lunes, 29 de agosto de 2011

Serpiente coral

Navecita de viaje que haces extraños virajes, deseos inconclusos que se cumplen alla a donde se hace lo difuso, por poco pierdo mi pescueso, cuando la vi hay al frente mio, a la culebra coral que salio a asolear su roja piel y levanto su cabeza para asomarse. Así fue, como se los digo, estaba yo en la Serranía de la Lindosa, como el mismísimo Adan en el paraíso, en el silencio y con la naturaleza, en la meditación de cosas intrascendentes después de cruzar las mas ardientes sabanas en mi caballito de acero, refrescándome de muchos días en que no encontraba una respuesta a mi miedo por decir lo que en mi imaginación otro escucharía, entonces paso que me levante y en menos de cuarenta minutos estaba internado en la selva, en la que siempre escucha y responde, la que hace doler y enseña, hermosa selva que me diste a conocer a una de tus criaturas: la serpiente coral. Y no es para menos que el día anterior se dio lectura a la pagina 133 de la Divina Comedia, y se habla de la culebra de seis patas, la que con la hidra encendió ese papiro de las almas perdidas, y que al final quedo encenizas no totalmente negra pero tampoco era blanco. Lo importante es que la serpiente es como si me hubiera dado algo que se me había perdido, no tan milagroso, no tan material, pero si es una cierta energía que me hace nose que, y actuar, claro como una serpiente coral, como la que se le quitan los ojos de encima por un segundo y ya se ha ido.