social, ante el amor
espiritual. Pero en la obra de Prévost se demuestra que en la intimidad es
claro vencedor el amor carnal: capaz de enloquecer el cerebro de la razón. A
pesar de esta invocación medieval, no constituye en esta obra centralizar los
amoríos de estos dos jóvenes como único y plano tema ‘rosa’ del siglo XVIII, el
resultado de esta obra es aclarado por su propio autor, cuando en su
‘advertencia’ preliminar, explica el porqué un hombre como él, toma la pluma
para escribir una obra de “fortuna y de amor”. Las acciones de los hombres bien
nacidos que abstraen lo armonioso de la virtud y se alimentan entre ellos, son
quienes, para realizar acciones, colocan un filtro de moral ante sus ojos, y en
medio de tantas conjeturas, sus acciones se desgeneralizan de los demás
hombres. Son propiamente ellos los llamados a ser de excéntrico proceder, hasta
que algo, porfín, les hace mover el piso. La naturaleza de nuestras acciones,
se jerarquizan por fuerzas que siempre son capaces de derrotar a la que creemos
mas fuerte; la moral como ‘logos’ de las
acciones siempre se rompe por su propia imposición.[4]
Esta obra, es solo un ejemplo de la falta de ‘ordenadores’ universales en la vida de los hombres, ni la moral ni el
libertinaje, ni la religión y tampoco el sofisma del amor son confiables para
la entrega total.
¿Ante
que otras tentaciones, un hombre de la cuna del Caballero de Grieux, hubiese
sido presa? Manon Lescaut es una de esas, sin diferencia alguna de las otras
delicias de este mundo. Para nuestro protagonista, es ella quien roba la razón
eterna de su existencia, y no como a muchos, le es tan fácil olvidar. Manon, es
el catalizador mas claro para demostrar la sensatez del Caballero de Grieux,
incanzable luchador de la mas sensata felicidad. Dolorosa y definitiva
separación de su padre, dejándolo, por ir detrás de una desdichada mujer vista
como ramera, pero sentida como un ángel; hasta América llegaron entre un mar de
lagrimas y tormentosas injusticias...La muerte persiguió la desdicha de esta
historia, hasta que porfin, se apodero de la más febril ternura. Diría yo, que fue
la única verdad que vivió el manoseado caballero, algo como la muerte, también
inexplicable y misteriosa como lo fue el
‘origen del principio’.
“....su
interpretación fue equivocada. A Dios no podríamos inculparlo en la creación
del amor. Solo el hombre podia ser juez de su propia sensatez, aquí y ahora”
PI
[1] “Me pareció tan
encantadora que yo, nunca había pensado en la diferencia de los sexos, ni
mirado a una muchacha con un poco de atención, yo, digo, de quien todo el mundo
admiraba la prudencia y la moderación, me sentir entusiasmado de repente hasta
el arrebato”.
[2] Pregunta el Caballero a
Tibergo: “.......me responderás que el fin de la virtud es infinitamente
superior al del amor?. No se trata de la fuerza que tienen, uno y otro, para
hacer soportar las penas?. Cuantos desertores encontramos de la severa virtud,
y cuán pocos encontrarías del amor?”
[3] Dice Tibergo a su
desconsolado amigo:”....uno veía a muchos pecadores que se embriagaban con la
falsa felicidad del vicio hasta preferirlo muy por encima de la virtud; pero
que por lo menos se aferraban a imágenes de felicidad y que se dejaban engañar
por las apariencias ; pero que reconocer, como yo lo hacia, que el objeto de
mis afectos no iba sino hacerme culpable y desgraciado y continuar
precipitandome voluntariamente al
infortunio y en el crimen, era una contradicción de ideas y de conducta”.
[4] Advierte el autor:”Ma
engaño si la razón que voy a dar no explica bien esta contradicción de nuestras
ideas y de nuestra conducta; es que,
como todos los preceptos de la moral son solo principios vagos y
generales, es muy difícil aplicarlos al
detalle de las costumbres y de las acciones”.
