viernes, 19 de septiembre de 2025

Sobre la revolución. Del cuaderno rojo de las Australasias

2007

Prosiguiendo con lo planteado el día de ayer acerca de las revoluciones, los cambios y el amor, quiero dejar en claro otra cosita. La sola palabra "revolución", como la palabra "amor", son ideas y energías que se performan culturalmente. Hasta aquí no se ha dicho nada. Esto solo me ayuda a introducir la siguiente idea: ¿Cómo puede concebirse una revolución en estos tiempos? ¿Hasta qué punto las expresiones sensitivas como la música, la pintura, el baile y hasta la escritura pueden convertirse en una fuente de verdadero cambio? Voy a ir al baño, perdón, a la letrina, a pensar al respecto. Ya vuelvo.

Y me llegó la idea de que toda revolución se mueve entre un sentido de "los escogidos" y su opuesto, "los no escogidos". Una revolución es un fenómeno social diferenciado por una energía común que encuentra una suficiencia abstracta en la manera en que se expone ante la sociedad y una correspondiente restricción a que no todo el mundo puede entender y decidir sobre los destinos de la revolución. Estas distinciones son bastante importantes cuando la esencialización de conceptos como "Love Revolution" circula sobre la cabeza de muchos creadores quienes, como el escribiente, nos sentimos comprometidos hasta el sieso con una renaturalización de la vida.

Siempre que escribo es para mí importante imprimir la visión que 27 años de experiencia me dan sobre la vida. Si se revisa el tono de muchos de mis escritos, el leyente desprevenido pensará que soy un profeta o un fantoche. A la mierda. Pues la palabra la dirijo hacia unos objetivos que hasta ahora veo más claros que el agua:

1. Devolver a la naturaleza lo que se le ha quitado.

2. Despenalización del consumo de cualquier sustancia.

Todo lo que aquí quiero desarrollar es un cambio, un cambio dimensional en la vida de los hombres y las mujeres. Mis objetivos, ideas y apreciaciones son apenas sugerencias que me ayudan a darle curso a esto, porque si de algo estoy seguro es que no soy yo quien va a explicitar la receta de una revolución ni una persona que se infunde a sí mismo las profecías de miles de revolucionarios que han pasado por la tierra. Esto apenas se está haciendo y todos tenemos un papel en esta historia. De cada uno está seguir siempre con la misión que el universo le ha entregado.

Así, creo que una revolución es bonita vivirla, sufrirla y disfrutarla. Es algo así como un proceso personal de encuentros y tomas de posiciones, que se enlazan en un sabio y contradictorio curso. Los escenarios más revolucionarios y más amorosos pueden parecer a veces los más oscuros, estáticos y tristes. Un corazón libre de miedo debe ser entrenado para vencer al miedo. Debe ver la muerte, la desolación y la tristeza para que su vocación se fortalezca y salga disparado luego a entregar a la vida lo más honesto de sí mismo.

Las inspiraciones pueden pasar por mitos y leyendas que cuentan la vida de personajes que soportaron las guerras, el odio y la tristeza. Y antes de que eso les creara miedo y odio, salieron decididos a entregar su misión por una causa verdadera. Ayer me dijo Sage una cosa muy sabia cuando me contaba sus historias y aventuras alrededor del mundo. La experiencia de cada uno es la enseñanza. T. Sage sí que lo hace bien, sobre todo cuando cuenta su vida con el mejor humor y las mejores actuaciones.