domingo, 29 de noviembre de 2009

¿Sabemos para que sabemos?: Crítica a los modelos pedagógicos de la educación.

Una de las primeras imágenes que se me vienen a la cabeza cuando pienso en lo que puede ser la educación a Distancia es la de mi abuelo, que aunque no lo conocí, si se mucho de su vida, mi mama como mi abuela, no se cansan de contarme lo estudioso que era, cuan dedicado era a sus estudios y a su trabajo. El era Ingeniero electrónico de la Universidad IMT en Estados Unidos, hizo toda su carrera por correspondencia, “a punta de cartas”, esperando no se cuantas semanas para que los documentos fueran y volvieran, tuvo que sacar a sus hermanos adelante, pues era el mayor de una familia de inmigrantes libaneses que la tuvieron “de pa’rriba” en un país como Colombia. En fin, cuando decidí inscribirme en la UNAD para cursar mis estudios de postgrado, lo hice con la confianza que me produce el recuerdo de mi abuelo, quien seguramente decidió estudiar su carrera por correspondencia guíado por un espíritu de superación y autonomía realmente admirable. Me cuenta mi abuela, que él permanecía encerrado en su estudio durante horas, leyendo, escribiendo y pensando, él era realmente dedicado a su vida académica.

Creo yo que en esa época cuando mi abuelo estudiaba se impartían los temas directamente, se hacían las evaluaciones y listo, no existían esos largos compendios de metodologías y pedagogías que se usan ahora en las universidades adonde se teoriza toda minucia y se piensa cada componente de la educación. Quizá mi abuelo no tenia muy claro conceptos como autoaprendizaje, o teorías acerca de cómo debe ser esa universidad del futuro en la cual el fenómeno espacio tiempo quedan eliminados, mas allá de todo esto, creo yo, que él tan solo sintió una fuerza que lo impulsaba a superarse en la vida, un deseo de hacer las cosas bien, que no necesariamente se traduce en un explicitación racional del mismo mediante el uso de parámetros pedagógicos previamente concebidos, a la manera de cajita de cristal, con amplias reflexiones teóricas y metodológicas, sobre que es o no es la educación.

En el momento me desempeño como profesor de la Universidad de Cundinamarca, tengo la cátedra de Investigación y Comunicación para estudiantes de primer y segundo semestre, soy testigo de cuantas falencias académicas existen hoy en día en lo muchachos que terminan el colegio y se aventuran a cursar una carrera por descarte en la Universidad mas cercana, guiados por un espejismo laboral, o por la necesidad de alcanzar un poco mas de prestigio social. Los colegios de hoy en día, como las universidades, están llenos de tratados pedagógicos donde se explica de manera ideal, como en “cuento de hadas”, cada concepto y como ese, se conecta con el otro. Prácticamente la educación en nuestro país se da tal como se prescriben las leyes, adoleciendo de esa conexión con la realidad, quedándose en un “deber ser” que suena muy cierto pero no se vive como tal. Ese es un fenómeno propio de una sociedad que aun se alimenta de los espejismos foráneos, heredados de una colonización que 200 años después de la independencia, aún no deja de ser el referente cultural de nuestras vidas. Sabemos, pero no sabemos para qué sabemos, así mismo veo yo esas grandes y elocuentes guías metodológicas de educación, como largos y tediosos tratados, que a la manera del burócrata, procuran ajustar el concepto a la realidad, como si todos fuésemos iguales, favoreciendo una experiencia pedagógica tecnicista y fría, que yo personalmente siento muy distante de mi experiencia académica y profesional. Así como Rene Descartes en su Discurso del Método, hablando de los hombres de letras que en su gabinete escriben sobre “las especulaciones que no producen efecto alguno y que no tienen otra consecuencia que, sino tal vez, que sacará de ellas tanto mas vanidad cuanto mas alejadas están del sentido común, puesto que habrá debido emplear mas espíritu y artificio para tratar de hacerlas verosímil”[1].

Personalmente me molesta bastante como la educación, tanto de las escuelas, como de las universidades en Colombia, se ha convertido en una “veneración excesiva” a las formas y a los academicismos, olvidando el contenido y la esencia de las cosas, es decir, es mas importante mantener unos modos prefabricados, unas actitudes apostilladas, y manejarlas al detalle, que adentrarse en un proceso propio de creación, este es un fenómeno típico en las sociedades donde los muchachos los educan más bajo modelos ilusorios, que reales. En fin, todo esto puede desbocar en una generación tímida, con miedo a la autenticidad y a la libre expresión, temerosa de asumir un compromiso educativo para consigo mismo, de lo que le plazca y como le plazca, sin formulas ni reglas, simplemente dejar que el conocimiento y el proceso de aprendizaje se convierta en una extensión de la propia alma, y realizarlo como misión, guiado por un cierto espíritu, como el que seguramente guiaba a mi abuelo cuando se encerraba en su estudio y gastaba horas entre libros.

Bibliografía:

Rene Descartes. Discurso del Método. Ed Losada. Buenos Aires 1976.



[1] Rene Descartes. Discurso del Método. Ed Losada. Buenos Aires 1976. Pág. 37.

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