viernes, 7 de noviembre de 2008

Alejo no es alejo: soliloquio.

Sentado en el pupitre, avasallado por el sol de la tarde escuchaba al profesor de matemáticas balbucear un idioma que no lograba entender hacia por lo menos 8 meses cuando el año escolar comenzaba por allá en el mes de febrero, ya nada importaba mas que eso, simular una atención mientras me fundía en mis pensamientos mas inútiles, deseos lentos y sueños inconclusos bajo el estrepitoso sol que cegaba mis capacidades neuronales. Estaba molesto cuando creía entender que ese segmento era el otro y el mismo, que no estaba en la punta pero si por dentro, y nunca lo vería en su verdadera forma. Alejo no es alejo, fue el único posible nombre que encontré para expresar todo lo que la profesora de literatura me provoco hacer la noche pasada, se apareció entre mis sueños, con unas hojas papel “lavia”, y un formato para llenar con el nombre del personaje en la parte superior y subdividido en tres columnas, la primera, era para poner el numero de la escena, la segunda consignaba la forma en que era llevada al registro informático, y la tercera, mas grande que las anteriores, contaba en una frase el acto sobre el cual el personaje aparecía en escena. Cada personaje que interpretara dicha obra tenia su propio formato en papel “lavia”, de esa manera, podía condensar y procesar de manera rápida cuales eran sus segmentos de actuación. Estos desagregados de guión, debían estar sustentados por un guión general, y este guión general por un cuento, que yo decidí que fuera un monologo o soliloquio, la tarea era para mañana, y entonces me asuste de ver un trabajo bien hecho y elaborado con tiempo que Maria Victoria alababa por todos lados. Entonces desperté, y me libre del deber de hacer esa tarea, porque el colegio ya había pasado hacia varios años.
Alejo llego como una musa de la inspiración, la contradicción le dio su esencia, y la razón lo concluyó como metáfora.

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