Creo pero no creo. Es la mejor manera que he encontrado para definir
una sensación que me alberga, y es la idea del fin, no de la vida, sino de la
humanidad. Puedo empezar por despojarme de mis propias creencias, o más bien
prejuicios, como los que siento cuando escucho hablar del fin de los tiempos a
algún religioso, o místico, me alberga una sensación de rechazo, quizá por la
naturaleza de cada quien en preservarse, y evitar cualquier cosa que le
recuerde que la vida no se trata solo de vivir, sino que de pronto hay una
historia en todo esto, suena aterrador, sobre todo para quienes no lo asumen
como tal. Otro prejuicio que me alberga es el de los científicos, cuando hablan
de la transformación de la materia y ejercen su conocimiento, con un velo tal
que no dimensionan lo que dicen, como si aquello que descubren nada tuviera que
ver con ellos. Hay risas arrogantes, de todos los lados, de los que creen y de
los que no, dejando la pregunta más profunda aun, que será verdad en todo esto?
Pero de todos estos, el más grave de todos no es el del religioso ni el
científico, sino del que escucha, acepta, entiende, y aun rechaza todo tipo de
verdad. No sé por qué escribo de estas cosas con tan poca precisión, como si
quisiera decir algo, pero aun no lo hago por cuidar la manera en que lo voy a
decir, pero lo voy a decir, el mundo se va acabar, y nosotros nos vamos acabar
con él, nuestros cuerpos morirán y la suerte será indistinta a todo, incluso a
los mismos actos de los hombres, pero resulta que lo que se muere es el cuerpo,
incluso la naturaleza lo puede hacer, pero entonces me pregunto que va pasar
con toda esta energía, acaso la vida se reduce a lo que vemos, o lo que los
biólogos definen como organismos vivos? Yo creo que no, la vida va mucho mas allá
de eso, y por eso me sigue albergando la pregunta que pasará después de todo
esto, seguiremos los mismos, de otro modo, en otro lugar, sobreviviendo y
cuestionándonos, o todo será resuelto, la injusticia no existirá y todo será
tan justo que no habrá nada mas por lo que moverse, o la voluntad se irá a la
conciencia divina, o ahí estaremos nosotros para verlo, que estúpida e
importante pregunta es esta. Pero dejémosla hay porque la verdad no tiene
solución, a cualquiera solo puedo responder, creo pero no creo. Más bien la cuestión
de vivir esta ahora mismo. Si, es muy fácil decirlo, no nos vamos a sentar a
esperar la muerte, porque nada de esto tiene sentido, eso no lo creo, pero en
algo si creo, y es que solo por creer que se hace lo justo, no necesariamente
se está haciendo lo justo, debe haber algo mas, que afirme la justicia no por
sus actos sino en su mismo ser, que es eterno. Así como una gota de agua es la
prueba que el océano existe, así mismo el hombre es la prueba de que Dios
existe. Digo yo creo en el amor, pero no en el amor por si mismo, sino en su
principio divino, por amor estamos acá, Dios nos ama, vinimos a aprender a
amar, el amor es la energía divina, la de la armonía, la belleza, la justicia,
la caridad, la piedad, la compasión, la enseñanza, el amor viene de la gracia,
de quien es amor en sí mismo, y Dios es amor. Bendito tú seas Dios, o por quien
más podemos vivir, más que por realizar tu amor en esta vida, en este cuerpo
humano que nos has dado, perfecto, y mortal. Si, Dios está en nosotros, a
través de su Hijo.
domingo, 2 de noviembre de 2014
Escrituras apocalípticas.
Un
recurrente efecto de la escritura y de la oratoria, es el de emplear tácticas
enunciativas que pongan en falta al emisor hacia algo abstracto, superior y
profundamente interno, hacer sentir el llamado, crear la estrategia de
producción de la creencia, bajo un esquema de signos dispuesto de forma tal,
que la única forma de leerlos es leyéndose así mismo, personalizando la señal. Más
le vale a un religioso o a un científico ser reconocido como profeta que como
escritor, la realidad objetiva solo causa influencia cuando la información se
transforma en simbolismo. Para el religioso no solo es importante contar una
historia, ni para el científico es suficiente con un diagnóstico de resultados,
el sentido de los hechos develan un misterio, anuncian tendencias o marcan
caminos para actuar, como narrando una historia que se vive en el mismo
momento. Este poder es bien conocido por los sacerdotes y estudiosos de las
sagradas escrituras, es el poder que establece una matriz de creencias, capaz
de reproducirse y adaptarse al curso del tiempo. Para algunos lo apocalíptico no es más que un
estilo literario, estimulante y fuertemente adictivo, pero para otros, la misma
escritura es el objeto de la adivinación profética, porque mientras se hace, se
puede llegar a sentir que no es la razón, ni el pensamiento de la persona la
que lo hace, sino un espíritu que llega y profetiza.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)