jueves, 18 de julio de 2013

El agraciado Jeangros.


Y porque no dedicarle un parrafito a la historia de un agraciado personaje que por alguna cosa se me atravesó en el camino, no es una historia de salvación para mi ni mas faltaba, pero si es excusa y musa de la inspiración para darse unos humitos, y reírse con el man. Allá a las afueras de la ciudad de Bogotá, tierra de poetas y gramáticos, Atenas Suramericana, y Ritopolis reconocida en el mundo entero, yace un pequeño pueblecito donde muchos tiempos de mis tiempos fueron recibidos, hacia las tempranas edades de la existencia, ese lugar fue donde la educación se convirtió para mi más que en un deber, en un gozo y en una experiencia de la vida, no quisiera ser extenso en el suspenso de decir lo que ya muchos de ustedes que leen esto pueden imaginar, porque es obvio que estoy hablando del colegio Refous, ubicado en tierra de los muiscas, las tierras coteñas de la sabana de Bogotá.

Podría escribir muchas cosas buenas y malas de lo que para mi puede representar esa experiencia, pero en lo particular estoy interesado en valorar y relatar que lo que mejor yo aprendí en ese colegio, no fue las matemáticas, la historia ni la biología, no fue la clase de agricultura, ni la de MM7, no fueron los partidos de futbol, ni los conciertos de rock, ni mucho menos las chicas, pues fueron siempre una especie lejana en mi ecosistema estudiantil. Lo que más me gusto del colegio Refous, fue que me enseñaron a reír, y a hacer reír. El cómico número uno del show que se presentaba diariamente en la cotidianidad de sus días, era el mismísimo y renombrado Roland Jeangros, una persona con carácter autoritario, con cabeza de anarquista, y sentido del humor de los mas finos, lo que lo hacia un personaje que representaba miedo, libertad, y mucha risa. Lo mejor de monsieuir eran sus chistes, entre los que me acuerdo puedo recordar el de la policía de suba, cuando Piñeres formo por la mañana con una chaqueta con verdes fosforescentes. El bulto de fosforina, el famoso “venga para aca” con acento de general francés de la revolución, y de los bichos humanos que componíamos la fauna que el mismo había fundado.

Que señor tan gracioso, decía este hombre también , en su sabiduría, que uno en el colegio no tenia amigos, sino compañeros, y que razón tenia, pues sale uno de ese momento y a la larga son pocos los que verdaderamente quedan, si es que le queda alguno. Jeangros odiaba todo lo que pareciera ostentoso, tampoco gustaba de las cosas a medio hacer, valoraba en demasía el arte, el pensamiento matemático, la música, y las ciencias exactas, como humanista no se le veía de a mucho, pues de alguna manera era hijo de una generación que veía en la ciencia exacta el lenguaje mas cercano a la verdad del mundo y del hombre. Aprender a reír con Jeangros costaba caro, pues tan solo yo recuerdo que este man no me pasaba una, y no escatimaba en tratarlo a uno con severidad, luego de que el susto pasaba, quedaba la historia y el recuerdo, que fácilmente se convertía en objeto de bromas y de arremedos entre los compañeros, extendiendo el mensaje, hasta interpretaciones bien fritas, hasta volverlo serio, el mejor mensaje cargado de humor y de ironía.

A Jeangros se le veía reír, pero la mayor parte del tiempo estaba bravo, o por lo menos eso parecía, su lucha educativa, no era solo por graduar personajes y mandarlos a una universidad, porque así con muchos eso era lo que pasara, su mensaje de lucha y de diferencia siempre permanecía, había que luchar contra muchas cosas, entre ellas los medios de comunicación, la política barata, el consumismo, las modas, la banalidad, lo pasajero, este tipo era muy trascendental. Precisamente por eso es que ahora me rio mucho de lo que decía, porque siento que  me sirvió, y me sirve todavía, no es el mesias, ni mucho menos un tirano, tan solo un hombre comprometido que se merece el perdón de todos los que se sintieron ofendidos alguna vez por sus palabras y actos, no es precisamente un candidato a santo, pero si un santo que no parece un santo…., porque es humano, porque se equivoca, porque hace lo que hace con fe y honestidad, y asi es su obra.


El Refous era un colegio barato, y ese era creo yo uno de los mejores atractivos para los padres de familia que matriculaban a su hijo en esa institución. Viví el Refous desde el año 1988 hasta el año 2000, para esas épocas el colegio ya no era un precisamente un refugio de muchachos con elocuentes apellidos de la sociedad bogotana, sino por el contrario, era un colegio diseñado para la clase media, y seguramente eso era mejor para Jeangros, en sus planes no creo que estuviera el darle oportunidades a los que las tienen todas gracias a su cuna, sino a aquellas familias que la sudaban trabajando para educar a sus hijos. En el colegio todos éramos iguales, nadie tenía privilegios, no se veían escoltas, y aunque si conocí estudiantes bastante adinerados, estos en el colegio no lo eran, o por lo menos no se hacían tan evidentes, el sentido de equidad y de igualdad era central en el formación del colegio, sobresalía el que era bueno, sin mucho galardón, ni elogios, y su único premio (o castigo para otros) era seguir.

2 comentarios:

Diego Sanabria RFivas dijo...

Aunque estoy convencido de que el termino agraciado es desacertado, el fondo del artículo es correcto.

Anónimo dijo...

Cierto. Todo eso y más.