Al final parece que todo vuelve, que las
luchas del pasado no borraron lo que queríamos dejar atrás y las pruebas se presentan
una y otra vez. Será esa la historia de la humanidad, la que recorremos todos
quienes por alguna razón llegamos a este planeta, a un paso corto, o largo,
injuzgable por el tiempo, únicamente por la eternidad. Quien sabe, ni tampoco
creo mucho que así sea, porque a pesar de las dificultades la sapiencia parece
renovarse, así mismo la sabiduría, esa que se escapó por primera vez cuando nos
transformamos en seres sociales, parece regresar, a medida que pasan los años,
el tiempo, el tiempo, el abnegado curso de los pensamientos, las ideas,
proyectos, conjeturas, todo se vuelve como un caldo simbiótico en el cual más
vale creer que es el único presente, pues lo que esta atrás y lo que vendrá,
solo puede ser producto del recuerdo y la imaginación, siempre imperfectos,
incompletos, en cambio, el presente es sincero, inacabado, pero andando,
siempre presto a lo inesperado, ese driving que lo agarra de repente y lo manda
para otro lado, para desahogarse, mientras pasa una mañana que empezó a las 4
am.
Cuando la escritura pretende rasguñar lo eterno
se puede convertir en un ejercicio inoficioso, más un monologo de yo para yo
que algo que merezca ser leído, o que al menos diga algo, cuando la escritura
aterriza en los hechos concretos, para que contarlos, si al fin y al cabo se está
juzgando una historia en la cual no estoy solo y temo involucrar a otros. Entonces
que escribir, cuando el escarmiento ha llegado y los dedos han meditado
demasiado sobre qué hacer y cómo hacerlo, se leen y escriben libros, se escribe
por escribir, por solo matar el tiempo, mientras tanto el corazón arde como
llamando al sendero de la realización, enfocando a typhareth, y a mantener el
dominio de la energía, del conocimiento, del hacer y no desbaratarse en
pensamientos que hieren el alma, como las agujas cuando se entierran en la
piel. A veces no puedo hacer nada, si primero no me dedico a nada, como esto,
navegar sin dirección y responder preguntas que nadie ha formulado, decir lo
que no se puede decir, escuchar lo que no ha dicho nadie, solo procesar los
titubeos inútiles del día, como creyendo que se vino a esto, a una existencia
existencial, como esa a la que se hace alarde cuando se agarra el romanticismo,
y se lleva el estribillo por conjeturas que no pasan ni por un pitillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario