jueves, 27 de noviembre de 2014

Es noviembre.

Era 2 de noviembre. El frío helado del aire acondicionado penetraba la escaza ropa que me había traído de Cancún. De reojo miraba las colonias y parajes de la entrada a la ciudad de San Cristóbal. Los contrastes eran seguidos, casas de bloque gris cercanas a bancos de arena, montañas, carros, gente. Bajé del autobús, agarré la mochila, y estaba en una ciudad colonial, indígena y turística, tal como la había visto en internet.

-¿Dónde queda el centro? –Pregunté a una señora.

-¿El centro de qué pues?

-De la ciudad.

Señaló con su mano una dirección, le agradecí, me di vuelta y un olor que no podía identificar se apoderó no solo de mi olfato, sino de todos mis sentidos. Olvidé por un instante mi afán de llegar al centro, las casas coloniales ya no eran de colores vivos, sino de adobe desnudo o pintadas de blanco. En las calles no había carros, sino carretas, asnos y caballos. Justo detrás de mí una multitud iracunda perseguía a un indígena.

Agárrenlo! –Gritaban.

Traté de esconderme pero me fue imposible, la turba pasó tan cerca que creí me iban a aplastar, pero ni siquiera me vieron. Busqué a la señora que tenía hace unos segundos al lado pero no estaba. Las campanas de la iglesia sonaban, todo olía diferente, a boñiga de caballo, a polvo seco, y a muerte. No sé porque me olía a muerte, si no sabía a qué olía la muerte.

Atemorizado caminé por las polvorientas calles mirando cada casa, cada persona, tratando de encontrar una explicación a lo que sucedía. “Es dos de noviembre, día de muertos, todo debe ser una celebración popular”, me decía tratando de escuchar algo que sonara familiar, pero todo lo que veía era extrañamente ajeno e irreal.

Legué a la plaza y la turba había agarrado al indígena y lo tenía amarrado. “Ladrón, ladrón”, gritaban furiosamente, mientras lo golpeaban y desnudaban, exhibiéndolo  con sevicia. Traté de mantenerme aparte, pero mi indignación explotó:

-“No más, no más, déjenlo!”- Grité, pero nadie me escuchó, ni siquiera se percataron que yo estaba ahí, al parecer solo era un testigo mudo, invisible a la atrocidad que presenciaba.

San Cristóbal no parecía ese pintoresco retrato que había visto en las páginas de internet, sino a un polvorín, sucio y con olor a muerte. En ese momento recordé a mis seres queridos, a quienes no vería nunca más, sino salía de ese limbo indefinible del tiempo y la memoria en que había caído. Los lugares que recordaba ya no estaban claros, ni siquiera estaba seguro si ese lugar era realmente San Cristóbal, o cualquier otro del mundo donde las cosas ya no se nombraban por lo que eran, sino por lo que se creía de ellas.

Poco a poco fui desvaneciéndome entre la impotencia, la arena del suelo, el olor a muerte y las campanas de la iglesia. Los gritos del indígena retumbaban en mis oídos, el mareo debilitaba mi cuerpo y amenazaba con dejarme caer. Recordé la imagen de una ciudad, con casas coloridas y turistas sonrientes por sus calles, con indígenas vendiendo cosas y carteles que recordaban a los 43 que ya no estaban. “¿Era San Cristóbal?”

Entonces comprendí que ese lugar no era real, y las imágenes que lo vendían en catálogos de agencias de viajes solo podían hacerlo con mentiras para atraer a personas como yo, personas sin ningún interés en aceptar que el olor a muerte no solo es algo conocido, sino es el propio olor y no se quita nunca.

