domingo, 11 de octubre de 2009

Verdes hermosos, verde que te quiero verde.

Brilla tanto la selva, brillan los mundos de las comunidades, su vida esta alejada bendecida y protegida, asomo por el Putumayo y luego voy por el Cotuhe, a todos los paisanos del Amazonas, muchas gracias y felicitaciones porque han sabido vivir, han sabido resistir, y asi la letoquitis aquí aun no tenga nombre, permanece distanciada por efecto de la misma gracia que se le concede a quien busca la sabiduría sin buscarla. La chagra, la boruga, el pintadillo y la danta, la comida esta por ahí, vamos al rio, al caño o al lago, los indígenas aquí están, unidos y viviendo, es increíble que esto pase ojala perdure este mundo mejor. Amoanchi para todos.

Guerra si la hay.

No se que tanto han cambiado los tiempos en que se le achacaban al derecho y el Estado la organización de las naciones para evitar las guerras que suceden entre ellas, vemos que hoy, a pesar de que el grueso de la población mundial vive al margen de los intereses que la ocasionan, estas siguen sucediendo y antes que llegar a una paz perpetua entre los humanos parecemos acercarnos a la conclusión inevitable de la autodestrucción. Quizá muchos compatriotas colombianos ya viven acostumbrados a un estado de peligro permanente, ni en el corazón de las ciudades a donde los desplazados de la guerra se dirigen están exentos de la guerra, la lucha continua en la calle o en el monte, en la casa o el estadio, el colegio o la iglesia, una neurosis de guerra nos cobija y en inútiles evasivas se nos va la vida. Adentro la TV invoca orgullos nacionales, atravesados con política, reinas o cerveza, son ciervos de unos pocos que venden el país y lo desangran diariamente, manipulan cualquier cosa con tal de vencer en sus propósitos, son bajos y muy bajos, son la misma gasolina de esta puta guerra. La gente entonces amanece con las historias de la guerra en su cabeza, habla de eso al desayuno pero salta a la novela para no parecer tan negativo, fulanito se caso con esta y luego la engaño con el que mato al otro, asi se enreda y se teje en nuestras vidas, se mete en nuestra cama y aparece hasta en los sueños, no solo son balas las que matan, presentadores y novelas, criadores de asesinos, promulgadores del odio y de la sociedad falsa que delatan. A pasos estruendosos este país se lo gano la violencia, no sé qué paso, no sé porque yo naci aquí. Estoy puto e impotente porque lucho pero no hago mucho, no quiero mas ser parte de este circo malo, más bien dejar la cosa y observar la guerra sin hacer mucho, mas que preparar el alma para la misma muerte y adorado fin. Mis letras se tiñen de lo mismo y no soy salida para el leyente, lo único que me puede disculpar es la humana desesperación que siento, y aunque no siempre, se que todo esto es falso, por momentos el corazón se duele cuando por la ventana tanta cosa penumbrosa pasa, puedo vivir y lucir la luz, puedo vivir y también llorar, porque asi la guerra no me toque a mi, si lo hace con muchos que solo escapan de sus balas, y cuando se libran de ellas entonces quedan presos de las condiciones, la indiferencia y la tristeza, la calle y el semáforo. Que le podrá poner fin a toda esta historia, como parar al odio que envuelve el sufrimiento, quienes somos los humanos, de que estaremos hechos como podemos permitir tales sentimientos, practiquemos el perdón y saquemos el rencor, cambiemos desde adentro y hagámoslo cierto, que sea porque es y nada mas que es, y no por una campaña mediatica, rencorosa y gubernamental, los cambios vienen desde el cielo y se buscan con la voluntad, le llegan a quien los llama a quien los encara con verdad, porque la guerra en esta historia es de quien le come cuento, hoy de mi mente se ha salido ha hecho un chanfle y se ha perdido, disculpe la tristeza y también las groserías, no haga caso de tantas tonterías.