martes, 4 de noviembre de 2008

Cronicuento de lo absurdo V

Miedo: La puerta del bus.

El puesto de al lado a la puerta del bus, cerca al muchacho que recibe la plata, ahí detrás del que maneja, donde se oye la caja de los cambios mostrar a los buses vecinos su hombría, donde se siente la adrenalina del comienzo, el primero sobre la pista de la carrera séptima, ese puesto a las tres de la mañana de una noche que dio a los jóvenes una necesidad prometedora, encontrarse. Después de encontrarse y de hacer todo lo que se hace en miles de sitios abiertos de Bogotá hasta las tres de la mañana, muchos de ellos, si no tienen carro, sino cogen taxi, y si viven al norte de la ciudad por la carrera séptima, toman el clásico bus de las tres de la mañana, ese que en otras épocas iba por la Caracas. El bus de las tres tiene muchas cosas distintas a los otros, no porque sea el primero de la mañana, porque ni lo es, ni porque sea el ultimo de la noche, porque ya la mañana ha empezado a avisar. En ese bus, en el puesto de al lado, es posible observar todo quien se sube, o todo quien regatea, ese que deja ver los rostros de un nuevo final, un algo bogotano que tienen hasta los que no lo son, pero que lo muestran en estas tierras. Ayer en ese bus pensé en algo, todo es siempre igual, lo único que cambia es la manera como lo sentimos, y el bus de las tres que viaja por la carrera septima hacia el norte, puede producir muchas sensaciones depende como es que cada uno lo ha abordado, porque hacerlo no es solo llegar a casa, el bus de las tres parece siempre el ultimo, y se confunde con los primeros de la mañana, pero este espera borrachos, espera parejas enamoradas, saluda los puesto de comida, huele a licor por dentro, es un bus, cómplice de una noche sobre la que miles de jóvenes salieron a mostrar un baile, a buscar pareja, a pelear, a aprender, a matar la soledad, a celebrar un cumpleaños, todo eso llega al bus y esta por hay como rodando tras los ojos apagados de muchachos que esperan con ansias llegar a su curubito, para mañana ser quien creen ser durante el día, estudiantes, empleados, novios, novias, religiosos.
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Una tierra fría y de gente reservada, pasean por las calles con preocupación en el rostro, dejan ver en sus manos la impaciencia de quien inventa afanes, los vive y no puede respirar sin ellos. Un fondo gris recubre sus miradas, ceñidos por los nebulosos cerros orientales de la ciudad de Bogota, ese es el punto cero de esta historia que les voy a contar. Una cosa más, el tiempo que recorremos acá, no puede ser mas que el de cada lugar, este primer tiempo lo he preferido llamar, la huida, tal como se siente cuando amaneces sobre cubículos estériles y aburridos pero con la fe mas firme que será en un eterno paseo, mares azules y verdes montañas.
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Entro en atmósferas ajenas, propiciadas por mi propio pulso, inserto fichas sobre fichas paro castillos y murallas, armo un edificio entero, al cual prefiero no entrar sino solo contemplarlo, y porque no, algún día, destruirlo, es la naturaleza de quien se apodera de las situaciones en un plano ficcional e individual, son tiempos nocturnos y palabras calladas, no veo la misma sangre, no presiento el fin del mundo, sino el fin propio, llegar al fin de la vida, prepararse para morir y ocupar de una vez el espacio transformado en cenizas y cadáveres de cuerpos que caminan como entes sin destino, entes obtusos e incapaces de no depender de algo, capaces de decirse la verdad, pero para nada cumplirla. Las figuras de los santos y demonios aparecen en el horizonte, las figuras bendecidas por la cruz y la hostia se vienen en bandada para apoderarse de todo, son los jinetes que simbolizan en la Biblia el juicio final, pero aquí vienen por su vaso de licor y embriagar eso que llaman el sentirse parte del mundo, me separo de todo y de todos, me digo como sufre este pobre puerco, me digo que veo a todos sonreír y pregunto a todos porque yo no lo puedo hacer ahora, no me preocupo ni un instante, no me insulto ni una vez, solo cierro los ojos y pido comprensión de un alma solitaria que no soporta creer lo que esta pasando, no veo a la mujer en mi camino, negaciones de la complementariedad, vida incompleta, doble esfuerzo, masturbación y merodeos mentales, música incesante y favores domésticos, por ahí dicen que soy un bobo, por ahí dicen que soy un inteligente, ninguna de las dos puedo creer, no he demostrado ser ningún quedado de la vida porque a pesar de todo me esfuerzo en llegar, pero tampoco llego bien, me pierdo en la mirada de las mujeres y no puedo contener ni un brindis a los ojos, me levanto a diario, me molesta despertar, me molesta dormir, siento la necesidad de desfogar a diario una sensación que me impide pertenecer a algo diferente a mi, la pesadilla de los absolutismos, el ser gregario de afuera no es mas que una capsula sin asidero ni nicho, insatisfecho y peleando con la vida, meditando y justificando no meditar, pienso porque me siento mal ahora y eso no es un descubrimiento de ahora, solo se que debo viajar, tomar mi rumbo y cambiar las miradas que encuentre en el camino, quiero sonreír de nuevo y sentirme pleno con la vida, quiero que mi ser vibre en esferas altas de creación, lejos de los vacíos imaginarios que produce una persona que promete pero aun no es nadie.