“Es noviembre, día de muertos”. Pensé


lunes, 17 de noviembre de 2014

Conversaciones con Altieri


Confieso que el 98% de las veces que he trabajado directamente con la naturaleza ha sido para su destrucción y no para su recuperación, en el colegio, en la clase de agricultura, usábamos agroquímicos y asi tener tiempo de estudiar a los exigentes exámenes de matemáticas, mamar gallo, vagar, y aventurar. Otra opción era deshierbar el surco a mano, y eso teníamos que hacerlo repetidas veces en clases, recreos, mañanas y tardes, pero no era suficiente, llegaban las vacaciones y lo mas triste era perder las cosechas, entonces muy fácilmente accedíamos a echarle una rociadita de round up al surco, para que desapareciera esa maleza que nos hacia quedarnos durante horas retirándola mientras la ciudad con sus diversiones nos llamaba. La aventura estaba afuera, había que ir por ella, los conciertos de rock, las películas de cine, y muchas vagabundeadas y destineadas por la vida.
Esto lo pensé hoy durante la conferencia de Miguel Altieri, quien vino a ECOSUR a una muy productiva e interesante charla donde habló de la agroecología. La reunión dejó simples conclusiones, y muy importantes para el movimiento agroecológico que abrazan técnicos, investigadores y estudiantes de esta institución y de muchas otras. La confianza científica, y el apoyo moral a su propuesta, lo hacen una alternativa importante para el problema de los alimentos ¿Que si es la única posible? No creo, hay otras que se hacen que no son agroecología y también pueden ayudar sin sacrificar la diversidad alimentaria, por los juegos uniformizantes del capital financiero y corporativo.
La agroecología sería la única opción en un mundo donde no se sabe hacer uso de las ciencias genéticas y moleculares en favor de la vida y de la madre tierra. En algún momento cuando este planeta ya haya acumulado tanta entropía, que quienes vivan estén tratando de parar alfileres, la vulnerabilidad producida por cualquier cambio en la demanda de alimentos en China, o en las libertades industriales de los Estados Unidos, hará que agroecología sea la única opción de adaptación en este mundo.
Para la agroecología  no todo es color de rosa, pues están los que piensan, que es mas fácil hablar de las bondades agroecológicas que hacerla a diario. Con los campesinos la cosa es demostrándolo en la realidad y no en los argumentos inspiradores, o en palabras bonitas, sino desde una perspectiva prágmatica, mediante un conjunto de actividades probadas que dieran confianza a los campesinos, investigadas, sistematizadas y construidas por un profundo dialogo entre saberes tradicionales y científicos. 
Altieri y sus ecuaces están impulsando un movimiento que busca la pluriformidad y no la uniformidad alimentaria, corporativa y capitalista. Se anima un movimiento que no tiene la necesidad de llegar a pretensiones científicas, aunque lo pudiera en cierto grado, para buscar actuar en el espectro político, social, cultural y financiero. En la reunión se resaltó lo importante que es contar con organización y acción política territorial, si la agroecología fuera una simple ciencia que buscara objetivar el conocimiento creo que no fuera tan interesante como la presentaron en su campo de acción, en la batalla por las ideas, esas que influyen las decisiones políticas sobre los agroecosistemas del mundo.
En fin, en medio de este debate, yo solo pensaba que cuando estaba en clases de Agricultura en el colegio, yo prefería echar el fumigante para que no crecieran las hierbas que considerábamos malezas. Pero sino fuera por el round up, no hubiera podido aprender las cosas que estudié en el colegio, deshierbar a mano era una tarea larga, que por supuesto también teníamos que hacer. La conservación del planeta, como la llamábamos, era importante, pero el futbol, las fiestas, las aventuras callejeras y los recreos, también lo eran, y más que la “conservación del planeta”. Al fin y al cabo éramos hijos de una sociedad que nos obliga a ser esponjas infinitas de niveles de información, que muchas veces terminan tergiversando el sentido de la vida en aras de ser competente y triunfar en la vida. Triunfar en la vida, no quería decir que la vida triunfara.
La vida moderna trae todo tipo de contradicciones, entre las cuales se encuentra esa extraña paradoja que cuando se busca el mayor confort lo único que se logra es la inconformidad de otros. Tener más solo es posible a consta de que otros tengan menos, y a liberaciones de entropía mayores. La conversación con Altieri me gustó, porque agarró el sartén por el mango cuando se refirió a la pobreza como una condición ante todo psicológica que se puede destapar si asi lo trabajamos. Fue muy pragmático en sus propuestas y miradas, destacando la historia de la agroecología latinoamericana, buscando acrecentar su movimiento.

Toda la conferencia me mantuve callado pero en dialogo profundo con mi conciencia, buscando en los extramuros un chispazo que me dijera cosas como que todo eso que se promueve debe hacerse de manera alegre y divertida, la gente de estos tiempos lo que más le gusta, y lo que mas dispuesta esta a realizar, es divertirse. El tiempo libre es el bien más preciado, y no muchos están dispuestos a sacrificarlo en actividades como deshierbas el surco de las hortalizas. Hay que aprender a divertirse por supuesto, todos debemos hacerlo, divertirse debe pasar de ser una acción de mera autodestrucción a una de autoconstrucción, y ahora que recuerdo, mucho de lo que hacíamos en clase de agricultura era divertido, sobretodo cuando se trabajaba en equipo.

Adiós Roberto

Y porque no mientras se pasan los tiempos echarse una ronda por una historia que hace poco sucedió. Me refiero a la muerte de Roberto Franco, una persona que merece, con todo el honor del mundo, inspirarse y echarse aquí unas rolas de escritura para recordar a este gracioso y divertido personaje que algún día conocí en Tarapacá, a la segunda semana de mi llegada, un domingo del año 2009.

