Sobre las cosas que decimos los
académicos y que nunca terminan, la historia que está a punto de empezar pero
no empieza, las fronteras del conocimiento que se buscan franquear pero mas
bien se profundizan, cual es el sueño de nosotros los académicos? Algo así como
un mientras camino retrocedo? o un juego de bobos para los cuales todo es si
pero no, no pero si, que estupidez gastar tanto tiempo en ello, no hay que
hacerlo de esa manera, hay es que vivir la historia, hay que contarla, echar el
cuento, eso me lo digo, pero pocos cuentos hecho pues también soy un titubeador
del pensamiento, un intermitente faro que da señales con muchos colores, pero
al final no se sabe que señal estoy dando, eso es importante, reconocerlo, no
para consentirlo o echarme a la depresión sino para realmente escribir las
cosas como se viven.
En la clase de hoy con Juan Alvaro,
Edgar, Victoria, Joana, Abel, Delio, Luis una extraña sensación me quedó, y es porqué
cuesta tanto a la antropología ser quien quiera ser, porqué siente todo el
tiempo una culpa extraña que lo hace devolverse y argumentar de nuevo una historia
intelectual que realmente no es la historia de la antropología, ni tampoco es
necesario conocerla, pal carajo eso también, esa antropología, como me pasó con
la sociología no puede ser algo mas que una escritura sencilla, que comunique
ideas, y si esas ideas son contradictorias pues asi mismo se aclare que las
hace contradictorias, se puede hablar con dialéctica mediante metáforas como “delante
de ustedes estamos nosotros” diría Marquitos, en fin, la Cátedra Imani de hoy
me llevo a navegar pero por momentos más por encima de la superficie, y no sentí
la palabra llegar, lo que tenía que escuchar, y tan solo recordé el futuro, esa
aula mágica llena de colores en la que el aprender no es mas que un juego y un
momento lúdico, se puede ser serio, reír, llorar, decir, vivir, pero es siempre
lo muy importante que los directores de la orquesta se comporten mas como
recreacionistas que como William Vinasco y Adolfo Perez hablando entre si,
mucha cosa bella se dice, claro que hablar es importante, pero, solo hablar? Y
que paso con tocar, respirar, reir, correr, patear un balón de futbol? Tantas
cosas que se pueden hacer, cantar, interpretar un instrumento…ahora bien, los académicos
leemos y escribimos, entonces no solo tiene que ser intelectualidad sino
también para explorar otros sentires, leer caricaturas, escribir poemas,
escritos de conjuros…leer dibujos, leer el cuento de la vida que esta fuera del
libro…
Razón tenía mi estimadísimo Tim Ingold
al ver como un mamarracho bastante raro ese cuento de como las ideas conciben
al mundo material, o lo material a las ideas, cualquier dicotomía que se plantee
debe ser solo para amenizar la descripción pero no para confundir la vida con
ellas, porque a fin de cuentas la vida pasa para todo ser, plantas, animales,
humanos, objetos, sea lo que sea todo esta ahí, y de ahí no se va a ir, a menos
que sea una partícula especial que parte de su ecología sea pasear por lugares más
lejanos de la atmosfera terrestre, todo crece, camina, se ve diferente, todo lo
que mora no es estatico, sino que se mueve. Algo así dice mi tío Tim, el hecho
es que es bueno aprovechar los caminos labrados por otros para atreverse a
franquear esa barrera que condiciona y vende el pensamiento propio, el que no
espera mas que cumplirse por los designios mismos de la vida, el que no esta
supeditado a estructuras caducas institucionales, académicas, sino que teje el
canasto puntada por puntada, enredando el cordel y el racimo de los guiones que
urden las fibras de esto, de estar vivos.
Hay que sacar, hay que atreverse a
jugar.