lunes, 29 de octubre de 2018

Ciudad de la Luna


Una cajita de recuerdos se abre, su tapa es una melodía y los recuerdos son letras que se cantan. Quien estaba adentro no sabía, una voz siempre me dijo que no era yo, y así mismo lo asumí, me perdí en el destino de mi soledad. Pero la caja es musical, y cuando suena habla el lenguaje que no entiende la mente, hace vibrar una parte que dice y repite, si era yo el que estaba ahí. Leí, entendí, traduje cada palabra y si me vi, en la Ciudad de la Luna volando cometas y globos, en el árbol que tenía para subir cada vez que quería perderme en sensaciones que estrujaban a mi corazón. La amnesia, la defensa de quienes prefieren empezar su historia sin historia, enfrentar el día a día, simulando el olvido del pasado. Pero es imposible, porque jugábamos con pistolas en la Ciudad de la Luna, montábamos en bicicletas y nada podía detenernos, porque no imaginar y enviar una estrella, a un universo del cual no salí pero no volví a ver, yo sé que estoy ahí, y lo puedo sentir, quizá por ello aclamo por una segunda oportunidad en la Ciudad de la Luna.

Yo Soy


No pudiéndose quedar el considere sin cantar las cosas buenas que suceden, después de ver un pedazo de un documental que me estremeció las tripas. Hace unos segundos vi pedazos de un documental que me pareció interesante por unos minutos, pero pronto me di cuenta que no estaba preparado para verlo, que no era lo que mis ojos quieren reflejar, sino las visiones de la luz y el amor, y lo que pasa en un lugar donde lo que se percibe es dolor y desesperanza es muy difícil de querer seguir viendo. Los ojos merecen mejores imágenes, yo merezco mejores pensamientos, yo soy la luz, la abundancia, yo soy el camino, la verdad y la vida, yo soy, eso me enseño Armando en el último viaje a Puerto Nariño. 

Es el cuento, ir derecho al oficio pertinente que se hace con amor, sin irse por otros lados. Hacer la tarea, rendir honor al amor, a la belleza, la poesía y la buena obra, esa que se sabe que viene, la que no tiene que bajar la mirada a ver el teclado que eminentemente le toca ver, hacer el tipeo consciente a mi mente, aceptarlo como es y simplemente decir lo que se ha de decir, escribirlo con honestidad, con las limitaciones que tenga, aceptar, de eso se trata improvisar. O como más lo voy a lograr sino es reconociendo que en la concentración esta la puerta a la realización. De lo contrario es carreta. Para eso es importante tener en cuenta, que no es una tarea fácil , por lo tanto hay que trabajar y hacer esfuerzos, hay que gozarlo, hay que hacerlo libre de tinsillos.

El vuelo del lagarto, el que despega a las lejanías


Se fue y se comprobó, re reafirmaron los mitos y los peores estereotipos de la imaginación sociológica barata, la del “allá todo es una chimba, y acá una mierda”. Es duro de enfrentar esto, sobre todo si se comparten aspiraciones sea por contagio o por lo que sea. Berlín fue una chimba, nada más que decir. Los parques en los que jugaba Tomasito eran un monumento a lo bien hecho, pese al vandalismo que también azota a esta urbe. Los tubos en su lugar, las maderas bien curadas y sosteniendo telarañas que se cruzan como en un bosque con jardineras salvajes alrededor, de donde salen patos y liebres. El trampolín en acero inoxidable y en perfecto estado del parque de la Forckstrasse en Wilmersdorf. Nada que hacer. Seré hincha de todos los equipos latinoamericanos en un mundial pero lo que se vive en una sociedad que cuida de lo común es algo increíble. Y eso casi no pasa en Latinoamérica. Nuestras ciudades son un monumento al desorden, los parques están oxidados y la rueda rueda de pan y canela amenaza con salirse de su eje. Eso por hablar solo de los parques, porque no terminaría de escribir nunca porque vivir en Berlín es más sano que vivir en cualquier otra ciudad Latinoamericana como Lima, Buenos Aires, Río, Sao Paulo…y por supuesto Bogotá. La urbanización sin saber pa donde se va. Todo es muy bonito en Berlín. Definitivamente el desarrollo es algo que es inventado por los europeos, tienen esa razón, allá se ve claritico. Ser Alemán significa rentar en tiempo presente el valor del trabajo de su constelación genética, los alemanes de antes tributan a los de ahora, es el perfecto paso de la riqueza. El trabajo de los Latinoamericanos en cambio poco se queda, es más disperso, menos cohesionado, sociedades que no se encuentran, que se roban a si mismas.

La constelación es biológica

La constelación es biológica, y la primera constelación es la familia, claro que si, es donde se juegan los pedacitos de ADN para unirse de diferentes formas y crear seres únicos en el universo, los ratones tuvieron sus progenitores que a la vez fueron progenitados por otros roedores, la ascendencia, y lo que sea… en algo la ciencia y la religión se pueden poner de acuerdo es que todos venimos y vamos pal mismo lado, el viaje es realmente de todos. La familia originaria, los gametos que arrancaron la osmositosis del fitoplantros, toda una loza de corales que emergieron tras un erupto de la Pacha Mama, como por decirlo así. 

Es en las constelaciones a las cuales estamos atados donde se juegan los genes, se revuelven, se reorganizan, se rompen, recomponen y olvidan. Es una cosa difícil de imaginar por que no contamos con lo que nos permite verlo y entenderlo de adeveras, sin timaderas. Pero lo cierto es que en este arte de la creación de mundos son muchas las pinceladas que pudieran estimular nuestras vidas de manera positiva con los otros seres, diferentes biológicamente, pero, aun así, juntos, compartiendo el misterio de la vida. La idea de ser uno, de reconocerse como un todo, una dialéctica de esas que enseñaban en las finas aulas del departamento de sociología. 


Es poesía, hasta el fin se puede narrar con poesía, porque así es que se trazan los puntos de vector, las trazas de las dubis que no se intersectan con otras, las reglas del parqués, los mundos que se crean cuando poseemos unas cualidades que no reconocemos en los otros seres, como esto que estamos haciendo, leyendo, y yo escribiendo, mal por supuesto. Nuestra constelación biológica, o micro-macro constelacionismo, todo ese video, toda esa rima que se puede hacer parafraseando la objetividad científica, con acostumbrada frialdad.