Era mi segunda semana en Tarapacá, aun no entendía donde había llegado. Sentía una clase de contradicción extraña en el estómago, el yo civilizado no renunciaba a morir, mientas el salvaje luchaba por nacer, en ese proceso, esa mañana de Domingo, se bajó del avión Roberto con Javier Ortiz y nos presentamos. 

Como si ya nos conociéramos, así fue que nos conocimos con Roberto. No me acuerdo como, pero a pocos minutos de hablar con él y con Javier, ya yo era parte de la tripulación, de la expedición que partiría a socializar el proyecto en las comunidades del río Cothué. Roberto y Javier se comportaban como vecinos, algunos reconocían a Javier, y a Roberto, saludaban, recordaban nombres y apellidos, como si fuesen una especie más de la fauna amazónica, esa que yo apenas empezaba a vislumbrar.

La comisión que partió para el río Cothué estaba compuesta por Nini, Manuel Miranda, Javier Ortiz, Roberto Franco y mi persona. Los dos primeros funcionarios de parques, los otros del PNUD, y el ultimo el colao del Sinchi. Llegamos a Lorena, a la cabaña de Parques, y encontramos que estaba cerrada con llave, y que “El diablo” u Orlando, funcionario de Parques, no la había dejado. Se escucharon muchos insultos contra “el diablo” en ese momento. Nos resignamos a tener que hacer una operación de apertura de puerta con sacada de tornillos y despegada de angeo para poder entrar. En esas, alguien leyó un letrero que decía, “las yaves están debajo del tapete”.

Ese recorrido incluyó la comunidad de Santa Lucía, Ventura, y Caña Brava, a esta última solo entramos y nos fuimos pues la comunidad estaba totalmente peda de masato y chicha. En Caña Brava Roberto me contó una historia, que hay palabras en algunas familias lingüísticas del Amazonas que tienen raíz en el Tupi Guaraní de los indios del Paraguay. Los primeros misioneros trajeron indígenas del Paraguay, ellos los ayudaban a comunicarse con la gente. Ese dato me pareció increíble. Como lo que sentí cuando supe lo de los “patones”, o “indios bravos” que yo pensaba eran espíritus del monte, pero no, eran seres de carne y hueso, los mismos de los que habló German Castro Caycedo en su relato de Julián Gil, en el libro Perdido en el Amazonas. Ese libro lo leí cuando estaba en el colegio, no como una tarea, sino por casualidad.

Roberto era una persona que sabía letra menuda, no era un historiador de generalidades, a él le importaban los detalles, los nombres, los apellidos, lo que vio, como era, de qué color, de qué forma, de que material, todo tenía sentido en su mundo de reconstrucción histórica, en su etnografía con la cual generaba diálogos de una profundidad que me dejaban de nuevo pensando que Roberto era un amazónico más en el estuche de un rebelde de cuna, un gozón y alegre personaje con un sentido del humor entre fino, grosero y negro.  Una verdadera caja de sorpresas.

La historia tenía que seguir. En el año 2012 me incorporé al equipo del Sinchi que trabajaría junto con el Ministerio de Ambiente el proyecto de Conocimiento Tradicional en Tarapacá. El día de la llegada, conocí a María Constanza. Era la jefa por el lado del ministerio. Nos fuimos de aventura por el río Cothué hasta buenos aires a hablar del proyecto, en esas, María Constanza pasó largas horas leyendo un libro llamado Cariba Malo, su autor: Roberto Franco. El mismo con el que había tenido la dicha de compartir otra pintoresca travesía por el río Cothué.

No se si María Constanza terminó de leer el libro en ese viaje, el hecho es que antes de irse me lo dejó con un autógrafo legalizado tras una llamada de celular a Roberto y firmado con la transmutación manual de María Constanza. El libro quedó en Tarapacá, leí la primera parte, se lo pasé a Sonia, y nos fuimos para el río Cothué. El libro desapareció, pasó al Septimo Cielo, y tuvo que volver más tarde para que lo pudiera leer, asi es la vida, demora lo que nos interesa.

El segundo encuentro con Roberto Franco sucedió cuando conocí a Patricia, su esposa, que trabajaba en el proyecto del conocimiento tradicional. Artemio fue el que me dijo, “es la esposa de Roberto Franco, el de los aislados”. La esposa de Roberto? Pensé. Que interesante, me respondí, arremedando mentalmente al compañero Harold. Nos conocimos con Patricia, le conté que al otro día viajaba Cucunubá con Paulis, y ella dijo que iba para Tinjaca, podríamos irnos juntos. Por supuesto, asentí, podríamos irnos juntos.

