miércoles, 3 de agosto de 2016

Jugar la tesis. Diario de campo 2016.

He pensado en estos últimos días en hacer de mi tesis un juego, algo que quede, como un dispositivo social que invite a la integración, a tomar consciencia de algo, un juego es una gran experiencia para quienes lo juegan, por eso considero que si mi tesis se dirige a producir un juego, como un producto, como lo es la feria, Los Mozzarella, y la vida en general, siento que puedo aportar lo mejor de mi trabajo.

Del libro de Omar me quedan dos cosas: que es importante entender las bases de lo que podrá llamarse la desinvención del capitalismo en aras de una alternativa mas acorde a los limites de la naturaleza, de la biomasa planetaria. Por supuesto que es una empresa que no pinta ser un jardín de rosas para nadie, por eso mismo es importante buscar los zapatos en el armario, y no debajo de la cama, como lo dice Omar, refiriéndose a si realmente queremos que los zapatos estén en el armario pues hay que ocuparse de ello, porque tiene sentido. Ese razonamiento es mi principal dilema en esta experiencia, sin embargo, he decidido pedir prestado un momento que nos lleve a a desaprender formas de consumismo agroindustrial, de tiempos que se equivocan, o grupos que se roban a si mismo. Con el juego, además de discutir operaciones sociales para la administración y la organización en los territorios, se pretende dejar un mensaje de aprender a vivir con mesura material, a ocuparse en la acción de nosotros mismos y nuestro entorno.

En esto de resignificar las interfaces simbólicas, las relaciones que nos conectan y nos hacen sentir parte de un nosotros, un juego puede ser un artilugio que nos devuelva al momento en que no sabíamos nada, o sea que éramos sabios, bebes, y mas aun al origen de la vida, que Jose Arguelles se refiere como el Holon Aborigen,o  el Eterno Retorno de Nietzsche (). Un juego es una buena oportunidad para que la gente se reúna y de manera interesada o desintersada construya su propio juego, sus códigos sociales, principios, sobre los cuales conjurar la vida social.

Clifford Geertz describe de manera magistral esta metáfora del juego, cuando señala a los actores sociales como jugadores en un campo, jugando un juego, que aunque su finalidad no sea muy clara su estructura si lo es, dándole sentido a la trama, a la historia, al drama social, ese que se presenta generalmente en términos de conflicto y de conciencia. Clifford Geertz nos da el permiso de adentrarnos en una trama que trate de temas serios, con el lenguaje del juego y el drama, que los personajes sean quienes tratan de ejercer alguna influencia, consciente o inconsciente, sobre las personas, bosques, animales, y ríos que son y crean la noción de territorio amazónico.  

Los jugadores serían: las organizaciones indígenas, los institutos gubernamentales, y no gubernamentales. En la escala local están ASOAINTAM, ASMUCOTAR, CIMTAR, EI Villa Carmen. En esto se evalúan los mecanismos de reproducción de los saberes tradicionales y locales. A un nivel regional está el Sinchi, Corpoamazonia, la OPIAC, la Gobernación del Amazonas, la Universidad Nacional de Colombia, Sede Amazonia, Fundacion Gaia, Tropenbos. A un nivel nacional esta Parques Naturales Nacionales, el Ministerio del Interior, ONIC. A nivel internacional esta la ONU,  PNUD, ACT.

La interacción de estos jugadores puede ser analizada como lo propone Bourdieu, como acciones y estrategias de juego (enjeux). Los jugadores son quienes definen en gran medida las políticas de conservación de la biodiversidad, las de pueblos indígenas, y minorías. Al ser jugadores del mismo campo, hay una distribución de las posiciones según las apuestas, e intereses en el campo. Son ellos quienes se han convertido en los actores de la historia que tiene en sus manos las políticas sobre los territorios, las etnicidades, y la agrobiodiversidad, todos estos por supuesto son conceptos que se convierten en sujetos políticos tras ejercer una influencia sobre los otros jugadores, desprovistos de los capitales que tienen estas instituciones, pero que cuenta con otros. Cada jugador tiene capacidad de concebir una idea sobre el nosotros, sobre las fronteras de su propia geoetnicidad, y acerca de los otros como sujetos con identidad.

Las organizaciones indígenas tienen el poder de ser quienes conocen mejor el territorio, traen las banderas de la reivindicación tras mas de 500 años de conquista, esclavitud y colonialismo, eso les da argumentos convincentes ante, por ejemplo, quienes representan la reproducción y evolución de las instituciones coloniales en forma de gobiernos nacionales y su correspondiente política social, educativa y religiosa. Un conjunto de fuerzas encarnados en forma de unas elites que ostenta el monopolio del uso de la fuerza sobre un territorio, y en parte de las libertades que conceden a los otros para que se integren y sirvan a su sistema. La dicotomía que quiero resaltar aquí es que mientras unos aparentemente representan un statu quo, legitimo por el uso de la fuerza, los otros representan quienes le hacen frente a la opresión de quienes llegaron de Europa, y sus descendientes en América.  Provienen de marcos epistémicos no solo diferentes, sino contrarios en muchos puntos.


Esta condición, reconocida por muchas de esas instituciones como los principales causantes de la marginalización social de muchos indígenas en las ciudades y campos, sujetos a condiciones de tener que escarbar en la basura de los blanco para sobrevivir, son las organizaciones que se mueven como intermediaciones, bajo la idea de devolver y restituir a quienes han sido expoliados, en este caso, los indígenas. En esta zona del campo se mueven  las ONG, los institutos de Investigación, la Academia, y las instituciones sociales del Estado, la iglesia, para justificar sus múltiples acciones en territorios, cada uno a su estilo por supuesto. Los jugadores están sobre el tablero, y se convierten en la urdimbre que teje significados, movimientos, la influencias y marcos epistémicas sobre lo indígena, lo étnico, y lo que se conoce como tradicional.   

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