lunes, 19 de septiembre de 2011

Preparación de una taza de té el 11 de septiembre de 2011.

No siendo la esencia de este cuento trascender el análisis de los hechos de actualidad ni del pasado, no se puede tampoco nadar contracorriente ante las viscitudes que alcanzan el sieso por accidente o complicidad, pues así como se narran aventuras, así mismo cabe contarles que muy temprano en la mañana me levante a prepararme una taza de té. Estela, la dueña de la casa donde vivo aquí en San José del Guaviare, presenciaba una celebración, conmemoración, solemnización o yo no se que tipo de eventuación por los hechos ocurridos hace diez años en que unos manes les dio por lanzar avioncitos a las torres gemelas en Nueva York, siendo eso parte del pasado humano, no me detendré a hablar de tal acontecimiento, sino quizá de algo que escuché y vi por unos minutos en el televisor. Salió el ex alcalde de Nueva York, un señor Gulliani, a dar un discurso, en el cual no se por donde me latió que se combinaba lo religioso con lo político, la sentimentalidad y obviamente la justificación y la argumentación de porque paso lo que paso hace diez años. Pero déjenme contarles un poco mejor, pues este prominente hombre trataba de hacer alusión al libro de Eclesiastés,  cuando nos dice que todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su tiempo, “tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado. Tiempo de llorar y tiempo de reír. Tiempo de amar  y tiempo de aborrecer.”… y así sucesivamente. Dada la naturaleza del evento en que se entretejía la sentimentalidad con la oficialidad, no le faltaron escrúpulos a este hombre para la exaltación de su nación, sus símbolos patrios y el clásico “god bless América”. Muy bonitas y emotivas palabras del ex alcalde, pero me quedé pensando si sus palabras realmente traían un mensaje de reconciliación y perdón en la humanidad, o más bien invitaban a la reafirmación de un tipo de superioridad por algo que no se qué carajos pueda ser pero subyace en la identidad de los estadounidenses, y de lo que algunos se convencen desde que nacen. La sensación que me dio es que se buscaba alimentar la idea de que los “americanos” son una especie de pueblo elegido, la herramienta es una clásica formulita ya probada y recomprobada por cientos de imperios y gobiernos, añadir a las creencias religiosas una pisca de demagogia nacionalista, una cara de hombre correcto y un tono de voz decidido y solemne, “just wonderfull”. Siendo mucho lo horribilisismo eso que paso hace diez años, una cosa de esas que realmente lo ponen a uno a reflexionar sobre que pitos esta pasando en este mundo, creo yo que seguir acudiendo a la exaltación del heroísmo de unos, es de alguna manera reafirmar la maldad natural de otros, en pocas palabras, y sin mucha cosa, es echarle mas leña al fuego. Tal ceremonia no era a mis ojos un llamado al perdón, ni al descanso eterno de las almas que ahí murieron sino una manera mas de justificar todas las muertes que ocurrieron posteriormente, iraquíes, afganos, soldados, seres humanos, al fin y al cabo el mundo entró en guerra. 

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