Confieso que el 98% de las veces que he trabajado
directamente con la naturaleza ha sido para su destrucción y no para su
recuperación, en el colegio, en la clase de agricultura, usábamos agroquímicos y
asi tener tiempo de estudiar a los exigentes exámenes de matemáticas, mamar
gallo, vagar, y aventurar. Otra opción era deshierbar el surco a mano, y eso
teníamos que hacerlo repetidas veces en clases, recreos, mañanas y tardes, pero
no era suficiente, llegaban las vacaciones y lo mas triste era perder las
cosechas, entonces muy fácilmente accedíamos a echarle una rociadita de round
up al surco, para que desapareciera esa maleza que nos hacia quedarnos durante
horas retirándola mientras la ciudad con sus diversiones nos llamaba. La
aventura estaba afuera, había que ir por ella, los conciertos de rock, las
películas de cine, y muchas vagabundeadas y destineadas por la vida.
Esto lo pensé hoy durante la conferencia de Miguel Altieri,
quien vino a ECOSUR a una muy productiva e interesante charla donde habló de la
agroecología. La reunión dejó simples conclusiones, y muy importantes para el
movimiento agroecológico que abrazan técnicos, investigadores y estudiantes de
esta institución y de muchas otras. La confianza científica, y el apoyo moral a
su propuesta, lo hacen una alternativa importante para el problema de los
alimentos ¿Que si es la única posible? No creo, hay otras que se hacen que no
son agroecología y también pueden ayudar sin sacrificar la diversidad alimentaria,
por los juegos uniformizantes del capital financiero y corporativo.
La agroecología sería la única opción en un mundo
donde no se sabe hacer uso de las ciencias genéticas y moleculares en favor de
la vida y de la madre tierra. En algún momento cuando este planeta ya haya
acumulado tanta entropía, que quienes vivan estén tratando de parar alfileres, la
vulnerabilidad producida por cualquier cambio en la demanda de alimentos en China,
o en las libertades industriales de los Estados Unidos, hará que agroecología sea
la única opción de adaptación en este mundo.
Para la agroecología no todo es color de rosa, pues están los que
piensan, que es mas fácil hablar de las bondades agroecológicas que hacerla a
diario. Con los campesinos la cosa es demostrándolo en la realidad y no en los
argumentos inspiradores, o en palabras bonitas, sino desde una perspectiva
prágmatica, mediante un conjunto de actividades probadas que dieran confianza a
los campesinos, investigadas, sistematizadas y construidas por un profundo
dialogo entre saberes tradicionales y científicos.
Altieri y sus ecuaces están impulsando un movimiento que
busca la pluriformidad y no la uniformidad alimentaria, corporativa y
capitalista. Se anima un movimiento que no tiene la necesidad de llegar a
pretensiones científicas, aunque lo pudiera en cierto grado, para buscar actuar
en el espectro político, social, cultural y financiero. En la reunión se
resaltó lo importante que es contar con organización y acción política
territorial, si la agroecología fuera una simple ciencia que buscara objetivar
el conocimiento creo que no fuera tan interesante como la presentaron en su
campo de acción, en la batalla por las ideas, esas que influyen las decisiones
políticas sobre los agroecosistemas del mundo.
En fin, en medio de este debate, yo solo pensaba que cuando
estaba en clases de Agricultura en el colegio, yo prefería echar el fumigante
para que no crecieran las hierbas que considerábamos malezas. Pero sino fuera
por el round up, no hubiera podido aprender las cosas que estudié en el
colegio, deshierbar a mano era una tarea larga, que por supuesto también
teníamos que hacer. La conservación del planeta, como la llamábamos, era
importante, pero el futbol, las fiestas, las aventuras callejeras y los recreos,
también lo eran, y más que la “conservación del planeta”. Al fin y al cabo éramos
hijos de una sociedad que nos obliga a ser esponjas infinitas de niveles de
información, que muchas veces terminan tergiversando el sentido de la vida en
aras de ser competente y triunfar en la vida. Triunfar en la vida, no quería
decir que la vida triunfara.
La vida moderna trae todo tipo de contradicciones, entre las
cuales se encuentra esa extraña paradoja que cuando se busca el mayor confort
lo único que se logra es la inconformidad de otros. Tener más solo es posible a
consta de que otros tengan menos, y a liberaciones de entropía mayores. La conversación
con Altieri me gustó, porque agarró el sartén por el mango cuando se refirió a
la pobreza como una condición ante todo psicológica que se puede destapar si
asi lo trabajamos. Fue muy pragmático en sus propuestas y miradas, destacando
la historia de la agroecología latinoamericana, buscando acrecentar su
movimiento.
Toda la conferencia me mantuve callado pero en dialogo
profundo con mi conciencia, buscando en los extramuros un chispazo que me
dijera cosas como que todo eso que se promueve debe hacerse de manera alegre y
divertida, la gente de estos tiempos lo que más le gusta, y lo que mas
dispuesta esta a realizar, es divertirse. El tiempo libre es el bien más
preciado, y no muchos están dispuestos a sacrificarlo en actividades como
deshierbas el surco de las hortalizas. Hay que aprender a divertirse por
supuesto, todos debemos hacerlo, divertirse debe pasar de ser una acción de
mera autodestrucción a una de autoconstrucción, y ahora que recuerdo, mucho de
lo que hacíamos en clase de agricultura era divertido, sobretodo cuando se
trabajaba en equipo.
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