Esa mañana, nos despertamos con Paulis en la casa de mi abuela, era un sábado, Roberto y Patricia pasaron exactamente por la calle 92 con 16 y muy amablemente nos recogieron para llevarnos hasta Ubaté. Durante ese viaje no se si hablamos de los aislados, o qué, pero la pasamos muy bueno, con Roberto al volante, emulando los mejores momento de Airton Sena en las pistas de la fórmula Uno. Contó que en unos meses viajaría a Tarapacá.

Esa vez Roberto llegó con una comisión de Parques Naturales, y logramos conversar más a profundidad como era la historia de esos manes que vivían entre la selva, sin procurar la cercanía física de nadie mas sino ellos. El cuento de los aislados me puso a pensar muchas cosas, a mí y a todos los que estábamos en Tarapacá, a Harold, a Iván, Jair, Teo, Fausto, Victoria, y a todos los que andábamos por ahí.

Al año siguiente  Roberto vuelve a Tarapacá, ya había salido un borrador de una propuesta de Ley aprobada para la protección de los aislados, el libro de Roberto tuvo un impacto importante entre grupos  y organizaciones que se dedican a temas indígenas, políticos, de defensa de la autonomía de los pueblos, a ser respetados por lo que ellos decidan sobre sus vidas. El tema fue ganando atención y mayor conciencia sobre el hilo que separa a los Yuri y Passé de nuestras vidas. Esa barrera debe ser respetada y no ser objeto de fisgoneo. El hilo es frágil, aprendamos y no repitamos las mismas cagadas.

En la comunidad de Puerto Nuevo obtuve noticia que el curaca, quien había sido guerrillero en los años noventa, tenía una historia que contar acerca de los yuri y Passé. Aprovechando que Roberto estaba en Tarapacá, acordamos un encuentro y una pequeña entrevista en la cual participé, escuché de parte del curaca como estos pueblos usan las mismas trampas para cazar dantas y borugas para alejar a los intrusos.  

No siendo poco, una tarde Roberto me pide el computador prestado para abrir un mail, se lo presto, se conecta a internet y lo baja, deja una copia de seguridad en las descargas y obviamente yo, con mi curiosidad y las ganas de buscar lo que no se me ha perdido lo abrí, era un informe con las coordenadas exactas de las malocas, imágenes de satélites, y una ruta de transeptos para monitoreo. Encontrar ese documento me puso nervioso, porque lo creía un documento secreto, (ahora sé que eso está a la mano de quien pague un servicio de fotos por satélite), en ese momento sentí estar desentrañando los archivos secretos de la KGB y la CIA juntos.

Mi asombro fue tal que tuve que hacer una llamadita de rigor, necesitaba hacer partícipe a alguien de mi hallazgo, gracia a Dios tengo a quien, a un amigo, a William, para no solo contarle sino también enviarle el documento, William era la única persona en la que yo podía confiar para manejar esa información, su corazón abierto sería una ayuda para los Yuris y Passés a vivir como les venga en gana, sin metérseles al rancho.  Willisito lo garantizaba, y se lo compartí para vivir la emoción de una manera más jocosa y divertida.

Parte de las tareas de Roberto en Tarapacá y La Pedrera era dialogar con las organizaciones y autoridades indígenas sobre la tarea de crear una red de organizaciones indígenas encargadas de velar por la protección de sus áreas de influencia, manteniéndola despejada de colonos, cazadores, pescadores, antropólogos, misioneros que quisieran acercarse a sus territorios. El cinturón encargado de vigilar el territorio estaría entre el rio Putumayo y Caquetá, entre la Chorrera, Araracuara, La Pedrera y Tarapacá.

La noche concertada para la reunión prometía grandes emociones, por un lado ASOAINTAM hacia parte activa de la discusión, Harold, Teo, Falcón, Chucho, Tortugo y los Pipo conjeturábamos al respecto, siempre compartiendo el asombro y la admiración por personas que tomaban la decisión de permanecer por fuera de la babilonia, donde estamos el resto (entre comillas). Pero en fin, de las historias que cuenta Roberto es que los aislados hacen llover a quienes se acercan a sus territorios, su trabajo espiritual también atiende las misiones de defensa del territorio colocando espíritus protectores a sus alrededor.

