lunes, 21 de diciembre de 2020

Moñona

Ya había aparecido antes, aquella visión, en una lata de cerveza, con tres muñequitos tomados de la mano. Días después la cosa se olio cerca, comprendí que la intuición no falla, y que cuando se sabe que perder es ganar, extrañamente es cuando se gana la partida. A la fecha, no puedo decir que he sacado la figura, tan solo digo con humildad que ya gané, y así no haga nada, ya todo está hecho. Solo hay que dejarse llevar, para que el en el espacio tiempo indicado por la alienación astrológica suceda. Porque así es la vida, la psiquis empieza a enviar ondas de señal, la puzanga, la que se adquiere con el pico del tucán, o con el chundú, es real, empieza a funcionar como imán y cada pensamiento que se tiene llega a su respectivo receptor. Es extraña esta misión, pero la acepto, de alguna manera estoy llamado a realizarla, siendo observador, pintor y modelo de la obra de arte, que reunirá a los personajes, para que den lo mejor de si sobre el escenario, para que lleven a cabo aquella improvisación a la cual no le conocemos contexto, quizá ni los actores, pero si sabemos su número: tres. La plataforma, o prol, puede ser algo asi como, "en el billar". Una bola le debe pegar a las otras dos, pero primero debe llegar a una y luego a la otra, darle a las dos al mismo tiempo es un error de la física. Y así lo hace, sale y pega a una, la impulsa, para que esa llegue a la otra, pegue en la banda izquierda, quizá en la derecha, y después de muchas vueltas por fin: moñona.

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