Como en cosa graciososo se sucedió la
aventura del registro en la ciudad de Berlín, llegué muy temprano,
tempranísimo, me senté en la sala de espera.
Escuché idiomas del mundo, griegos, chinos, eslovenos, rusos, y un solo
latino, yo. Creo que me toco la oficina de inmigración compuesta por el hueso
duro de roer del nacionalismo alemán, la burocracia implacable que no habla
sino ladra, no se porque lo presentí de ese modo, que asi iba a ser, como un
regaño de Nataly, un vaciadon de Genoveva o la señora Laura, y hasta del mono. No
se alemán y llegué a Alemania, no tengo porque saber Alemán para ser tratado bien,
viví la intransigencia por no ser un Goethe, un Jung, un Freud o un Marx, este
insignificante bicho tropical tiene que adaptarse a nuestras formas. Al alemán.
Apareció mi turno el 115668 de las 2: 10
pm, me fui hasta la oficina, Platz 1, me quede afuera en la puerta leyendo un
letrero que no entendía, tomé el tiempo de traducirlo en google
translator, no entraba, una persona paso al lado, y entro a la oficina
primero , salió el hombre y entre. La señora me dijo que fuera a
información, en alemán y le entendí, aunque asentí en el idioma inglaterrano
para confirmar que lo que había entendido en germano, entendido desde mi
germanoanglotarapaqueño. En fin, salí corriendo a la oficina de información y
pregunté a un jovenzuelo que no sabía porque me habían mandado para allá,
“no pues yo tampoco” me respondió, en manchesteriano, el hombresillo de filamentos amarillos
y facciones finas, se dirigía a mi persona con frialdad y sarcasmo. El
jovenzuelo asintió a ponerme nuevamente en la pantalla, resolviéndome la
situación con mucha eficiencia.
Pero el cometido aún no estaba cumplido,
registrarme en la ciudad de Berlín como un ciudadano honorable que viene en la
conexión del mismo Humboldt, si señores, de repente una novela venecopanameña,
por sus pasiones y formas de contar, se sintió en el aire. Apareció mi numero
en la pantalla en la puerta 20, corrí como una gacela y no deje que nada se cruzara
entre mi determinación de ser un berlines, de llegar a ese escritorio y salir
exitoso de mi misión, pero así como sucedía cuando se iba a hablar con mesié,
nataly, o alguno de ellos, salí regañado, porque algo no hice bien.
Sentí coraje, yo no entendía y la señora se me plantaba que no me iba a hablar en inglés, no translation dijo, dejándome en un vacío y unas miradas
entrecruzadas del uno con el otro, como a ver quién sede primero, yo lo hubiera
hecho pero tenía como aprender alemán en ese instante.
Salí ardido con el centro de mi chakra
manipura ardiendo en chispas, estallándose en las lejanías de mulabanda, pues
lo que estaba en juego no era nada mas ni nada menos, que quienes se sienten
llamados a defender los valores de la sociedad teutona, respetable, por
supuesto, pero cruel lo sentí conmigo mismo, tan cruel que no tengo chance de
verlo mas que como una enseñanza y una de esas cosas que aplica el swing al
destineo sistemático.
En medio del partido, su asistente, una
joven de pelos amarillos muy bonita se acercó y le puso dulzura a la cuestión
y me habló en inglés, sin embargo se le veía también fría y de mirada cortante,
como siguiendo la enseñanza del lugar al cual había llegado. Me despedí con un
sentido sorry, y una bajada de esas que solo
pueden ser enseñanzas profundas. Salí con un formato más que llenar y el
sentimiento del “me tocó habilitar”, en “enero”, con la moral en el piso rumbo
al piso de más abajo, únicamente interrumpida por una de esas friteras llamadas
los exámenes de matemáticas del Refous los cuales vivi como una introducción a
los hongos que me comí después de salir de ahí.
Los regaños de mesié me dolían, pero me
servían, no tengo mas remedio que aplicar esa misma fórmula a la burocroseñora
que me atendió hoy en la Bundembsrstag. Serán tiempos para que el aspirante a
berlinés rompa el cascarón de calor que lo protege, su casa, donde reposan los sueños,
los sentimientos, los anhelos, lo que nos lleva a vivir la vida y a
disfrutarla. Gracias doña, gracias, sano el regañito y le doy su propia
tonalidad, perdono y dejo pasar lo molesto y me quedo únicamente con los que es
modesto, este lugar nos ha traído, hay que dejarlo hacer osmosis con el propio
aro y burbuja de las atracciones.