lunes, 27 de marzo de 2017

Sobre la alimentación en las Amazonias

1.      Diario de Campo. Tarapacá 2014 

Cuando el río esta crecido, la esquina de criatura, como le dicen a Gustavo, es el lugar donde las personas se sientan a esperar a los pescadores que llegan con las sartas de pescado, Amigo pasa cantando sus arengas de venta “anímate gente de Tarapacá, anímate”, si la providencia asi los dispone puede pasar un casabe, lo mas probable es que se quede uno esperando y no pasa, el pescado si pasa.  Para conseguir alimentos de la tierra y el agua en el casco urbano de Tarapacá hay que hacerlo por entre las casas, en el solar de Doña Celina, o de Adalgiza, guanábana, limón, caimo, pepino, pimentón, cebolla, entre muchos más.

Conocer lo que se tiene en el solar y saber que tienen sus parientes, paisanos o paisanas, esa es la manera de asegurar de que no falte la cebolla para el caldo, o el pimentón para la uchumanga, quienes tienen restaurantes en el pueblo cuentan con esas redes para conseguir los alimentos y los chagreros igual saben que ellos son siempre una buena opción a la hora de entregar y recibir algun alimento, bien sea al intercambio o a la venta. La tienda es otro personaje importante a la hora de encontrar los alimentos, esta todo el día abierta, se sabe donde esta y ofrece también una variedad de productos agroindustriales, limpieza, potajes, papelería, entre muchos otros.

Por supuesto que hay cosas que son irremplazables y eso lo saben los habitantes de Tarapacá, un Zarapaté no puede ser reemplazado por carne de tortuga enlatada, sin embargo ellos cuentan que hay paisanos que pescan, venden todo y compran atún, o también alguna vez corrió el chisme que de Buenos Aires, a 18 horas en peque peque, llegaron a Tarapacá a comprar un pollo brasilero, eso escuché de otros, no quiere decir que eso sea así pero si son cosas que se comentan entre la gente que se preocupa sobre como han cambiado los hábitos alimentarios de productos hortícolas, silvestres, agrícolas y silvícolas por una alimentación basada en la agroindustria.

La comida embalada en plásticos y propilenos hace que las calles del pueblo se mantengan sucias, para librarse de las basuras cada persona quema la basura que esta alrededor de su casa, ocasionando olores y gases que no son recomendados respirar como el que producen los plásticos quemados, algunos no lo hacen, y entonces el pueblo todo el tiempo esta lleno de basura en la calle. El manejo de basuras es nulo.

Los niños en la calle arrojan cualquier empaque con la frescura y el estilo de tirar algo con ganas, como lanzar una cascara de caimo al solar. En Tarapacá la idea de tirar basura a la calle es algo que no es moralmente sancionado o algo que no se deba hacer, no botar la basura a la calle suena bonito pero carece de significado, muchos tarapaqueños parecen haber aceptado esa condición y se adaptan a ella de manera que la vida sigue y no pasa nada.

Aun la persona con el pescado no pasa y toca empezar a rascarse, se vino la arenilla y los mosquitos empiezan a acechar, de repente unos pimentones asoman en bolsitas de 3000 pesos cada una, luego aparece “amigo” paisano de Pupuña que un día llegó al pueblo y no se quiso devolver para su comunidad y ahora se dedica a vender pescado por las calles y tocar su harmónica. El “flaco” también aparece con pescado fresco, la mujer de Tortugo lleva su botella de jugo de asai para su casa, como el trofeo que ella tuvo la suerte de llevar a su familia.

La entrevista semiestructurada dejó ver que las comidas mas sabrosas de la cocina amazonense son el Aji negro, el mojojoi, el casabe y el caldo de pescado con yuca, sasonado con azafrán, cebollin, pimentón, cimarrón. El aji negro es hecho del jugo de la yuca brava con mojojoi, hormiga arriera y cabeza de pescados, son sabores novedosos para los que llegan de afuera, quien lo prueba lo recuerda por su delicioso sabor. Otro como el aji de lulo no se mencionan casi en los resultados.

Independientemente de que tan apetecidos son estas comidas en Tarapacá, evidentemente la probabilidad de conseguirlos por las calles no son muchas, sobretodo para quienes no conocen a nadie, pero basta con tener algunos amigos que lo inviten a sus cocinas a comer casabe, pescado asado, iyico. Quienes se sientan en la esquina de criatura, o en la asociación de mujeres a esperar a que llegue el pescado parecen estar en la posición indicada pues los botes tienen que llegar a desembarcar a sus orillas que ya son las calles del pueblo, pero si lo que se busca son verduras, frutas, hortalizas, tubérculos en abundancia no se ve tal cosa, estos siguen siendo relaciones que se mueven entre solares y chagras y no de manera comercial. Por supuesto esto es posible solo gracia a la tienda, productos agroindustriales como latas de atún, sobres de trisalsina, galletas, bombombunes. Todo esto es parte del mosaico alimentario local.


Por lo general son los niños quienes ayudan a sus mamas o abuelas a conseguir cosas como aji, un platano, un pedazo de yuca, una botellita de chicha, o una tasita de azúcar. Los niños van donde los vecinos y a la tienda, hacen los mandados, son entrenados para hacer vueltas que requieren transacciones comerciales. Un ejercicio matemático real.  

No hay comentarios: