lunes, 17 de septiembre de 2012

Sobre la conciencia y su influencia en las huevas.


Aprender a veces duele, pero eso depende, pues si uno aprende desde la inocencia o la ignorancia, podría no doler, pero cuando se aprende con dolor, es porque la lección ya se sabía, pero no se aplicaba, prácticamente aquí la lección no es hacer o dejar de hacer tal cosa, lo importante es dejar de hacerse el huevón. Si, porque no hay nada oculto a la conciencia, uno se puede timar a si mismo, a los otros, pero no a la conciencia, y la conciencia es una, la gran conciencia, la que junta todos los pensamientos del cosmos, la que puede ser tan increíble que sintamos a veces que no todo lo podemos comprender, y tampoco hace falta, pero aquí no quiero hablar de esa Gran Conciencia, sino solo de la conciencia, que es parte de ella por supuesto. A veces es difícil preguntar, e imposible responder, porque suceden los momentos dolorosos, como los accidentes por ejemplo, golpes, traumas, y esas cosas, de cualquier forma, a mi me han pasado, y varios: golpes en la cabeza ya perdi la cuenta, en el colegio vivía dejando mis rodillas sobre las piedras del parqueadero a donde jugábamos futbol, caídas de espalda, tropezones, golpes de nariz, de cara, de cola, y en fin todo un elenco de eventos dignos de chespirito, pero con la diferencia de que la final nunca he podido decir, “no contaban con mi astucia”. La torpeza muchas veces puede ser sabia, cuando es ingenua, pero cuando no lo es, es mas bien dolorosa, ahi es inevitable la autorecriminación, porque hice tal cosa? Porque no pare con esta o la otra, en fin, pensamientos así se pasan por la cabeza, digna de las almas encontradas por Fausto en los círculos del infierno, de los cuales pudo reconocer a algunos viejos vecinos. Por aquí acabo de leer una definición de un concepto que M. Blavatsky, define como Espíritus Elementarios: “…son las almas desencarnadas de los depravados que poco antes de la muerte se separaron de su divino espíritu y no pueden aspirar a la inmortalidad. … Una vez separadas del cuerpo estas almas de personas materializadas, quedan irresistiblemente atraídas a la tierra, donde experimentan una vida temporal y finita en las condiciones que mas armonizan con su naturaleza inferior; y como durante la vida no cultivaron su espiritualidad, sino que la subordinaron a lo material y grosero, son incapaces de seguir el elevado camino del ser puro y desencarnado que se aleja de la sofocante y mefítica atmósfera de la tierra. Después de un período de tiempo más o menos largo, estas almas materiales empiezan a desintegrarse, hasta que, a semejanza de la niebla, se disuelven, átomo por átomo, en los elementos circundantes.” Produce un poco de miedo esta terrible definición, porque a diferencia de las muchas que uno escucha del infierno como el lugar del fuego ardiente y el crujir de dientes, esta en cambio se esmera por ser mas meticulosa y libre de supersticiones, hasta el punto de mostrarse como terriblemente implacable. Pero a que voy con esto, voy a que definitivamente un golpe  o un accidente en la vida que nos producen dolor también puede producir un malestar espiritual, una decisión que no se tomo a tiempo, una omisión, o una injusta valoración, la conciencia del hombre puede no ser inocente en muchos casos, porque ella avisa e insinúa lo venidero, pero entonces porque será que no la escuchamos? Yo creo que es porque creemos que esa conciencia propia la asemejamos al yo personal, lo que es un grave error. El yo personal puede ser egoísta, solo piensa relativamente y construir sistemas de justificación sobre pensamientos falsos, en cambio la conciencia, es el portal, el alma, la antena transmisora por la cual escuchamos los mensajes de la divinidad, todos portamos una, todos recibimos los mensajes, lo que quizá puede fallar es la interpretación, o el hacerse el huevón. Esto lo hablo por experiencia propia, porque de los múltiples accidentes que gracias a Dios no han tenido consecuencias graves, sufrí uno hace poco que casi que las tuvo, un golpe bajo, más exactamente en las huevas, pero no fue un golpe inocente y lo acepto, no fue un “sin querer queriendo”, porque algo ya me estaba anunciando una señal que no atendí, muy clara de por cierto, con precedentes, rectificaciones, pruebas, comprobaciones, y cualquier tipo de aviso que la vida usa para mostrarle a uno que es REAL. La verdad dudo si el infierno existe, pero no dudo que las malas decisiones tienen consecuencias malas, y así como los animales saben que deben hacer todos los días, los humanos también lo podemos saber, solo que nos inventamos mil estratagemas para nublar la conciencia, enredarnos, y cortar la comunicación, que al fin y al cabo termina cortando con la decisión y peor aún, con la voluntad. La voluntad es el hilo transmisor de esa conciencia que nos emite ondas, la única herramienta que tenemos para armonizar nuestra vida de una manera consciente con la Gran Conciencia.