sábado, 8 de septiembre de 2012

Sobre las 72 paginas del libro de la vida.


Entonces las razas prefirieron agruparse según la pagina que sabían leer, los Uitoto descubrieron la coca, los tikuna el Tabaco, a los Incas llegó el Sol, a la Chorrera Ictoma, que significa Sol, y Elohim fue conocido por las tribus de oriente. Por esos tiempos empezó a desarrollarse la navegación, muchos pueblos vivieron por primera vez la experiencia de encontrar a personas diferentes en color: los de la Eurasia llegaron a la Australasia, los americanos arribaron a Egipto, los patagonos subieron a Alaska, y así, empezaron a darse cuenta que tras el numero 72 se escondía algo más que un numero compuesto por dos números. Una especie de clase erudita, interesada en juntar las aristas del cristal que empezaba a develarse empezó a conformarse tras la interpretación de las paginas del libro en su conjunto. El libro, decían, esconde los camino misteriosos de la creación, aquel que junte su vida a sus palabras se junta con el mismo creador, se hace uno con el universo. Esta clase de eruditos al principio instruyó a todo quien quisiera saber sobre esos temas misteriosos, y asi lo hicieron, hasta cierto punto, porque como toda historia que contienen el lado de abajo y el de arriba, el femenino y el masculino, la corrupción se hizo presente y se guardaron los secretos, pues si ellos los conocían y nadie más lo hacía, así mismo tendrían poder sobre la tierra. Que ilusos eran! Al parecer entre mas ahondaban entre los setenta y dos misterios del libro, menos sabían sobre ellos, y así los lograran recoger todos, jamás llegarían a cumplir con lo que hay estaba escrito. Las leyes de la naturaleza, el cosmos, de la vida, de la materia, de la luz, las formulas alquímicas, los poderes para hacer mover las fuerzas celestiales, todo estaba ahí, lo que los lleno de ambición. Hicieron barcazas para recoger las paginas que estaban dispersas, expoliaron culturas por todo el mundo, derrotaron imperios también corruptos y los sometieron, esclavizaron, invadieron y así fueron completando el libro de la vida, al mismo tiempo en que se hacían menos sabios. Robaron los conocimientos Guineanos, Burundeños, Providencianos y Boreales, y los usaban para esclavizar a los mismos a quien robaban. Construyeron templos suntuosos, se adornaron de oro y plata, anillos, collares y de los más finos linos, a toda consta debían dejar claro que las páginas del libro estaban reservadas solo para ellos. Así pasaron los primeros años, los primeros cientos y hasta algunos miles de años, hasta que por fin el poder corrupto logro reunirlos todos, ese día, como era de esperarse, se haría una fiesta en honor a quienes habían reunido las páginas completas, un intérprete entonces comenzó a leer: “el poder del mal es también un poder celestial, su fuerza es usada para purificar, para mostrar el camino de la falsedad, pero aun así, siendo obra del mismo Creador de los ángeles y los hombres, así mismo, trae este la semilla de la esperanza”, en ese momento las tierras temblaron, desde un polo hasta el otro, ninguna parte de la tierra se quedó sin sentir el remesón, entonces la lectura continuó: “los que usen los poderes revelados de los setenta y dos sellos para ir en contra de lo que estos dicen, serán entonces castigados por el mismo sol, del cual sentirán su calor hasta freírse como pollos”. Entonces el sol comenzó acercarse, calentándolo todo y quemándolo, derritiendo el oro del cual los eruditos habían hecho uso para construir sus templos, quemando sus coronas, ardiendo sus atuendos. Poco a poco, todo volvió al fuego, dejándolo en cenizas, la Tierra se convirtió en un inmenso desierto sin vida, sin esperanza de volver a nacer. Murieron todos, menos una página que resistió al incendio, y quedó enterrado bajo un ceibo del Amazonas, ceibo quiere decir gigante, o los pies del gigante mas exactamente. Nunca más se volvería a saber sobre las 71 páginas restantes de este libro, sus páginas se quemaron y transformaron en lo que estas decían, así nació la selva amazónica, el desierto del Sahara, los polos y todos los paisajes que el hombre ahora conoce. Se dispersarían entre los polos, los desiertos, las selvas, los mares y cordilleras, creando a los animales, plantas, cielos, estrellas, planetas y a los hombres y mujeres, esta nueva especie no sucumbiría nuevamente porque una página quedaría para su salvación: la primera y la ultima que es igual a 2, mas 3 en 1, es decir la única necesaria para entender el resto del libro, la esperanza estaba sembrada, una página había sobrevivido, para la salud de todos. Era la pagina numero 33.   

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