Órale
güey, que no se en qué momento se me ha olvidado aplicar esa minúscula ciencia
universal que un día aprendí, no es la sociología, no que no, ni la
mamagallología, tampoco es, es esta de ponerse a escribir, como terapia de los
dedos que se cohíben de decir porque esta la cabeza ataviada de formas y
contenidos que no entiende, pero que inevitablemente reproduce como si fuesen
los únicos.
Hay
que hacerlo elegantemente, aconsejaría Harold, dejarse llevar por la reflexión
y el corazón, decir la palabra, ser humilde y sencillo en la idea, no pretender
posar lo que no se es, así para unos ese sea el legado que se deja en un medio
intelectual, pero no lo es, por lo menos no soy yo así. Entibio las falanges,
mientras conjuro lo que me traerá la respuesta del ensayo que debo presentar en
contadas horas. De que es el ensayo?, pues la verdad eso es lo que no se, por
ahí quería reciclar una vieja idea que tuve, pero que me da un poco de tedio
repetirla, como eso que dice que los científicos con sus métodos quiméricos,
trasplantaron a la humanidad sus visiones racionales y lo volvieron todo así,
un plan, una expectativa, contraria a la esperanza y a la vivencia del
presente. Pero no quiero ser mamerto, ya estoy mamado de tanta critica que no se
sabe para dónde va, conjuro a los ángeles del timo, a los de la recocha y de la
buena palabra para que hagan de las suyas a través de estos dedos que la
Divinidad me ha proporcionado y que buscan letricas insistentemente, así como
las hormigas buscan la migajas, puede ir cobrando sentido, puede leerse,
sentirse bien, con cuerpo y personalidad, venga que se destapen las trabas y
que emerja lo que se tiene que decir, limpiemos las malas energías y prendamos
un palo santo que me regalo Jasper el dia de hoy, pues resulta que en San Cristóbal
me lo encontré.
Una
historia que no puedo dejar de narrar, así sea en unas cuantas líneas, los
hechos sucedieron así: me bajé del colectivo en la calle real de Guadalupe, me
quité las gafas y conecté con eso que se llama el Espíritu Pineal, o yo que sé,
pero es con eso, que disque es un frijol, quien sabe, pero bueno así fué, el
DMT de hace seis años no olvidado que llevó a la muerte a este el escribiente y
al willi aquella vez en el bosque playoso australiano, donde estaba Jasper, con
sus camaradas Jim, y este otro francófonos, ese mismo DMT se activó en ese
momento de mi bajada por la real de Guadalup,e y fue cuando todo sucedió,
primero escuché un didjeridoo, como el que escuché la vez que tome yagé en
Tarapacá, luego vi la bocina de un Didjeridoo, subí la mirada lentamente,
contemplando cada superficie de este misterioso instrumento, y cuando llegué a
la parte donde se conecta la boca vi una cara, la de Jasper.
Creo
que en ese momento sentí que todo se congeló, que la vida es un misterio y que
jamás acabamos de descubrir sus posibilidades, que el mundo así sea grande las
conexiones se mantienen y las familias cósmicas se encuentran de alguna manera,
en cualquier dimensión. Esta vez la dimensión se poseyó de un grito,
estrepitoso que llamo la atención de todos los transeúntes, porque este el
escribiente y Jasper, se abrazaron en medio de gritos y celebraciones porque la
vida nos había dado un regalo, un encuentro, en medio de una infinitud de
posibilidades. Quien es Jasper? Lo conocí en Australia, amigo de Oliver, chaman
aborigen, músico, rapero, luchador de la vida, pero no quiero decir más, porque
de lo único que estoy seguro, es que es, un hermano.
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