martes, 30 de abril de 2019

Soñando clases



El universo, esa sería una muy buena asignatura para el salón de clases, un año entero para aprender sobre los planetas y observarlos con instrumentos tecnológicos, es permitida la astronomía y la libre interpretación siempre bajo el criterio sano, y nunca con fanatismos. Al universo se relaciona todo, y todo es con el universo, parece como que eso es cuando todo es Todo. Inabarcable, magnánimo o simplemente la clave de entender porque carambolas es y existe lo que conocemos. Un grupo de interés sobre algo, sobre la luna, ver al cielo, esa es la clase que más me hubiera gustado en el colegio, y la logre tener un día del 98 cuando sucedió aquel eclipse solar en el colegio. Y aunque no llevaba mi filtro propio me toco al lado de alguien que llevó el mejor de la clase, no las gafas de Foto Japón sino una serie de vidrios ennegrecidos para filtrar correctamente los rayos y permitir una imagen nítida, tuve esa fortuna aquella vez. Años más tarde, en el 2017 salí del Predoctoral y estaba Abril proyectando con un espejo el eclipse, todos vimos como la luna se le interponía al sol y hacía su sombra. Sucedió también en ese mismo año, y días mas tardes, que se vino un terremoto sobre San Cristobal, y otro en Ciudad de México, esas dos veces ha sido en que más me he sentido afortunado. Se acompañó de luces en el cielo de color verde azuloso, “rayos”. pensé, pero no lo eran, sino una luz parecida a la Aurora Boreal, cuando se liberan los fotones hacia la atmósfera.


Por bruto que uno se crea uno algo tiene que entender, que importa no ser astro físico, ni filosofo o teósofo, simplemente es abrir los horizontes y las exploraciones, maravillándose, deleitándose, vengase por donde se venga bienvenida la curiosidad de existir y las posibilidades de todo lo que podríamos hacer.

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