jueves, 19 de julio de 2012

Imaginerias y pensamientos sobre los conocimientos tradicionales de los indígenas.



La globalización del mundo actual da para muchas cosas, como para desenfrenar las fuerzas productivas contra la naturaleza y a la vez tratar de preservarlas, para llevar las tecnologías de la información a donde nunca se pensó que iban a llegar y hasta para hastiar a muchos y alejarlos de la información. Se dice que la globalización es un fenómeno que va mas allá del capitalismo, de los sistemas jurídicos internacionales, de los movimientos religiosos y de la misma cultura, pero seguro no es menos cierto que ese gran fenómeno social al cual se le adjudican gran parte de las transformaciones sociales de hoy en día no puede ser, ni mucho menos, el culpable de todo lo que pase sobre la tierra. En el desboque del tren informático del siglo XXI hay quienes aun prefieren ir más despacio, pero no precisamente porque se les limite al acceso a los excitantes deleites efímeros de la vida moderna, sino porque su vida simplemente es diferente.

 Existe actualmente por parte de muchos gobiernos del mundo un fuerte movimiento por la recuperación de los conocimientos tradicionales que aun algo conservan de diferente a la monótona globalización, a esa globalización que puede hacer de una ciudad asiática y una suramericana una copia de lo mismo, sin muchas diferencias. Aun hay reductos en lo profundo de las selvas colombianas en donde es posible encontrar estas personas, quienes a pesar de resistir y no querer entrar en el tren consumista de la vida occidental, a cambio se les llega con proyectos que con una buena intención dicen querer preservar su vida tradicional. Imaginemos por un momento que nosotros somos un indígena que vive en una comunidad del amazonas, que sin estar aislado y totalmente desinformado, algún día llegan a su comunidad unas personas que dicen estar interesadas, a nombre del gobierno, las organizaciones indígenas, campesinas, negras y las organizaciones internacionales, de que ellos recuperen su modo de vida tradicional, ya que por fin, las fuentes documentales, científicas y los consensos internacionales, tras muchos siglos de investigación y de serias reflexiones, han llegado a la muy sabia conclusión de que definitivamente el modo de vida indígena es ambientalmente sostenible para los ecosistemas. Gran conclusión!.

Pero lo que es definitivamente sospechoso, es todo el tiempo que tomaron los gobiernos para descubrirlo. Como si se metiera la mano en un jarro de agua caliente puesto sobre una estufa, y a los quinientos años concluyen: “está caliente”. Pero no es mi intención aquí alimentar las teorías conspiracionistas sobre expoliación de los conocimientos de las culturas indígenas por parte de los gobiernos a través de la historia, sino mas bien ponerme en los zapatos de ese indígena que un día estando en su comunidad alistándose para ir a la chagra, a pescar, a jugar futbol, o cualquier actividad, es interrumpido por unos finos caballeros y damas quienes los convocan para darles la buena nueva: el gobierno nacional está interesado en crear un mecanismo de protección jurídico a los conocimientos tradicionales de los pueblo indígenas, campesinos y negros de la nación.

Lo primero que pensaría yo estando en la posición de alguien que escucha tan bello cuento, es preguntarme si en esa reunión van a dar refrigerio, y que ojalá sean unas galletas con gaseosa; pero para mi desilusión este equipo de doctores muy astutamente nos brinda un casabe con chicha, ¡que gracia! entonces para que vienen si nos van a dar de lo mismo que hacemos nosotros. Pasan los minutos y después de grandes esfuerzos de traducción empiezo a entender un poco más a estos doctores que traen a la comunidad una platica para gastar. Por fin podré levantarme algunos pesos para instalar el direct tv, o mandarle a mis hijos que están estudiando lejos de la comunidad.

Pero la cosa al parecer no es por ahí, pues después de varios minutos de disertación logramos entender en  que se trata  es de ayudar a la comunidad en el fortalecimiento de su cultura. Y aquí quiero hacer un paréntesis, pues desde hace mucho todos en la comunidad tenemos claro que es cultura: “son todas las cosas que nos enseñaron nuestros abuelos: bailar, cantar, el idioma, a curar con plantas, con rezos, a usar el tabaco, la coca, a contar historias y a recibir consejos”. Mi abuelo me contaba, que en el internado en donde hizo hasta tercero de primaria, las monjas lo regañaban y castigaban por hablar su lengua. Que venían a la comunidad y se llevaban a los niños para educarlos, por eso el me aconsejó hablar español y asistir al colegio juiciosamente. Pero mi abuela en cambio nunca me habló en español, ella me llevaba a la chagra y me decía la historia de cada planta, realmente nunca me dijo que lo que ella enseñaba era importante, simplemente me lo enseñaba.

Ahora que en la comunidad se habla de conocimiento tradicional, por momentos siento que se hace con un cierto interés que antes no se tenía. Es extraño sentir que vienen unas personas de afuera con un interés sobre la comunidad, y más extraño aun sentir que el gobierno esta interesado en proteger lo que somos nosotros. A veces uno piensa que su intención es devolvernos a vivir en malocas, a quitarnos la ropa y que vivamos como los abuelos, pero también traen cámaras, nos toman fotos, nos muestran películas, hacen concursos que integran a la comunidad y la pasamos bacano.

