jueves, 8 de mayo de 2014

Cuantos pelos tengo en la cabeza.

Que siga sucediendo,
que consiga acaeciendo,
que mientras hagome chicote
el asombro nuevamente
saca su chipote.

Freido en aceite caliente,
al baño de maría
o con cocinado con agüita
lo siento venir
siento su sabor
del sueño prometido
de la fe en el creador.

De esta obra de arte,
de este videíto
de este paseíto
no hay que molestarse
ni sentirse culpable,
mucho menos reprimirse
o deprimirse por ocultarse,
si ante dios no hay nada oculto
él sabe cuantos pelos tengo en la cabeza,
sabe cual es el remedio. 

Parar

Parar,
que si hace crash,
es mejor parar.
Tomar un aire,
porque hace falta aire…

Lo que es idea
y lo que no es ni siquiera idea,
lo que es palabra
o lo que no se puede decir,
ni se puede escribir,
ni se puede hacer.

Parar,
es mejor parar antes de seguir,
con lo que no se esta seguro si se quiere decir,
si las reglas de la gramática hagan añicos la imaginación,
capaz de hacer la proeza,
cuando es el corazón
y no con la pereza.

De lo contrario es engaño, es disimular,
y eso si que no, eso si que no,
porque se trata de manifestar
una mente tranquila y creativa
capaz de no solo imaginar y sonreír,
sino capaz de sufrir y construir.

Es el ejemplo,
la enseñanza del guerrero
del que es valiente y decidido,
no teme al que dirán
Y se expresa con honestidad.

Parar,
se puede seguir,
con el permiso de la verdad,
es mejor parar,
ver a los  dos lados de la vía,
tomar la imagen de la gracia
y hacerlo sonreír,
emerger desde adentro,
donde se siente con entrega.

Agradecer, y agradecer,
porque esto es un regalo
y es conmigo,
me hablas de cerca al oído
y guías mis destinos.

Encuentro subito.

En la llanura distante y frígida, en el atisbo inalcanzable del paisaje circundante, en el cubículo de un instituto llamado ECOSUR, pegándole al teclado, siempre buscando, lo que no sea lo enojado, fue entonces cuando salí y regrese, el cielo se nublaba, y en estas cosas me quedaría, sino fuese por el encuentro de aquel día, con el ángel de la virgen maría y la angélica luz que la envolvía…., jocosamente hiciose y de repente un fuerte remesón el corazón arremetía, con la única furia que el océano puede pegar, con el único ahínco que el fuego de las islas puede aquí evocar, como quien por un momento siente que lo mejor está por suceder, aunque ya este perfecto…. 

Pensamientos de Aurelio Gallo después de su enfrentamiento con los científicos piratas.


En una de las pocas aventuras que se puede dar cuenta de la vida de Aurelio Gallo, se cuentan un par de esas en que con alguna malicia, no exenta de menesterosidad, se enfrentó a una tanda de rufianes que defendían unos puntos de vista ajenos a su razonar. Se piensa que no fue justo por parte de Aurelio Gallo operar de la misma manera, pero mucho a él lo embejuca que no se trate con humanidad al ente investigativo, sino como a una computadora a la que se le hace click para que saque resultados, para que diga cosas, y trate con problemas, como si eso en algo le importara a quienes de cerca viven el problema. Pero es que resultase que Aurelio Gallo era más un alquimista que un químico vermicular, prefería este las artes sensoriales y de la experiencia, que lo que en muchas reglas de la lógica y la experimentación se busca formalizar. Como presidente en pleno del Escuadrón General de la Revolución de la Recocha, algunas medidas de facto se tomaron en contra de los piratas que buscaban convencer a un noble auditorio de lo que para ellos era el sano razonar, y forma de administrar las vicisitudes de la vida, olvidándose de la dignidad, olvidándose de lo dulce, en un ritual cruel donde se busca acabar con el expositor. Vendrían batallas quizá más crueles, que de pronto lo sacarían de las ropas y retaría a duelo a los tiranos bucaneros, desenfundaría su ambil mágico, para hechizar y corregir, sin ningún pomperio, con poco de improperios, porque así el corazón arda con la furia, así se quiera cambiar todo de una vez, eso no es así, ni va a suceder, pero hay que tener fe en que las cosas puedan cambiar, y trabajar con inteligencia y corazón en el dia a da de la vida, poniendo mas atención a las cosas importantes, restándole importancia a las informaciones que deben capturar otros pero no el profesor, el profesor Aurelio Gallo, fino maniobrador a la hora del recreo, conjurador de las cosas del destino, para que este sea, así sea, un poquito más lo divertido. Preguntábase muchas cosas, en las iniciaciones alquímicas de la estadística compleja, preguntábase eso pa que servía y si tal conocimiento era el que buscaban realmente los llamados estadistas, pero aun así dudaba, desconfiaba de la veracidad de la información, por no ser simple ni venida del lenguaje común, y aun haciendo un llamado a lo complejo, solo podría encontrar sentido cuando de divertir el sieso se tratase, y de comprender que la única estadística que le debía interesar, era aquellas que era alquimia, que tenía poder, y chance de transformar. Acordose entonces de todos los científicos, de aquellos que pasaron por la tierra y dejaron descubrimientos implacables, su bronca no era con ellos, sino con los impostores que con soberbia disimulaban seguir a tan grandes sabios. Un Einstein, un Lamarck o un Pasteur quizá no fueron solo reconocidos por sus conocimientos científicos, sino por ser personas con mas que una pizca de corazón. En estas y otras conjeturas se encontraba Aurelio Gallo, afinando la paciencia, mordiéndose la lengua, consintiendo el fuego eterno que en el corazón y la verdad se encendía, mesurando un poco la actuación para no ocasionar la afectación, esa que hace ver la escena, como un acto impostado y fastidioso, y que se acrecienta de mucha manera cuando la maniobra se adhiere al fino razonar.