Comenzó la reunión con una proyección de fotos que Roberto pasaba a una velocidad acelerada, cuando todos queríamos verlas lentamente, en medio de la reunión, se viene un aguacero durísimo, “cortico pero sabroso”, un aguacero que hizo difícil el dialogo esa noche en un recinto cubierto por teja de Zinc, los aislados no querían que habláramos de ellos, y nos lo hicieron sentir. Pero como somos testarudos, igual se habló, se escuchó a Roberto, terminó la reunión y nos quedamos con los pesos pesados de ASOAINTAM, en una confrontación sincera sobre todo lo que había atrás, de la manera como se han sucedido las cosas.

Sin pretender predecir la suerte de los Yuri y Passé, para donde van, más vale la prudencia y el respeto. Las organizaciones y comunidades deben ser conscientes y emprender campañas de enseñanza en pro de la protección de los Yuri y Passé, lo que significa velar porque no se meta nadie, si ellos quieren salir algún día, que no sea por presión de este lado, que sea una decisión plena y consciente, no producto de una tragedia de enfermedades, presión por recursos, grupos armados, mineros, investigadores o misioneros que los presionen. Nada de eso, la historia no se puede repetir.

Pasando a otro tema, cuando Roberto iba a Tarapacá siempre salían divertidos Passéos compuestos por la fauna sinchistica de la comarca, Passéos al pozo, por la pista, cuando las cosas se ponían mas graciosas, Roberto siempre remataba con un apunte que decía: “nos divertimos barato”. Recuerdo con mucha risa como Roberto se le escabullía a una señora que le proponía cada cinco minutos que fueran a misa, ver la cara de Roberto, de horror y de espanto, era muy gracioso, igualito a Lee Marvin (La leyenda de la Ciudad sin nombre, con Clint Eastwood, buenísima, con el perdón de Clint).

Hace pocas semanas me enteré que Roberto murió en un accidente de avión entre Araracuara y Florencia. La noticia me la dio la tía Gladis. Recordé una vez que Roberto me contó sobre una travesía en avioneta de seis horas, historia que culminó con una exclamación “que susto tan hijueputa”. Una avioneta con una pinche hélice adelante, sobrevolando la selva, el territorio Yuri Passé. Roberto me contó la historia de un investigador que murió buscando tribus aisladas en la selva, con un tono que hacía notar el susto de solo pensar en ello. También le escuché a Roberto varias veces hablar sobre como los Yuri y Passé acuden a su manejo espiritual para alejar a quienes se acercan a ellos, con trampas, arreciando tormentas, usando la mente y el manejo de fuerzas de la selva, Roberto sabía que él estaba cerca.

Aburrido quedé cuando lo supe, pero al fin y al cabo me demostró que el destino es el destino y lo único posible es cumplirlo. Ya no habrán más paseos con Roberto por Tarapacá, me complace pensar que lo poco que lo conocí nos divertimos, la estima y el respeto fueron recíprocos. Ya no habrán más historias sobre la amazonia al estilo de Roberto: el dato menudo, al relato apasionante, con testigos con nombre y apellido (si se podían revelar), fuentes históricas, recorridos de campo, todo para que quienes por alguna razón estamos trabajando en la amazonia, cerca del territorio Yuri y Passé y quien sabe cuántos pueblos más en aislamiento y resistencia voluntaria, seamos conscientes de la responsabilidad que tiene ser vecinos de los indios bravos, aislados, patones…, sean quienes sean, son humanos.



Adiós Roberto muchas gracias, a donde quiera que esté, gracias.

Tianguis amazónico

Hasta que yo no me convenza no me siento satisfecho, es extraño buscar algo que nunca se ha ido, tratar de definir lo que ya está dicho y charlado en la maloka, que está ahí, claro como el agua, pero que por cuestiones de la aceptación académica, que realmente no es esa, sino la mía, o el que dirán, o la letoquitis, que se da vueltas haciéndolo mucho lo más complicado. Otros harían otras cosas pero no lo que yo haría, y yo no se lo que haría, lo que lo pone aún más interesante. Ese tipo de pensamientos los tengo todo el tiempo con mi tesis, el como que si pero no, lo mismo pero diferente, o si pero no nuevamente, como un espiral sin fin que nunca acaba, si es que acaba…

De algún modo hay que persistir en el intento, se trata de darle la forma y contenido adecuado al cumplimiento de una misión de la cual yo hago parte, porque es galáctica y misteriosa en su esencia, nadie sabe lo que pasará con ella, cobrará vida propia, tendrá hijos?, asi juegue a que lo busco, construyendo un protocolo que habla y habla cosas lo muy graciosas e interesantes acerca de todo un razonamiento no se si infructuoso, por algo que es mas de voluntad que de cualquier otra cosa. Solo recuerdo muy bien un momento, cuando me baje del avión de Satena por primera vez en Tarapacá la palabra que surgió en mi mente: gracias Dios, bendice a este lugar, bendícenos a todos.