Algunos abuelos de la comunidad los ven con desconfianza, sin embargo los reciben y los acogen, se integran en las actividades y al final se dan cuenta que no hay razón para que piensen mal de ellos. Pues lo único que se busca es que los abuelos enseñen lo que saben, porque si no lo dicen a sus hijos y nietos, esa experiencia y conocimiento se perderá. Que diferente es ser un indígena que se siente feliz de serlo, no tenemos que estar aparentando o pretendiendo ser otros. También nos gusta tomarnos fotos, vernos en películas, como dijo el abuelo en la maloca la otra vez, “la cerbatana y el internet fueron inventados por los mismos humanos, nada ganamos siendo mezquinos con ellos, así como ellos nada han ganado ignorándonos a nosotros, y ahí tienen sus consecuencias: ciudades contaminadas e inseguras, bosques destruidos, miseria y riqueza”.

La vez pasada vimos una película en donde se muestra una foto del planeta Tierra. Al principio creí que era mentira, hasta que me explicaron que han habido personas que han ido más lejos de donde están las nubes, y han tomado esas fotos. Que habrá pensado esa persona que vio por primera vez esa pelota azul y verde cubierta de nubes blancas flotar solita en la nada. En esa bolita es a donde han nacido, vivido y muerto generaciones de personas, a donde fue la creación de los Tikunas, de los Uitotos, de los Andoques, a donde estuvieron Adán y Eva y también los micos que se volvieron personas. Todo eso pasó en esa pelota que flota en un infinito universo, definitivamente todos venimos de lo mismo y vamos a lo mismo, y nada se ha salido de ahí.  

“Qué hago?”


“Qué hago?” Aterrizó esa pregunta a las tres de la mañana, dejándolo despierto por el resto de la noche. Después de dar vueltas en la cama y convencerse de que no iba a conciliar el sueño, entonces decidió levantarse a escribir estas letras, pues la preocupación por su existencia no lo dejaría, a menos que se atreviera a hacer lo que tenía pendiente. “Qué hago?” se siguió preguntando, de un momento a otro el verbo “hacer” se le había convertido en el más misterioso de todos, no era la primera vez que le pasaba, en el pasado ya había tenido enfrentamientos a esta pregunta, ninguna se resolvió por sí sola, más que cuando aceptó que hacer nada, es también hacerlo todo. "Pero como iba a ser eso posible?" exclamó si hacer involucra necesariamente una acción con un fin, hacer no podía ser eso de escribir sin propósito a una hora en la que muchos duermen, hacer es levantarse temprano, tener una pasión, una responsabilidad, un propósito diario entorno a algo, y ejecutarlo, eso es hacer, no es perder las horas de sueño nocturno tras unas letras que nacen muertas, sin pretensiones, ni con la misión de liberarlo de esas pretensiones, ni generar un alivio a lacabeza que busca salidas, a todo le encuentra la devuelta.

“Qué hago?”, se siguió preguntando mientras la historia avanzaba, la sensación de alivio que producen los cuentos buenos aun no ha llegado, más aun la mañana se hace cada vez más angustiosa, pronto amanecerá y tendrá que pensar en esperar, en la soledad de las conjuraciones que se cuecen en el tiempo, en los hilos de la fantasía, y en los proyectos que no se realizan, ni se intentan siquiera. Perder el miedo al fracaso es quizá un buen comienzo, renunciar a los sueños y ser realista, aceptar que la vida no fue lo que imaginó algún día y aceptarla como tal, como en una de esas historias donde se privilegia la sencillez del protagonista. Ahí está seguro la respuesta a todo esto, si aun busca hacer algo de verdad, si aun cree en lo que algún día el destino plasmo en su corazón, como un camino inescrutable del cual solo se saldría si pierde la fe en él. No hay nada que temer, o más bien temer podría ser su hacer, temer a morir en vano, temer a no dejar nada en esta vida, temer a arriesgarse. El peor hacer es el que pretende ser "hacer", eso es aun peor que no hacer, eso es disimular.  “La meta es el camino”, recordó las palabras de su amigo francés. El hacer podía ser esto, el hacer podía ser honesto y saber que no se sabe qué hacer. Aprovechar la angustia para perder el tiempo, para poder sacar del pecho lo que molesta. “Qué hago?, volvió a preguntarse, “nada”, se respondió.  

Vicisitudes y aconteceres tarapaqueños


Navego por los ríos, navego por la gente, abro la discusión y escucho lo que se ha de decir. Quien fue el culpable, quien el inocente, palabras que van y otras que vienen, y así, se va la discusión en cosas que ni yo mismo puedo entender. Quizá porque la simpleza de todo me aborda y con una caricia abre el corazón y dice que no vale la pena asustarse por lo que no tiene ninguna veracidad, eso fue lo que debí decir, lo que debí expresar cuando el irrespeto irrumpió ante mis ojos, sin saber porque ni que tenía yo que ver con esa situación, en fin, ya lo pasado es pasado y será mejor lo que se viene. A las vicisitudes y aconteceres tarapaqueños es mejor ponerle el pecho, pues como dice el refrán a lo hecho pecho, y poner cuidado, hablar claro, que se amarre la lengua o por simple negligencia se asiente, sin pensar ni meditar, lo que se vino a mejorar.