Lo que no se dice se queda, lo que se dice se va, lo que no
se dice es como un bocado que se pudre en la boca, lo que se dice es una
impertinencia que se siembra en el otro. Cuentiado por las aventuras de los
aspirantes a millonarios, me engarito en mi propia conciencia, paso horas
pensando y maquinando un mundo, como
alistándome para algo grande que se ha de venir, pero lo cierto es que
permanezco inoficioso, o mas bien oficioso en lo ocioso, eso no me hace sentir muy bien, sin embargo trato de escribir, hacerlo con algún fin:
¿publicar un ensayo, un cuento, un pensamiento que trascienda? Sucumbo en las
estrategias académicas del pretender, y escribo para revistas que nadie leerá,
entonces que hacer, pienso en una casa, con paulis, comprar un lote e irme a
vivir en las montañas, hacer una huerta, tener hijos, que haya alegría y una
hermosa familia, pienso en eso, y lo quiero, pero sigo aquí escribiendo sobre
eso, y no se si esto es hacer algo mas por eso, no se, no se, a pesar de mis
debilidades mi fe permanece alta, y a Dios lo siento hablándome en el pecho y
aunque apretado ahora me siento, en algún momento él me suelta, en algún
momento me dejara con vida, para valorar las oportunidades, para no ser
arrogante, mas fuerte y menos sensibiloide, a sacar todo el arte, a practicar
la palabra.
jueves, 28 de junio de 2012
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