viernes, 7 de noviembre de 2008

Cuento del deseo

Llegare a tu casa como siempre lo hago desde el despertar anual de los astros y el destino. Entrare a tu casa y volveré a oler el espejo de mis deseos, me sentaré sobre el sofá, te daré miradas de primo, te contemplaré una vez y me preguntaré cuando será y como será, aun no lo se, por lo menos si lo imagino, tanto, tanto, que es lo único que me prueba que no debo hacerlo ahora, porque me gustas, y eso es una certeza. La cara de tu llegada se conjuga con los ojos oscuros de tiempos pasados, de cuando conocí a esa mujer que me hablaba de su vida como si fuese una secuencia inacabada de nuevas experiencias, tambien apareces en lo mas débil que puedo ser, como libertad que prohíbe imaginar que la puedas conservar, pero el solo imaginarla me dice mucho de ti. Por donde pase el tren de los videos, tendrás un vagón solo para ti, aunque por momentos pare y crea imaginar tu perdida, te recogeré en la otra costa, a lo profundo del océano indico, cerca de la polinesia por donde se cree que llegaron algunas migraciones a América, porque compartimos la migración, como forma de vivir, porque estaremos mejor lejos de todo, porque sentimos la necesidad de crear un mundo mejor y una vida mas feliz, por eso estaré yo ahí, para que eso sea así, y por si acaso no será conmigo seguro lo será con otro, o yo con otra.

Pero al fin nada importa si es evidente que la pasamos muy bien.

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