Veo la
pantalla del computador, me recibe con una imagen del cinturón de la vía láctea,
como el que vemos desde la Tierra, veo sus partes oscuras y me pregunto cómo
será la estructura de lo que llamamos universo. Pienso en la materia oscura y
los agujeros negros. Me los imagino como no lugares, espacios más parecidos al
del “donde nuestros señor botó lo cicla”. En el agujero negro hay una fuerza de
gravedad, es de un tamaño inimaginable, millones de veces más fuerte que la del
sol, es un succionador de luz, a consta de algo preexistente, el polo
gravitacional negativo. Me lo imagino como cuando Atreyu llego donde la nada, esta
ahí pero no se le puede llegar, al menos en esta dimensión, o hasta donde me
alcanza la imaginación y el intelecto para pensarlo. El polo positivo son los
agujeros negros, esas masas que se estrellan, y crean una especie de inversión
energética, una explosión de luces, colores, puntos de fusión, momentos
congelados, la oblicuidad más radical del espacio, tiempo, y todo lo que se
pueda uno imaginar en todas las relatividades físicas del universo, las
descubiertas y las no descubiertas. Los puntos más oscuros están ahí, señalados
por el no-vestigio de polvo cósmico, pedazo de materia, o cosa que exista. Entonces
se ha llegado, se ha atravesado el punto, y se entra a otro universo. Esta
operación se puede repetir cuantas veces existan esos puntos de gravitación
positiva y negativa. Universos, nosotros vivimos en uno de esos, hay una
cantidad muy grande ¿cuantos serán? Eso tendrá que decirlo la probabilidad.
sábado, 27 de junio de 2020
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