No se pueden dejar cosas de lado, porque el estudio que yo necesito es muy costoso y se trata de hacer un estudio prospectivo en el cual se indaga por la capacidad económica con la que cuenta un grupo dado, en este caso, el de los tarapaqueños, para participar como clientes, productores, vendedores, y animadores de un Tianguis amazónico. Pero la pregunta es que se requiere para producir ese espacio, cual es la forma de la inversión de energía que se debe llevar a cabo. Lidiar con el gusanillo que le dice a uno al oído que no se ha hecho espontáneamente una plaza de mercado no es fácil, solo hay que confiar en esas palabrejas de Polanyi que recuerdan que las cosas solo empiezan a existir en cuanto se les da vida…seguramente si hay “placillas de mercado”, escondites secretos por donde se bombean las arterias del flujo energético tarapaqueño…solo hay es que saberlas reconocer en su estado evolutivo. 

Se goza de descordinar la escritura rápida y natural

Por algún nombre hay que empezar… para darle cuerda al sieso, para que narrase lo que sucediese, pues resulta que como representantes de la locombie entramos en las huestes del parche locochon…como su palabra lo indica viene del parche de Dick Tracy y lo locochon de Darinka… ese que por cosas de la providencia vino a dar regocijoso y sabrondoso colchón a las locurillas de este el escribiente, como empresas vivas de sus días. Pues si no fuese en los huesecillos del elixir experimental rosquejinoso, serioso y aventadoso, para darle al cuerpo los mejores regalos, como el que se ha recibido hoy con el Kung Fu, nada tendría tanto sentido como ahora hasta aquellos recuerdos  de Leonardo y su otro hermano Ninja en Chía, sobre la avenida Pradilla, con Camilo y Mateo.
Esa parte es interesante, pero no la mejor,… porque la mejor llegó cuando este pobre escribiente cayó derretido y no sabía ni quien era, lamentaba el momento en que decidió decir, “si vamos a Kung Fu”, muchas voces me dijeron “huevooooon”, “marica” e “imbécil”, también inútil, no puedo decir que no me importa porque si me importa, tengo la certeza y siento que es un regalo de Dios que debo tomar, pero mi cuerpo es débil y tima a mi mente, diciendo que no es capaz, como me sucedió jugando Futbol, en un momento sentí que una energía me bloqueó a participar en ese proyecto de querer parecerme a Javier Zannetti. Es como si de repente se siguieran transmutando los cristales que me dieron ese legendario seiko sudachi us! Pero esto es kung fu, se dicen otras cosas como kiaaa!!! Lo que mas me gusta es que pase lo que pase lo bendito ya está hecho y se va a suceder como sabiéndose que se sabe y ahora si que me confundo, como diría el paisano: “lo mismo pero diferente” “si pero no” o “ambos dos”.
Y habiéndose sucedido esto asi… algunas consignas se recuerdan como aquella que dice “revolotear el avíspero” como lo hacía Corinito con las chicas de la Locombie. Y entonces la estrategia Bourdienseña sería eso de hacer un sancocho de estructuras e hilos que mueven estas cosas que se llaman sociedades. Conectar los hilos, enlazar mundos, cruzar historias y conocimiento cercano. Al fin y al cabo se trata de compartir y el parche locochon no puede quedarse en una simple Locombie, pos debe mas explorar en la gestión de la vida real y acercar cuerpos, hacerlos cooperar, para que sus almas se sanen, se amen y acepten. Sino es por ahi entonces “dejémonos de mandes”, o “dejémonos de actuallys”, como dirían esas arcaicas ciencias del destineo interminable.
Entonces no siendo esto así, resultase que se fué sucediendo, como peliando a toda mecha, como lo hace Kung Fu Panda cuando se embejuca y se toma confianza. Arreglando las gramáticas circuncidianas del aristos de orion y jupiter, en una triangulación espacial de lados equidistanciosos y además mucho lo muy jactanciosos, esas son las ciencias ciertas de Scooby Doo, esas que juntan metales y dan por origen milagros, como convertir el plomo en oro.
Oh pero que misterioso, oh pero que cosa lo mucho muy de secretoso, como esas logias que estudian algo que niegan que realizan, la reunión secreta, la hermandad, eso serán cosas que quien sabe para que sirvan.. yo solo atino a decir que prefiero lo que es divertido y me da paz interior. Porque no queriendo nunca uniformizar al prójimo a mi propia imagen y semejanza, me quito esa idea de que todo lo puedo, cuando no es así. La buena noticia es que no importa, porque eso no es más que esa falsedad, de esa misma que por alguna razón también se sobrevino hoy en la conversación con Allen.
Todo esto son palabras para conjurar la realidá…para pasar el tiempo y la divertición, con la Purple de Jimi Hendrix, esa misma que llega a huestes de Pompeyolandia, por alguna casualidad de la pabliandia. Y que no se ponga el tono así como de que vamos cerrando el programa y la transmisión de esta noche…mejor echémonos una rola por la verdadera escritura de conjuros, esa que se interrumpe cuando el cursor se va para otro lado en el momento que la frase se está poniendo más buena… y que goza de descordinar la escritura rápida y natural. Quizá me convendría tomar el curso de mecanografía, aunque me convendría un teclado al cual no se le corre la cursorgrafía.
Cual cursor? Preguntará el filósofo posestrcturalista, “llegar a la libertad”, al “paraíso terrenal” a la plenitud y la alegría, a la paz y al amor? Ojala le sea suficiente al filosofo postestrcturalista estas razones pos la verdá no conozco mas… son puritica verdá y no me las  estoy inventando. He dicho! Al bicho, ni picho, y chicho…hay que cosa se siente subir, una culebrilla electriza cada capilar energético cuántico fractal complejo de mi cuerpo, haciéndome acordar de las bellezas del saber y del no saber, de la mentirología avanzada que se pregona desde pulpitos y canales, propagandas y parrandas…como algo contra lo que se lucha pero... Parece un trabalenguas mas que una poesía final, el nobel se malogró, Jorge barón también, seguramente el del balón de oro, o la de bronce en los olímpicos no eran para mi… pero que va si hay que vivirlo con el corazón… y no dejar a la mente que interfiera en sus cosas. 
Se teme ser cuando se ha de escribir de verdad, es mas fácil o irse por juegos interminables sin ninguna sinceridad, sin ningún sentimiento sino solo como una locochona fabrica de palabras. Pos resultase que toda esta historia habla de una gran quema hecha por mi mismo para mi salud y remedio, entregando al fuego las palabras y dándome el regalo de aprenderlas nuevamente. Que regalazo, se hizo una vez, y ya no considero hacerlo porque las palabras que cargo ahora traen sueños, festejos, alabanzas y agradecimientos, datos curiosos, escenas de acción, de comedia, de trabalenguología, o de cualquier otra guasonería que se me haya ocurrido en el camino, dándome la oportunidad de escribir sobre lo escrito, porque todo es luz y ha sido bendecido, hay sinceridad.
El hecho es que todo esta confabulándose para un momento super hiper mega apoteósico, espectacularmente espectacular, y ese momento es ahora, porque es, no mas que es. Destilando ese extraño perfumillo, ese aire anarquista que lo hace encantador pero tambien baboso y presumido, con un poco de espiritualismo indómito de converso a la fe cristiana, de revelado por los mismos misterios de las palabras. Eso no es mas que una máscara diría el crítico neofreudiano...es una introyección simbólica y sintetica del “ellos” en los anales del “ellas”…reflejando la imagen cognoscente del sujeto que solo piensa en términos del falo y esas mondades.