Encontrar el punto de la vida de uno, es como encontrarle la sazón apropiada a un sancocho de carne salada, se debe dejar madurar la carne sin afanes ni trucos, se consiguen los ingredientes, una olla grande y un sentido propio de quien sabe lo que debe hacer, ayudar todos con la pelada sonriendo y no mintiendo, diciendo y no imponiendo, llorando cuando la cebolla se pique y riendo cuando el porro se pegue, no pensando en si ya es hora de descansar ni nada por el estilo, hasta que no este hasta el ultimo de los comensales tan satisfecho como yo no lo estoy ahora, insatisfecho que me hace probar mas de 100000 sancochos diferentes, cada uno con su pimienta y sus carnes diferentes, todos los sollo pero de repente todo se cae de nuevo, y siento la necesidad de hacerlo mejor. Marco dice que hablo solo de mi, cuando debo dejar que los demás hablen de si, tiene razón, aunque no entendiendo el hablar como tan solo gesticular con la boca, mas bien como escuchar y participar en las vivencias del otro y contar lo propio como algo que se comparte con todos, creo que nadie me valora, estoy seguro que es porque yo mismo no me valoro, no se que será esta sensación de extrañeza eterna, que será eso, desde chiquito soy así, me escondo en la soledad absoluta, me digo que nadie entrara en mi vida y luego estoy llorando porque efectivamente nadie ha entrado a mi vida, y cuando lo hace, me despego de un ser posible, y asumo seres imposibles que no soy, callo a cada comentario y asiento con la cabeza, sonrío un poco y termino la faena diciendo que todo esta muy bien cuando por dentro siento la muerte consumar mi vida, esa misma muerte que espanto a Paula y Sara, esa misma muerte que terminara por expulsarme para siempre de la quietud, no quiero ser de ningún lado sino un errante que anda por el mundo, sin compromisos con la gente. La paradoja profesional que me envuelve se define como el sociólogo que esta aparte y es incapaz de revivir momentos compartidos, he estado en lugares que ahora desconozco, he creado vínculos que abandono, tan fácil como llego me voy, tan fácil como me encanto y me esfuerzo así mismo salgo corriendo, justificando un maldito miedo y preguntándome todo el tiempo porque putas solo pienso en mi, porque estoy escribiendo sobre mi teniendo un mundo maravilloso al frente, pensando que solo con marihuana puedo verlo y sin ella todo es oscuro y una mierda, sigo en mi y no puedo ser mas que mi, estoy consumado, es un momento de introspección y ensimismamiento, para que será todo esto, por la verdad, por la vida , por la felicidad, por el suicidio, la muerte, el mundo, los demás? cual será, cual de todas es, tiren los dados y hagan sus apuestas que cualquier cosa puede pasar, aunque me da miedo pensar que mi destino no será el suicidio o una muerte trágica, o peor aun, nada de nada, de nada vale un suicidio, una muerte trágica, un premio Nóbel, una ida al purgatorio, a la fama, al cielo o a un tranquilo anonimato para saber que somos algo y por algo de todos y por todo.

Seguramente llenare paginas que no veran la luz publica, no importa no escribire nunca para que me conozcan pero por lo menos los que si deben saber lo que yo escribo.

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