He pensado en estos últimos días en hacer de mi tesis un
juego, algo que quede, como un dispositivo social que invite a la integración,
a tomar consciencia de algo, un juego es una gran experiencia para quienes lo
juegan, por eso considero que si mi tesis se dirige a producir un juego, como
un producto, como lo es la feria, Los Mozzarella, y la vida en general, siento
que puedo aportar lo mejor de mi trabajo.
Del libro de Omar me quedan dos cosas: que es importante
entender las bases de lo que podrá llamarse la desinvención del capitalismo en
aras de una alternativa mas acorde a los limites de la naturaleza, de la
biomasa planetaria. Por supuesto que es una empresa que no pinta ser un jardín
de rosas para nadie, por eso mismo es importante buscar los zapatos en el
armario, y no debajo de la cama, como lo dice Omar, refiriéndose a si realmente
queremos que los zapatos estén en el armario pues hay que ocuparse de ello, porque
tiene sentido. Ese razonamiento es mi principal dilema en esta experiencia, sin
embargo, he decidido pedir prestado un momento que nos lleve a a desaprender formas
de consumismo agroindustrial, de tiempos que se equivocan, o grupos que se
roban a si mismo. Con el juego, además de discutir operaciones sociales para la
administración y la organización en los territorios, se pretende dejar un
mensaje de aprender a vivir con mesura material, a ocuparse en la acción de nosotros
mismos y nuestro entorno.
En esto de resignificar las interfaces simbólicas, las
relaciones que nos conectan y nos hacen sentir parte de un nosotros, un juego puede
ser un artilugio que nos devuelva al momento en que no sabíamos nada, o sea que
éramos sabios, bebes, y mas aun al origen de la vida, que Jose Arguelles se
refiere como el Holon Aborigen,o el
Eterno Retorno de Nietzsche (). Un juego es una buena oportunidad para que la
gente se reúna y de manera interesada o desintersada construya su propio juego,
sus códigos sociales, principios, sobre los cuales conjurar la vida social.
Clifford Geertz describe de manera magistral esta metáfora
del juego, cuando señala a los actores sociales como jugadores en un campo,
jugando un juego, que aunque su finalidad no sea muy clara su estructura si lo
es, dándole sentido a la trama, a la historia, al drama social, ese que se
presenta generalmente en términos de conflicto y de conciencia. Clifford Geertz
nos da el permiso de adentrarnos en una trama que trate de temas serios, con el
lenguaje del juego y el drama, que los personajes sean quienes tratan de
ejercer alguna influencia, consciente o inconsciente, sobre las personas, bosques,
animales, y ríos que son y crean la noción de territorio amazónico.
Los jugadores serían: las organizaciones indígenas, los
institutos gubernamentales, y no gubernamentales. En la escala local están
ASOAINTAM, ASMUCOTAR, CIMTAR, EI Villa Carmen. En esto se evalúan los
mecanismos de reproducción de los saberes tradicionales y locales. A un nivel
regional está el Sinchi, Corpoamazonia, la OPIAC, la Gobernación del Amazonas,
la Universidad Nacional de Colombia, Sede Amazonia, Fundacion Gaia, Tropenbos.
A un nivel nacional esta Parques Naturales Nacionales, el Ministerio del
Interior, ONIC. A nivel internacional esta la ONU, PNUD, ACT.
La interacción de estos jugadores puede ser analizada como lo
propone Bourdieu, como acciones y estrategias de juego (enjeux). Los jugadores son quienes definen en gran medida las
políticas de conservación de la biodiversidad, las de pueblos indígenas, y
minorías. Al ser jugadores del mismo campo, hay una distribución de las
posiciones según las apuestas, e intereses en el campo. Son ellos quienes se
han convertido en los actores de la historia que tiene en sus manos las
políticas sobre los territorios, las etnicidades, y la agrobiodiversidad, todos
estos por supuesto son conceptos que se convierten en sujetos políticos tras
ejercer una influencia sobre los otros jugadores, desprovistos de los capitales
que tienen estas instituciones, pero que cuenta con otros. Cada jugador tiene
capacidad de concebir una idea sobre el nosotros, sobre las fronteras de su propia
geoetnicidad, y acerca de los otros como sujetos con identidad.
Las organizaciones indígenas tienen el poder de ser quienes
conocen mejor el territorio, traen las banderas de la reivindicación tras mas
de 500 años de conquista, esclavitud y colonialismo, eso les da argumentos convincentes
ante, por ejemplo, quienes representan la reproducción y evolución de las
instituciones coloniales en forma de gobiernos nacionales y su correspondiente
política social, educativa y religiosa. Un conjunto de fuerzas encarnados en
forma de unas elites que ostenta el monopolio del uso de la fuerza sobre un
territorio, y en parte de las libertades que conceden a los otros para que se
integren y sirvan a su sistema. La dicotomía que quiero resaltar aquí es que
mientras unos aparentemente representan un statu quo, legitimo por el uso de la
fuerza, los otros representan quienes le hacen frente a la opresión de quienes
llegaron de Europa, y sus descendientes en América. Provienen de marcos epistémicos no solo
diferentes, sino contrarios en muchos puntos.
Esta condición, reconocida por muchas
de esas instituciones como los principales causantes de la marginalización
social de muchos indígenas en las ciudades y campos, sujetos a condiciones de
tener que escarbar en la basura de los blanco para sobrevivir, son las
organizaciones que se mueven como intermediaciones, bajo la idea de devolver y
restituir a quienes han sido expoliados, en este caso, los indígenas. En esta
zona del campo se mueven las ONG, los
institutos de Investigación, la Academia, y las instituciones sociales del
Estado, la iglesia, para justificar sus múltiples acciones en territorios, cada
uno a su estilo por supuesto. Los jugadores están sobre el tablero, y se
convierten en la urdimbre que teje significados, movimientos, la influencias y
marcos epistémicas sobre lo indígena, lo étnico, y lo que se conoce como
tradicional.
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