Ensayo sobre Bartleby de Herman Melville.
Escrito por: Pi
Primer puesto concurso de ensayo Colegio Refous. Año 2000.
Para
escribir un ensayo sobre Bartleby
habría que transportarnos a un
lugar donde ya no exista el Ser, y darle cabida razonada a la desaparición
entre la gente, partiendo de una sociedad anónima capaz de desintegrar desde lo
mas profundo las mínimas esencias del ser humano. Bartleby es el centro de una
lucha posesiva entre el Ser y la nada,
entre el estoicismo propio de quienes jamás abrieron la boca ni para
perturbar el curso normal del aire; sin dolor, sin angustia existencial, sin
piedad, su enfermedad aquí no tiene cura, será mejor partir...........
La obra de Hermann Melville desarrollada a fines del
siglo XIX, en una de las más pavorosas urbes existentes hoy en día, plantea un
extraño caso de absoluta pasividad ante la iracunda vida cotidiana de una
‘polvorienta’ oficina de Wall Street, irrumpiendo la mecánica diaria con un
extraño hombre de ‘preferencias’, capas de hacer ver en él un hipotético futuro
de desconocimiento real y sentirse encartado con un cuerpo rechazado por él mismo. En forma de espanto invadiría pacíficamente
el opaco espacio de la oficina, y en medio de tan arraigada soledad, se
negaría a desalojar dicho recinto tomándolo como propio y haciéndolo
espacialmente insignificante, escogido entre la gran multitud para desvanecerse
en aras de la voluntad.
Un viento de desolación y miedo se ve tras los ojos de
quienes crecen entre el cemento, y estiran el cuello a la par de los grandes
edificios; hay lugares donde mostrarse, donde hacerse famoso, pasar
desapercibido, mendigar, perderse y hasta se puede no existir. Somos el reflejo
de lo que construimos, nuestro hábitat
es el espejo de nuestro sentido vital, pero cuando vemos en él un “muro de
ladrillo, negro por los años y por una eterna sombra” somos, de una manera u
otra, presos de la desesperanza y vemos hacia dentro lo jamás visto por nadie,
lo inentendible. Bartleby, el escribiente de Wall Street, recorre su vida entre
túneles oscuros y grietas jamás transitadas, donde pocos se atreven a ver. Él
es solo el parpadeo de un ojo, imagen fotográfica de los incrédulos testigos de
su existencia, única prueba razonable de su fisiología concreta. Nuestro
personaje de historia “desescrita”, es fiel reflejo de la humanidad que yace
entre el anonimato y el desconocimiento del otro, cuyo breve proceder es tan
siniestro y semejante a la destrucción de mensajes y deseos, propio de la
oficina de Cartas Muertas, donde se dice que participó.
Para cualquier tipo de pregunta
razonable sobre Bartleby desplazaríamos el uso del cerebro a territorios de la
imaginación y la irracionalidad, donde tiene más salida lo inescrutable que la
visibilidad de Bartleby. Podríamos hurgar muchas historias desgraciadas para
este personaje, dándole razones psicológicas, sociológicas o, si se quiere,
hasta podríamos entrar en sus sueños suministrando un exactísimo diagnóstico
psicoanalítico sobre su extraña manera de actuar. Pero, para qué? Ni el mayor
escrutinio sobre su proceder tendría la última palabra. Bartleby surge de entre
el polvo y hace resonar en su interior los oídos sordos de las dolencias
humanas y cuestiona la voluntad entre lo que se tiene que hacer, se debería, se
preferiría, se supondría, o lo que jamás se hiciera. Se podría chocar con la
misión de muchos en el mundo cuando las palabras se vuelven mudas y se
difuminan en el aire, qué importancia tiene cualquier modalidad verbal entre
los hombres, si ni siquiera se escuchan o se ven a los ojos.
