martes, 13 de octubre de 2020

Jugar, experimentar y ser antropólogo

 

En antropología es difícil encontrar un consenso sobre que es etnografía, se habla de teoría etnográfica, y de métodos etnográficos, están las versiones clásicas que lo definen como una descripción e interpretación sistemática sobre las condiciones particulares de vida de un grupo, o los que la presentan como un conjunto de métodos. Sin ahondar mucho en estas discusiones, aquí se enfatiza en como se hace la etnografía, y cuáles son los materiales y provocaciones que como investigadores introducimos durante nuestro trabajo de campo. Para esto distingo dos tipos de etnografía, la que se deja llevar por el curso de los acontecimientos y simplemente los sigue, y la que introduce estímulos sistemáticos.

La diferencia entre estas es sencilla, la primera es mas adecuada cuando se comienza un trabajo de campo y la siguiente hace parte de una fase mas experimentada del mismo, cuando dejamos de ser investigadores, foráneos, estudiosos, funcionarios, y nos volvemos personas con un nombre, es decir, parte de algo ocurrencial. Según lo que entendí de Ingold, la etnografía es lo que sucede después de algo que esta atrás, o al menos así lo presentamos. Lo que se hace en el trabajo de campo no es etnografía sino observación participante, y mas que etnógrafos realmente somos es antropólogos, y yo le agregaría sociólogos. Esto es un apunte importante para mi artículo porque si pretendo hablar de etnografías experimentales es porque lo que precisamente quiero dejar es una forma sencilla de entender, pero capaz de transmitir concejos sobre algo de la vida. Y algo asi decía Ingold, cuando asociaba la antropología a la educación, porque es un hacer y aprender juntos, coproducir conocimientos, el conocimento no está en los libros como nos decían nuestros padres y madres, “este conocimiento no consiste en proposiciones sobre el mundo sino en las habilidades de percepción y en las capacidades de juicio que se desarrollan en el curso del involucramiento directo, práctico y sensual con los entornos que nos rodean”.

La separación entre el ser y el conocer es un absurdo en la antropología, por lo tanto no es cierto que observemos y no participemos, por eso a Ingold le gusta hablar de observación participante como algo diferente a la etnografía, de antropólogos y no de etnógrafos. La etnografía es la escritura de un entrelazamiento de sucesos, experiencias, y opiniones sobre lo que es la vida con los otros ¿Pero como es la vida con los otros? ¿Qué se puede decir de quienes tenemos un oficio que se basa en “generar conocimientos”? ¿Lo que hacemos es conocimientos o simplemente formas aceptadas de hablar sobre lo que se construye como realidad? ¿Cuál es el apuro que sentimos cuando reflexionamos sobre nuestro quehacer como sociólogos y antropólogos con las personas que trabajamos, estudiamos, interactuamos, y convivimos? Gran parte de los dilemas están siempre en esa relación entre observado y observante, el antropólogo y lo exótico, una ilusión dicotómica, proyección de nuestras particularidades, historia, dramas, y recuerdos que suceden, tal como suceden.

Las cosas pasan por algo, y la pretensiosa distancia de la objetivación se torna algo innecesario, un embeleco del cual se puede prescindir. Vivimos como personas y tenemos influencia en lo que hacemos, no estamos viendo todo como el gran hermano, existimos en este mundo de la misma manera que existen los otros, coexistimos diría Santos. En eso consiste gran parte del trabajo de los antropólogos y sociólogos, en estar en el lugar dispuesto a que la vida pase como tenga que pasar y simplemente dejarnos llevar por ella. Y mientras eso sucede, darse a la tarea de pensar sobre un posible destino para todos, la antropología y la sociología no existirían sino fuera porque hacen lo que dicen que hacen, darse el poder de decir decía Miguel Ángel, de tener una voz propia, neutral, crítica y propositiva. 

Dentro de todo lo que se pueda hacer como sociólogos o antropólogo cuando estamos en el trabajo de campo a mi me gusta jugar. No solo por jugar, sino porque realmente jugar es parte de mi vida, también me dedico al teatro, a la comedia, al clown, tengo un grupo que se llama Los Mozzarella. Lo único que realmente he aprendido en estos oficios es a jugar, probar, entregarme a una serie de dinámicas que se plantean con el ánimo de distorsionar el momento, llevarlo a través de una lúdica. Es un oficio parecido al de recreacionista, presentador de programa de televisión, físico cuántico o algo así. El juego nos gusta a todos, es una metáfora muy poderosa, para Geertz es una de las más potentes analogías en la refiguración del pensamiento social.

El mismo Geertz nos alerta que la potencia de esta metáfora del juego, cada vez más popular en la teoría social contemporánea, necesita cada vez más un examen crítico. Geertz señala las críticas en el sentido puramente antropológico, como los límites de su pertinencia para contribuir a una antropología. En fin, Geertz deja la cosa de alguna manera en el terreno de los intelectuales, y lo que quiero es sacarlo de ahí, de ver el juego si como una metáfora pero no como una metáfora solo de papel, sino mas parecida a los juegos de los niños, a una antropologíá que se hace intencionalmente jugando. ¿Que es un juego? Un juego es teatro, se debe performar, sino se performa no es un juego, no es nada, es en esencia una quinésica, por medio del juego se pueden hacer muchas cosas, entre ellas sentirse feliz, distencionado, para Huizinga, [1944](1980) jugar es una actividad voluntaria, realizada dentro de ciertos límites fijos de tiempo y lugar, según reglas libremente aceptadas pero absolutamente vinculantes, teniendo su fin en sí mismo y acompañado de un sentimiento de tensión, de alegría y conciencia de que es "diferente" de la "vida ordinaria".

Este juego al que me refiero y que difiere del que plantea Geertz es el que he llamado como experimental, es un juego como un experimento, a diferencia del juego como una metáfora, aunque este por supuesto que es importante a la hora de presentar una etnografía experimental. Se experimenta a la manera de los científicos, con unos objetivos trazados de antemano, o de manera espontánea, sucede simplemente. La experimentalidad es una práctica que trasciende la conciencia, es como aprendemos muchas cosas, y nos desenvolvemos en la vida. El famoso ensayo y error, es una metáfora de la experimentalidad. Cuando planteo el trabajo de campo a través de un juego se espera siempre recorrer sobre estos dos sentidos de la experimentalidad, del ser y el conocer, de esperar que el juego pase de la manera más natural posible así tengamos objetivos trazados de antemano. Estos objetivos por supuesto son oscuros en la medida que las personas que participan los desconocen en el momento, un experimento sorpresa, o pueden ser claros cuando las personas alcanzan a conectar de manera intuitiva el propósito del mismo.

jueves, 1 de octubre de 2020

Facultad de Ingeniería de la Basura

Un o una ingeniera de la basura se dedica a gestionar fuertemente la minería de la basura, su objetivo es aprovechar al máximo los materiales que brinda la basura y que se pueden reutilizar para hacer otra tecnología, seguramente hay de todo, plástico, papel, cobre, metal, todo lo que busca y requiere el mercado tecnológico. La tecnología, la inversión y todo el ahínco debe estar dispuesto en hacer útil nuevamente la basura, eso no le quita que en realidad la cura es no producir ese nivel de basura. Lo importante acá, es que el mundo de los negocios debe estar fuertemente volcado sobre ello. Lo que digo es prácticamente una instrucción desde el capitalismo y de manera capitalista, no será el volantín ontológico epistemológico reivindicativo y revolucionario, pero podría ser algo que se ocuparía de algo muy importante: la basura. Bienvenides Ingenieres de la Basura.