Recuperando el hilo que llevábamos en esta conversación, resultase que Allen me aconsejó hacer las cosas desde el corazón, por ahí es la cuestión, hay que centrarse en fluir desde ahí, la mente no se sabe para que sirve, al parecer es un órgano que usaban mejor los que eran como Lucy o yo que se, dejémoslo quietico y proyectar todo desde el amor mas puro. Suena drástico, si, lo se, porque muchos de mis aconteceres se van por el lado de la mente y esta no requiere de tanto estímulo para hacer su mejor función: pensar, etc. Buenas palabras se dijeron hoy en la Montaña con Allen, buenos sucesos nos esperan el viernes, las aristas del cristal mágico de la cooperación cercana entre las personas se activa en propósitos que sanen la vida, el cuerpo, el espíritu, la naturaleza, la armonía. Si que si.

martes, 4 de noviembre de 2014

Tiempo cíclico y contingente.

Sobre las fechas remotas que calculan los arqueólogos e historiadores que investigan en crónicas escritas por europeos, contrasta que la tradición indígena amazónica no lleva una cuenta numérica sino cíclica, contingente, observadora de la naturaleza, investigadora de la magia, de la física supramaterial, y la ecología de los seres del bosque. Cuentan los abuelos, que sus abuelos antes sabían hacer llover, con tan solo pensar que se haga, la naturaleza se movía y respondía, alcanzando un control suprasensorial y material que envidiaría cualquier director del Banco Mundial o de la WWF.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Creo pero no creo.

