domingo, 6 de julio de 2014

Del chatiamento como amenizador de la pachequidad.

Desnudo o vestido, amarra el corbatín y luego se pone el camisín, quien le dice que eso no es vestir? Madrugado o trasnochado, con algo o mucho de sueño sobre sus hombros se sienta el escritor a trabajar. Al frente una pantalla, un cuaderno o un papel, la materia prima no cambia, ni el resultado de lo que le pueda ocurrir. De repente y sin pensar, siempre prefiere dar un merodeo metodológico por las cosas del considere, para que todo lo que emplee en su nueva referencia no se quede sin lo que de verdad considere importante. Y así va calentando, navegando por los laberintos palabrísticos, sin aun decir nada que valga la pena, inspirado en ese tema de Gabo que hablaba sobre la falta de tema. Una anécdota para recordar? De donde la he de sacar? De la memoria de la fantasía, o de los estrechos lugares que por momentos se recorren y que a veces me pregunto porque estoy yo adentro de ello, como sino tuviese ni cinco de confianza en lo que pudiera hacer por mimismo, y tuviese la necesidad de pertenecer a una comunidad de voces para que avalen y digan si, a las cosas que se me ocurriesen. O que fuera más espectacular, que dijeran no y me rechasesiesen, por no tener estilo, por inventar palabras, por ir en contra de la gramática y porque no se a conoce nadie. Lo he intentado? Poco lo he intentado. O más bien, es poco lo que me reconozco a mi mismo a la hora de producir en literatura. Que palabra mas fea esa, producir, la maquina puesta hasta al servicio de quien escribe con retórica, de nada y para nadie, y aun así busca su industriosidad. Que tal levantarse todos los días a hacer esto, y que por eso algo llegue a la cuenta bancaria? Será mucho pedir, o es más bien presumir?. En fin, esta mañana vino acompañada de una biografía de Gabriel García Márquez, desde finales de los años 30 ya estaba él escribiendo y andando pa lado y lado, conociendo gente y compartiendo su verbalidad. Las herramientas de esa época eran escasas aunque ya harto lo desarrolladas, no me imagino como era escribir, a mano y luego en una imprenta. Hoy en día es más fácil, abro mi computador y ya lo tengo todo, tengo el internet con mucha información y se puede navegar hasta donde uno quiera y sin consultar a nadie de qué. Pero que desgracia es ver que todo eso también es nada, y aun peor, la muerte de la imaginación por estar pendiente de lo más banal que el Facebook pueda dar.  Ahí estamos, pero antes de despacharnos en impomperios ante la propia vagabundería de hacer uso de lo que nos gusta pero no nos gusta, recordemos ese arte verbal que el profesor Aurelio Gallo alguna vez mencionaba como chatiamento. El Chatiamento, es un género literario en el cual se producen actualmente la mayor cantidad de letras, pero poco es lo que se le reconoce como literatura de verdad. Cuenta Aurelio Gallo, que eso se le vino a la cabeza alguna vez que su amiga Chela le echo todo un rollo por el messenger sobre una trifulca con el ESMAD en el centro de Bogotá a propósito de la visita de GW Bush. Entonces fue tal el relato que se hizo de manera simple y sin adornos, con sinceridad y narrativa, que Aurelio lo tomó desde la ventana del Messenger, lo copió, borró sus anotaciones, y dejó solo las de chela, dando como resultado un Chatiamento con la chela, (http://pedelacruzn.blogspot.mx/2008/11/chatiamnto-con-la-chela.html). Quizá estas letras universales no fueron, ni serán revolucionarias. Este absurdo género, solo servía para perder el tiempo, y pasar sabrosas las horas de pachequidad en terrenos de la informática y las comunicaciones ilimitadas, para el profe Gallo, el chatiamento no podría ser revolucionario, hasta que estas letras no fueran escazas, mientras tanto serían únicamente una espécimen mas del amplio género de la chismografía.  

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