El narrador, Secretario de
Apelaciones del Estado de Nueva York, esperaba un empleado que cumpliera con
sus requerimientos laborales, pero se encontró con un ambiguo hombre que
aparentaba cumplir su trabajo reduciéndolo hasta la nulidad, y es en este
trance cuando empiezan a chocar los más inexplicables sentimientos de compasión
y rabia ante Bartleby, comienza así el análisis subconsciente por parte del
narrador ante la actitud de su trabajador: el crecimiento de una relación
inconclusa sin parámetros normales de comportamiento entre Bartleby y el
narrador, donde el primero se limita a ‘preferir’ no actuar mientras que el
otro no sabe que manera se le podría hablar. Recién llegado Bartleby, fue
acomodado estratégicamente de tal manera que la mampara verde actuara como
aislante. “Pudiera apartar a Bartleby por completo de mi vista, sin alejarlo de
mi voz. Y así, de cierta manera, se combinaban el aislamiento con la compañía’
A lo largo de la historia, las relaciones humanas luchan por contar con los
últimos medios de comunicación ¿Pero, para que? Si cada vez estamos más solos,
combinando la soledad con la compañía de un escritorio ‘del que se busca
liberarse del todo’. Es un duro golpe cuando la antirazón empieza a invadir terrenos conscientes, la
confusión y angustia del narrador son síntomas de la invasión a su vida y su
espacio. Embriagado por las dudas, se adecúa para ser presa del lado oscuro del
hombre social, huyendo mezquinamente a
la muerte reflejada por Bartleby,
miedoso de darse cuenta que, por accidente, el mundo construido es un
exabrupto de la repetividad y la anulación del ser, para verse convertido en la
ficha exacta de un lugar exacto y un quehacer exacto. Es la pavorosa muerte en
vida, la causante del conflicto interno que lleva hacía la locura por la que
Bartleby nunca encontró sentido, quizá porque los hechos que realizaba, solo
constituían una estructura total firmada por nadie, allí, la personalidad
‘preferencial’ de Bartleby no encontró eco.
Una sociedad cada vez más
ensimismada, fanática de sus logros, es la que más siente miedo ante su propio
destino, la imaginación de Melville no saco un personaje ficticio para llevarlo
a la literatura cotidiana. Valdría la pena reflexionar ante lo que cada día nos esforzamos, y
cuestionarse la ocupación del tiempo individual, quienes y como la están
manejando. La perdida de la individualidad entre una sociedad que la defiende
como base del desarrollo es algo duro de aceptar, mas, cuando toca afrontarla.
La calle de Wall Street debe su
nombre, no a los enormes edificios que hoy la circundan, sino que así era
llamada (calle del muro) por el inmenso muro que no permitía a los esclavos
escaparse; de la errónea creencia sobre el nombre de esta calle y la real, no
existe ninguna diferencia, tanto la gran altura de los muros como las oficinas
de los rascacielos, fueron y son usados de igual forma: Para que los esclavos
no se escapen.
miércoles, 31 de octubre de 2012
La leche condensada es sabrosa pero la aguapanela es fundamental.
La leche condensada es sabrosa
pero la aguapanela es fundamental,
que no se diga que no hay cosa
mas digna de ser elemental.
Porqué será que no me enseñaron
en las aulas de la refusianidad,
que el agua es al camarón
como el elogio a la vanidad.
Y si el mas sabio pasa
y el bruto pierde,
no entiende que una uva pasa
no se daña ni se pierde.
Si viejo te has de sentir,
el tiempo tiene su propio latir
no mires el reloj
de noche y de día lo has de pedir
La rima es lo de menos
lo que importa es el mensaje
no hay hambre si comemos
ni estrés con un masaje.
La leche condensada es sabrosa
pero la aguapanela es fundamental,
resumo en poco aquí la cosa
como algo personal.
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