Creo pero no creo. Es la mejor manera que he encontrado para definir una sensación que me alberga, y es la idea del fin, no de la vida, sino de la humanidad. Puedo empezar por despojarme de mis propias creencias, o más bien prejuicios, como los que siento cuando escucho hablar del fin de los tiempos a algún religioso, o místico, me alberga una sensación de rechazo, quizá por la naturaleza de cada quien en preservarse, y evitar cualquier cosa que le recuerde que la vida no se trata solo de vivir, sino que de pronto hay una historia en todo esto, suena aterrador, sobre todo para quienes no lo asumen como tal. Otro prejuicio que me alberga es el de los científicos, cuando hablan de la transformación de la materia y ejercen su conocimiento, con un velo tal que no dimensionan lo que dicen, como si aquello que descubren nada tuviera que ver con ellos. Hay risas arrogantes, de todos los lados, de los que creen y de los que no, dejando la pregunta más profunda aun, que será verdad en todo esto? Pero de todos estos, el más grave de todos no es el del religioso ni el científico, sino del que escucha, acepta, entiende, y aun rechaza todo tipo de verdad. No sé por qué escribo de estas cosas con tan poca precisión, como si quisiera decir algo, pero aun no lo hago por cuidar la manera en que lo voy a decir, pero lo voy a decir, el mundo se va acabar, y nosotros nos vamos acabar con él, nuestros cuerpos morirán y la suerte será indistinta a todo, incluso a los mismos actos de los hombres, pero resulta que lo que se muere es el cuerpo, incluso la naturaleza lo puede hacer, pero entonces me pregunto que va pasar con toda esta energía, acaso la vida se reduce a lo que vemos, o lo que los biólogos definen como organismos vivos? Yo creo que no, la vida va mucho mas allá de eso, y por eso me sigue albergando la pregunta que pasará después de todo esto, seguiremos los mismos, de otro modo, en otro lugar, sobreviviendo y cuestionándonos, o todo será resuelto, la injusticia no existirá y todo será tan justo que no habrá nada mas por lo que moverse, o la voluntad se irá a la conciencia divina, o ahí estaremos nosotros para verlo, que estúpida e importante pregunta es esta. Pero dejémosla hay porque la verdad no tiene solución, a cualquiera solo puedo responder, creo pero no creo. Más bien la cuestión de vivir esta ahora mismo. Si, es muy fácil decirlo, no nos vamos a sentar a esperar la muerte, porque nada de esto tiene sentido, eso no lo creo, pero en algo si creo, y es que solo por creer que se hace lo justo, no necesariamente se está haciendo lo justo, debe haber algo mas, que afirme la justicia no por sus actos sino en su mismo ser, que es eterno. Así como una gota de agua es la prueba que el océano existe, así mismo el hombre es la prueba de que Dios existe. Digo yo creo en el amor, pero no en el amor por si mismo, sino en su principio divino, por amor estamos acá, Dios nos ama, vinimos a aprender a amar, el amor es la energía divina, la de la armonía, la belleza, la justicia, la caridad, la piedad, la compasión, la enseñanza, el amor viene de la gracia, de quien es amor en sí mismo, y Dios es amor. Bendito tú seas Dios, o por quien más podemos vivir, más que por realizar tu amor en esta vida, en este cuerpo humano que nos has dado, perfecto, y mortal. Si, Dios está en nosotros, a través de su Hijo. 

Escrituras apocalípticas.

Un recurrente efecto de la escritura y de la oratoria, es el de emplear tácticas enunciativas que pongan en falta al emisor hacia algo abstracto, superior y profundamente interno, hacer sentir el llamado, crear la estrategia de producción de la creencia, bajo un esquema de signos dispuesto de forma tal, que la única forma de leerlos es leyéndose así mismo, personalizando la señal. Más le vale a un religioso o a un científico ser reconocido como profeta que como escritor, la realidad objetiva solo causa influencia cuando la información se transforma en simbolismo. Para el religioso no solo es importante contar una historia, ni para el científico es suficiente con un diagnóstico de resultados, el sentido de los hechos develan un misterio, anuncian tendencias o marcan caminos para actuar, como narrando una historia que se vive en el mismo momento. Este poder es bien conocido por los sacerdotes y estudiosos de las sagradas escrituras, es el poder que establece una matriz de creencias, capaz de reproducirse y adaptarse al curso del tiempo. Para algunos lo apocalíptico no es más que un estilo literario, estimulante y fuertemente adictivo, pero para otros, la misma escritura es el objeto de la adivinación profética, porque mientras se hace, se puede llegar a sentir que no es la razón, ni el pensamiento de la persona la que lo hace, sino un espíritu que llega y profetiza.