miércoles, 15 de enero de 2020
Abril
Es una
niña, parecía saberlo todo el mundo, menos yo, es mi niña, es ella misma, pero
es mi hija, con “a” al final. La sola feminización del lenguaje me suena
extraña, a pesar de que tengo madre, abuela, esposa, no sé porque el lenguaje
se niega a decir hermosa, bella, linda, todo con “a” al final. Ah! Ahora lo
recuerdo, eres Abril. Mucho gusto mi nombre es Pablo, y soy tu papá. ¿Qué se
hace cuando se conocen un padre y una hija? No sé realmente, nunca he tenido
una, pero se me ocurre que hablemos. Bienvenida al planeta tierra, verás que es
un lugar maravilloso, y que tus congéneres de especie, o sea los humanos y
humanas, son maravillosos, han inventado un montón de cosas que nos vislumbran,
casi todas brillan, casi todas nos absorben y nos hacen no ver que el planeta
nos lo estamos comiendo. Esa es la parte que no te quería decir. Mira, ese niño
que ves se llama Tomás, es tu hermano, y quien te ha llevado en el vientre
estos meses es Paula, tu mama. Llegas en
un momento único, cuando los sueños maduran y empiezan a mostrar destellos de
realización, cuando lo que se creyó perdido renace, cuando el mundo da la
vuelta, como una ronda de niñas jugando, como cuando sueñas y vuelves a traer
lo que pasó.
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