sábado, 20 de marzo de 2010

Te veo nuevamente.

En el calor amazonense, en el derretimiento de las letras y de las ideas, en la aflicción del pecho y el corazón dilatado, en la mente que vuela, en el deslumbramiento de la visión, me pare de la tabla a donde mis ojos descansaba, y en el mareo del despertar entonces te vi una vez más. Tenias una cara seria y un chai sobre tu cabeza, tu piel era blanca y vestimenta oscura, me mirabas de frente y no acusabas ninguna seña, no sé si realmente eras la misma que vi esa mañana en que desperté en Australia. Paso el soponcio del calor, y la visión también se fue, pero tu presencia se quedo estancada en mi corazón, ya te había visto y hoy te volví a ver, será que te conoceré en esta vida o solo hasta la otra. Bajo el calor amazonense las sensaciones del mareo se incrementan, el cuerpo es visitado por vientos, que asi como llegan luego se van, traen nuevos amigos y viejos conocidos, el resplandor de los ojos se difumina al horizonte y aparece entonces todo aquellos que creo nunca ver. Y aunque no te veo se que estas presente, y aunque solo te imagine se que eres más real que la visión misma, y siendo esto incompleto, espero lo completo, me concentro una vez mas pero no vuelve nuevamente, si te busco no te encuentro, si te escondes te descubro, cuando no te pienso me siento ausente, nada mas viene que el irme nuevamente, así es este juego, así es este augurio, asi es que te ven los ojos tuertos de un despistado amigo mío.

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