El Rio Putumayo esta acá no mas, no ha dejado de crecer y ya
tiene viviendo lacustremente a varias familias, quienes por fortuna han sido lo
mas precavidos y el agua aun no llega al interior de sus casas, logrando estar
secos en lo aguado. En fin, cuando las aguas están cerca, en Tarapacá, la cosa
se pone como un excursionista que siente un ser vivo venir a su campamento, a
veces con las dichas, a veces con los miedos, el río se vive siempre como una
invitación.
El agua hace un montón de cosas curiosas, demasiado lo muy
graciosas, como los puentes de madera hechos para circular, carreteras de un
vertiginoso viaje que incluye alta pericia en el manejo de equilibrios, y un
fototropismo propio de los gatos. Los urbanitas
simplemente morirían, y más aun, harían lo posible por hacer retroceder al rio,
y no invitarlo a ser parte de sus latidos, ni de sus sentimientos.
El rio está vivo y es inclemente, así es él, y no se detiene
a llorar si se llevo a algún pueblo o un ser humano, él sigue su curso,
llevando agua dulce al océano y el océano es aun salado. Por el rio han pasado
muchas cosas, que datan por allá, en tiempos en que por estas tierras andaban
de parche unos tales manes Passe, Yuris, Omaguas, Tecuna, Jumana, Uayupi,
Yacuná, Cauiari, Miranhas, entre muchísimos, y distinguidisimas familias que
vivieron con el bosque amazónico por miles de años, descubriendo lo humano y lo
divino, al Creador y a los espíritus.
“Son humanos!” Exclamaron quienes increíblemente aun discutían
en los albores del siglo XV, si los
indios americanos eran seres humanos, se dice también, que obviamente estos
cuestionadores de la humanidad de nuestros nativos, no dudaban que eran seres
humanos, lo que trataban de averiguar era como hacerlos esclavos de sus caprichos.
Si hablaban portugués, entonces ya querían que todos
hablaran portugués, los que hablaban español, también lo hacían, los manes del
francés, y ni se diga de los del ingles, claros vencedores en el dominio lingüístico
del mundo, y que pasaría si el mundo de repente, despertase una mañana con
ganas de alejarse y el rio de acercarse, e hiciera que mucha gente quisiera
hablar Uitoto, o Bora, o Ingano, es posible que algo asi de repente explote y
se vuelva lo mas pinchao, in, por
allases en las Uropas o en las Yunais, porque no? Estoy seguro que algo asi
podría pasar.
Cuando el rio se acerca todo se ve mas claro, la luna asoma
y brilla aquí no mas, su aro de luz da lumbre a los caminantes de la noche, a
los cazadores, a los navegantes, y a los mosquitos que salen relamiéndose por
el pedacito de piel del cual van a robar un poquito de sangre con un molesto
picotón. Venga que no se sabe que pueda pasar.
A las fronteras Colombo-Peruano-Brasileras, ha llegado un
visitante, habita la parte baja de la casa, trae pececitos de colores que
divierten a los niños, enormes juegos con saltos mortales desde los arboles. Como
este escribiente es un urbanita, se ha venido a la parte alta del pueblo, a
donde el agua aun no ha llegado y los moscos tan solo vienen por la vista, y a
hacer pocas tareas, aunque no faltan las ñañas que vengan a hacer una parranda
de picotones barranquilleros, o zumbidos de pastusos.
Ir a las bodegas de Terpel, es prácticamente un paseo en
bote. Bizcocho, un hombre blanco, colono,
vive en el puerto y con tan solo un ojo aun contempla el mejor
atardecer, al lado del rio, esperando algún navegante que solicite del preciado
liquido del combustible. A este hombre le dicen Bizcocho porque es tan blanco
que en una tierra de indígenas resaltaba por su blancura de bizcocho de
panadería, otra importación de la cultura de afuera.
Mucha cosa ha pasado en los ríos. El acercar de las aguas es
un sinuoso mandato de las turbulencias del centro, produciendo remolinos del
tiempo que cambian la historia, enseñan a estar y también a amar. Algunos
cacharros o sucesos es mejor no
recordar, y que por agradecimiento se
duda si se deban traer, sea lo que sea, el rio es una escuela, es un sensor,
para quien todo es mojadoso. Venir el rio provoca deleitarse con los mas
exquisitos manjares de la aduleria, para decir que el rio es el Rio, y esas
cosas de filosofía, el rio juega juegos del consciente y de los inconscientes,
es un medio lleno de espiritus, y elementales, dueños sabedores y poseedores
del conocimiento tradicional, un pasado sagrado.
Un legado que se vive, y que se
siente, se demuestra y se usa, se olvida y se recuerda, hoy en la reunión,
Elisidi hizo su presentación en Bora, conto a sus compañeras sobre quien es
ella, y a todos los que estábamos presentes, eso creo, al menos sonó todo muy
dulce, cuando el rio sube, la energía debe hacerlo, haciendo imperativo ese
grito de batalla que dice: no temer a las misiones que pone la vida, cumpliendo
y haciéndolo!