viernes, 31 de marzo de 2017

Crítica a la razón titubeadora

Sobre las cosas que decimos los académicos y que nunca terminan, la historia que está a punto de empezar pero no empieza, las fronteras del conocimiento que se buscan franquear pero mas bien se profundizan, cual es el sueño de nosotros los académicos? Algo así como un mientras camino retrocedo? o un juego de bobos para los cuales todo es si pero no, no pero si, que estupidez gastar tanto tiempo en ello, no hay que hacerlo de esa manera, hay es que vivir la historia, hay que contarla, echar el cuento, eso me lo digo, pero pocos cuentos hecho pues también soy un titubeador del pensamiento, un intermitente faro que da señales con muchos colores, pero al final no se sabe que señal estoy dando, eso es importante, reconocerlo, no para consentirlo o echarme a la depresión sino para realmente escribir las cosas como se viven.
En la clase de hoy con Juan Alvaro, Edgar, Victoria, Joana, Abel, Delio, Luis una extraña sensación me quedó, y es porqué cuesta tanto a la antropología ser quien quiera ser, porqué siente todo el tiempo una culpa extraña que lo hace devolverse y argumentar de nuevo una historia intelectual que realmente no es la historia de la antropología, ni tampoco es necesario conocerla, pal carajo eso también, esa antropología, como me pasó con la sociología no puede ser algo mas que una escritura sencilla, que comunique ideas, y si esas ideas son contradictorias pues asi mismo se aclare que las hace contradictorias, se puede hablar con dialéctica mediante metáforas como “delante de ustedes estamos nosotros” diría Marquitos, en fin, la Cátedra Imani de hoy me llevo a navegar pero por momentos más por encima de la superficie, y no sentí la palabra llegar, lo que tenía que escuchar, y tan solo recordé el futuro, esa aula mágica llena de colores en la que el aprender no es mas que un juego y un momento lúdico, se puede ser serio, reír, llorar, decir, vivir, pero es siempre lo muy importante que los directores de la orquesta se comporten mas como recreacionistas que como William Vinasco y Adolfo Perez hablando entre si, mucha cosa bella se dice, claro que hablar es importante, pero, solo hablar? Y que paso con tocar, respirar, reir, correr, patear un balón de futbol? Tantas cosas que se pueden hacer, cantar, interpretar un instrumento…ahora bien, los académicos leemos y escribimos, entonces no solo tiene que ser intelectualidad sino también para explorar otros sentires, leer caricaturas, escribir poemas, escritos de conjuros…leer dibujos, leer el cuento de la vida que esta fuera del libro…
Razón tenía mi estimadísimo Tim Ingold al ver como un mamarracho bastante raro ese cuento de como las ideas conciben al mundo material, o lo material a las ideas, cualquier dicotomía que se plantee debe ser solo para amenizar la descripción pero no para confundir la vida con ellas, porque a fin de cuentas la vida pasa para todo ser, plantas, animales, humanos, objetos, sea lo que sea todo esta ahí, y de ahí no se va a ir, a menos que sea una partícula especial que parte de su ecología sea pasear por lugares más lejanos de la atmosfera terrestre, todo crece, camina, se ve diferente, todo lo que mora no es estatico, sino que se mueve. Algo así dice mi tío Tim, el hecho es que es bueno aprovechar los caminos labrados por otros para atreverse a franquear esa barrera que condiciona y vende el pensamiento propio, el que no espera mas que cumplirse por los designios mismos de la vida, el que no esta supeditado a estructuras caducas institucionales, académicas, sino que teje el canasto puntada por puntada, enredando el cordel y el racimo de los guiones que urden las fibras de esto, de estar vivos.

Hay que sacar, hay que atreverse a jugar.