Pegarse
unos sustillos, apreciar un encuentro culebristico en medio del pantano y bajo
la lluvia, con el cananguchal al lado como puente, y con el ángel que llego
cuando ya era presa de la serpiente. Tenía la cabeza café y llevaba la mirada
puesta en la orilla, no esperando nada más que llegar al otro lado, pues al
parecer ya había sido merendado un ratoncito, una guara u otra cosita, y que tenía
ganas de hacer la siesta, mi estimada serpiente café, desde acá te cuento que
me asuste, y que le agradezco a Dios mandar sus emisarios en los momentos mas
oportunos. Y entonces estando en medio, buscando pasar como un héroe el pantano
caminando por tres palos que llegaban a un tronco surcado por las trepitosas
corrientes del cananguchal, ahí te vi… donde seguramente muchos niños han ido a
dar una mirada a su dueña la señora Serpiente Café. Serpiente Café, Serpiente
Café, donde pasas de repente, y no me das ni la mirada, cuando te vi nadar
hacia la orilla, tu ni me determinaste, aunque mi imaginación peliculera se
monto en la película que eras una monstruosa víbora, te pido perdón, porque
nada me hace menos monstruoso que tu, y los dos somos creaciones del mismo
Dios, pero porfa la próxima vez cuando pases, mándame así sea un besito.
Y ahí estaba en man de la noche
pasada, al que no le supe el nombre pero que fue un mismísimo enviado, tan
enviado que el man nunca se monto en la película que era un enviado, pues de
algún modo le parecía que la serpiente estaba en su plena libertad de sacar la
testa del agua así un guaimaron jugando a misión del deber pasara con la maleta
a medio hombro, celular entre una bolsa, y todo listo para actuar al momento de
que cualquier cosa pudiese pasar. El primer intento se hizo por el lado del
barro, al lado del camino de tres palos que conducía al tronco que continuaba
con el paso humanizado, pero la naturaleza ya lo había derribado, y mi
intención “como vino a ser, en que momento no llegue al camino que yo quería
llegar y que no tiene un paso peligroso”, hacer un puente que se yo, el lote es
el del señor florez, pero los que verdaderamente lo necesitan y lo usan son los
del resguardo, seguramente si se ponen de acuerdo los indígenas y el mr,
doctor, sargento florez, se podría hacer un puente como el Golden gate, para
que un guaimaron como yo pase por ahí, y no tenga porque hacerlo a la misma
hora de las serpientes, o por lo menos que pongan pico y placa entre la fauna y
la humanidad, o un semáforo que diga cuando pasa el bicho humano, y cuando pasa
el bicho bicho.
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