El chequeo es verdadero

A veces sueño como que ya, la continuidad del espíritu creador toma el dominio de la situación y no lo suelta en ningún momento porque lo hace y lo hace diariamente, a veces sueño con ese momento, de vivirlo, de tenerlo, abro los ojos y veo que todos sucede, pero en parte, porque en la otra no sucede, y el reloj avanza, y la mente configura el tiempo, atrae el fin, y lo hace su presente. En ese momento todo se torna extraño, como si no se pudiere malgastar el valioso tiempo en dejar y buscar a la misma razón lo que quiere realmente, enfrascándose en un augurio, que como himno nacional habla de viejas batallas, pero de pocas realidades. Preparar el corazón, y afinar las artes de la vida, no se trata de buscar lo bello por lo bello, ni de volverse un farsante de la escena social, la búsqueda es verdadera, el chequeo es verdadero, el florecimiento es una misión, y no más que una misión, hacerlo es la mejor opción, dejarlo es una sin razón. 

De Teatro a Clown: reflexión sinckuanperfecta del profe Aurelio Gallo

Cuenta Aurelio Gallo, inventor y escribiente de esta historia, que en esas mismas que se facía lo facerido, despertó temprano en la mañana queriendo entender porque en cosas del teatro se conversa con tantos espíritus a la vez, como si no hubiese manera de escapar a la interpretación de algo que sale solito, sin mucho esfuerzo. Ni sobra ni falta de aquello que se conoce como el tacto del acomedido, que la imposición muchas veces en las tablas debe ser dominante y contraria al yo que se cree que es yo, solo así puede haber un personaje de teatro, que no lo es por el solo hecho de estar ahí montado, ni porque tenga publico alrededor, sino más bien por la puerta que abre en la corona a las muchas manifestaciones que el espíritu pueda tener. El clown, es algo parecido, pero mucho menos expuesto a lo impredecible, así su esencia sea la sorpresa y el dejarse llevar, la delicadeza con la que el clown penetra en los ojos de otras personas, no lo puede convertir en un rol implacable que se quiere comer todo el escenario, a todo el público y a él, mismo, deja jugar, baraja la situación y la propone a una lentitud tal, que pareciese que en el hacer nada está hecho. Siendo Aurelio Gallo no docto de estas áreas del teatro ni del clown, su opinión se hacía poco importante y mucho lo confusa, pues en su análisis castraba el lenguaje de destino que tenia eso para sus vidas, en una sopa que se conjuraría como un cucharon cuando revuelve un sancocho, como una brujita su pócima mágica, o un encantador a los ojos de lo conquistado, además, Aurelio Gallo, nunca tuvo noticias de esas artes sino fuese por su primo Silvigilio Jasopa, quien contole la historia de Rosquejin, y del farsante de teatro, que supuestamente mejoraba la salud, y armonizaba la comunidad cuando sus disparatadas obras presentaba en el escenario. Sobre esto y muchas otras cosas íbase tratando la historia, tratando de encontrar el norte, pero solo al sur se dirigía su camino, pasaba al lado oriente, y al occidente, como sin rumbo, pero con la confianza de que en el sin rumbo, un claro destino de esperanza se le dibujaba, puede que estuviera loco, pero ya era demasiado tarde, ni los ejercicios de la razón sinqcuaninperfecta podían evitarla, y ya eran parte constitutiva y viva de esta historia, esa que pensaba que la maestría no era un estudio docto ni una retórica de académicos desocupados, sino aquello que se hace con el corazón, y nada más que con las ganas de hacerlo, y así mismo se convierte, pero con la clara aclaración que nunca sería posible si no se rompe el cascaron, y se lanza nuevamente a alguna de las aventuras que mas le gustaba vivir, esas que además dejan extremos sentires, y sucesos graciosos, cargados de simpleza y honestidad en las palabras. Cual sería la idea, la luz del bombillo que sus augurios prenderían, la manera no de escapar sino de transformar las cosas que ahora a su alrededor mágicamente aparecían, los embates de salud son señales que recuerdan esas cosas que están anotadas en la libreta de tareas de la vida, como un devoir, pour vendredi, samedi, o dimanche, no hay día ni hora para prenderle la turbina a lo que se debe hacer en estas, y todas las tierras, que se han de visitar.