domingo, 26 de agosto de 2012

Climaco


Antes de esperar que algo esperado se aparezca, mejor vamonos al barro y tomemos un poco, apretémoslo con el puño y hagamos algo que nadie haya hecho. Resultase que de tantas majas y divertidas aventuras que se suceden aquí en las amazonias, una de esas le acaba de ocurrir al mismísimo escribiente. Salimos hace dos días una patrulla compuesta por criatura, mongorofe, avatar, shagui, pipo, tortugo, harol, juan David e Ivan, (a estos tres últimos no les conozco apodo), salimos en un bote con el objetivo de recorrer los linderos pertenecientes al resguardo Uitiboc, propiedad colectiva de las familias indígenas del casco urbano de Tarapacá. Siendo esto asi, o haya sido, arribamos por  el caño sucuruyu a la casa de un señor llamado Climaco, una persona que me suscita muchas cosas, entre esas, me trae la presencia Cristica de Dios. Climaco es un anciano de 83 años, es del pueblo Tikuna y vive con su familia en un lugar lo mas parecido y aproximado a los lugares que los Tikuna habitaban antes de volcarse a la rivera del ríos principales, a buscar mejor fortuna dentro del mundo de los blancos. Climaco aun tiene su casa entre los caños, no será seguramente como las de antes, pero mucho si conserva de la vivienda tradicional Tikuna, grande y sin cuartos por dentro. La única misión de Climaco en este mundo es anunciar la Palabra de Dios, a eso se dedica y no escatima en estratagemas de lo mas de divertidas para hacerlo, siempre perseverando en llevar las conversaciones sobre sucesiones graciosas cargadas de sentido. Me es difícil describir como habla climaco, pero entra y sale de cualquier tema con una magistralidad que no tiene nada que envidiarle al mismísimo Platón, pues de andar por las  conjeturas de los merodeos sexuales de una manera adolescente, salta a explicarnos el porque de la importancia de manejar con sabiduría la energía sexual, aconsejando como un anciano, insistiéndonos a todos, y sin ni siquiera preguntarnos que carajos hacemos o pensamos, simplemente lo dice, esa es la tarea de Climaco que a sus 83 años no siente mas misión en esta vida que hablar todas las cosas buenas de la vida que tiene que decir. El primer dia que llegamos, no nos quedamos, esa noche en su casa, debíamos cumplir una actividad de observación del lindero del resguado Uitiboc al cual parece que se le están metiendo los madereros a trabajar. Como siempre, para la tropa temeraria que sarpó de las costas de Tarapacá, nada podía ser mejor noticia que una visita de control y vigilancia, dos formas de ver una misión, que no suenan muy bonitas, pero son una aventura. Acampamos en un lugar sin nombre, el cual después bautizamos como Puerto Fumeiro, en honor a la macoña que roto en medio de la noche como salida del mismo concierto natural del cual éramos invitados de honor. Esa noche, como todas las noches de las ultimas que he participado en este lugar llamado Tarapacá, estuvo llena de conversaciones buenas, a veces exacerbadas por el habla, pero que carajos! hay que hablar. No todo es silencio o hablar con la conciencia.
Pero bueno, íbamos en Climaco, el personaje mas interesante, con creces, honores, alardes y graduaciones de estos últimos sucesos, un wavespelling de consejos, bendiciones, y buenos chistes. No se como mas resumir eso que paso, pero en una de esas cerré los ojos y en mis sueños veia angeles, querubines, trajes blancos y trompetas, y claro, era porque Climaco nos contaba como era el reino de los cielos mientras estaba acostado, y le prohibíamos que prendiera el radio, porque preferíamos oírlo a él y a la naturaleza, que a las noticias venidas de otras tierras. El aislamiento del mundo solo era posible en comunidad, pero eso para Clímaco no podía ser porque el prefirió irse solo con su familia y ser rey, y así no depender de nadie, lo mas conveniente para una persona que no puede dejar de hablar y que se ejerce en las artes espirituales y del buen concejo, con intuición espiritual y trabajo, con la fuerza en la voluntad de Dios a conciencia plena, solo podía hacerlo aislándose de sus propios paisanos, es como la palabra que quito el yugo de la ley, y triunfo solo por su fe, en la soledad del caño sucuruyu.