domingo, 9 de noviembre de 2025

Del mapa a la descolonialidá

Así como cuando un día encontré a Roberto Franco y me reveló una conexión histórica personal importante al contarme que la historia de Perdido en el Amazonas había ocurrido por ahí, cerca de Tarapacá. Algo similar sentí hoy, cuando buscando una imagen con inteligencia artificial encontré este mapa, una representación pictórica de una Colombia que antes no era Colombia. Sin embargo, se les llama Comunidades Indígenas de Colombia, como si acaso no fueran ellxs, sino de Colombia. En cualquier caso, eso no es lo importante de esta historia, sino el hecho de que un afiche con esta misma imagen estuvo colgado detrás de la puerta del cuarto grande de la casa de Chía. Fue un póster de 1992, para conmemorar o lamentar los 500 años después de la llegada de los ibéricos a este lugar, que quizá tenía muchos otros nombres diferentes a América y al Abya Yala, ahora dibujado así. Los afiches que rodearon mi infancia fueron importantes en su momento: cada uno tenía su propio color, como el de los Beatles, Angie Cepeda, Millonarios, este mapa, entre otros.

Destino de alguna manera puesto, por algún espíritu sobre mi camino, quehaceres que aún me ocupan y conciernen a pueblos originarios. Pronto saldré hacia Chile para asistir a un seminario de urbanismo y planificación centrado en temáticas indígenas. Canalizo mi Newen, fortalezco mi voluntad para lanzarme hacia el Wallmapu. Es un camino de sueños que no quiero reforzar con ideas de colonialidá y descolonialidá, a las que, como escritor de cosas sin importancia, prefiero no referirme salvo en muy pocas ocasiones, no sea que me convierta en un escritor de la descolonialidá.  

 

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