viernes, 18 de marzo de 2016

Una ecología de manos a la obra: ecomaniobra.

Escribir, concentrarse, que difícil se vuelve cuando se tienen párrafos y párrafos, que están todos conectados, pero desconectados, que no tienen claro de dónde vienen ni pa’ donde van, como una suerte de comentarios que se dicen mas por necesidad que por precisión, que si son propios, pero también prestados, porque surgen de un diálogo con la conciencia, de unos símbolos y recuerdos por los cuales veo e interpreto el mundo que quiero analizar, o mas bien solo escribir, decir, pero hay que hacerlo de una forma, de esa que se construye a través del lenguaje, y no sé por dónde empezar, aunque esto ya es empezar, esto ya es decir suficiente y mucho, es palabra escrita que se queda, y de algún lado viene, y pa otro va, pero esta no es la que necesito, sino lo que da sentido a la investigación, a esa de la cual ya he escrito como si la tuviera clara, y la puedo tener aunque realmente no sepa ni pa donde va, no se si irme a dormir, y dejarla así no mas, o volcarme a una forma de estructura que me diga por donde debe ir la cosa, para no perderme, el problema es que me encanta perderme por los verivuetos de las palabras y los decires, por los abismos de la vida, por esos que se dicen improductivos.

Hay que ser verdaderos con la vida, y lo que importa dice por ahí doña Reporta, es andarla de parchar con el Tomás y con Paulis, viviendo ese momentico que mi mente metaforea como una cancioncicita de Joe Coker, esa de los The Wonder Years. Agradacer y no irse por las ramas, sino dando de Arriba Abajo, como de Abajo Arriba, del Cielo a Tierra de la Tierra al Cielo, en constante agradecer por tanta belleza que nos sucede en esta historia, que aunque también tenga de novela mexicana, con esas altas cortes de la aristocracia minera, no deja de ser maja y siempre de tener un aliado a mi lado, algo mejor que un político, un gran sagaz de la comarca, una melodía, con una cancioncita con la cual cabalgar por la ruta del andar. Y siendo lo importante mandar el mensaje correcto, ese que solo Dios puede poner en mi corazón y es el del perdón y la humildad, y la posibilidad de cooperar en orden del reverdecimiento de mi pueblo el Reino de las Cucunubainas. Se que la cosa esta peluda, y así como aun es posible salvarlo, también hay que estar listo para huir, si es que Pancho Villa no logra antes lo que aquí mismo se requiere: La Revolución de la Recocha.

Pero cuál es? Se preguntarán como lo hace este mismo escribiente, y aunque soy también un buscador, por eso mismo lo vivo como una ecología de manos a la obra, una ecomaniobra, y eso que jopiños quiere decir? Pues es algo que simplemente pasa, como escogido por algo misterioso y muchisisisisisisissimo lo muyyyyy importante. En fin, mucho escribir de mucho y de nada, pero ahí vamos, pues siendo esta la mejor no definición nunca antes dada por la arqueohistoria, asi mismo se presenta incomprensible e infinita. Una desvarianza, una jugada, una magia que es capaz de romper con los pensamientos y cambiarle el mambo al momento, por algo más sabroso.


Siendo así y solo así, podría quedarme escribiendo hasta quien sabe qué momento y solo de la conciencia depende hacerlo consciente y de verdad, como una historia que se vive y escribe con claridad, viendo a la pantalla, atento al mínimo momento en que el curso se desfachatea y se va a escribir donde le da la gana. Con la atención del gato y el felino en la selva, dispuesto a proveer de la abundancia y la riqueza en bendiciones para la familia, a vivir los mejores momentos, llenos de alegría, “porque todo es alegría” (Widwa&Vanetrae; 2016).