martes, 4 de noviembre de 2008

Cronicuento de lo absurdo IV

La escena se incompleta cada vez que la teatralizo, habrá un guión mal escrito o el fondo chilla con los actores. No entiendo si la soledad pueda sanar todo y traer la completud, una mujer se encierra pidiendo que la busque hasta en el rincón más escondido, la mezcla de los mundos, el cielo de los eternos.
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Es real decirse a si mismo cuanto pienso y creo, es verdad asumir el mundo y la vida como un eslabón hacia otro lugar, no entiendo como pueden sentirse tantas cosas, si solo se trata de respirar y andar, existir sobre divagaciones inconclusas, redestineando el propio presente que asume la veradad relativa y niega su anterior pensamiento. Andando solo, de 26 son mas de 23, redestineando un horizonte y anhelando la reproducción de la especie en un mundo que se sienta libre y feliz entre todos. Pienso y recaigo sobre el precipitado tardío de las imágenes que se marchitan, en una escena perdida o tan solo recordada que no se plastifica ni se detiene. Es un tremular ignorante y grandioso decirme cuanto pienso, no mentiras a mi mismo. Soy un descifrable mundo, un intento de fallida libertad, lo delata todo lo que soy, he sido y como me comporto, además Ella me lo dijo, luego me dio rabia la interpretación del dibujo que un día plasmé sobre su papel, una libertad hermosa pero que aun no sale de su principio genético ni salta a la creación, la transformación ni la praxis de la vida. Su mundo es monótono, tal como lo describe, seguro y monótono, el mío es monótono y azaroso por accidente, sin que yo tenga nada que ver en las riendas de lo impredecible.
El viaje de mi cuerpo con mi mente consintiendo el paisaje y el aire del camino, como cuando navegué solo por los mares del caribe y anduve las islas del norte de Colombia, una vida que busca el desliz para entregarse al baile de lo jabonoso donde todo es motivo de risa y huida, sin compromisos y con todo lo que me gusta un anhelo casi insalvable o mas bien pecaminoso, pero asi es para mi y ante mi no hay pecado alguno ni perdon de nadie, porque entiendo la vida como la oportunidad de ser, como la mision de cambiar asi sea el camino de unos pocos, pero si no cambio el mió, y lo escribo y escribo aun no pasara y tan solo sera melancolia divagada frente al PC y las melodías de Amelie que me recuerdan una historia con aire ajeno y extrañamente presente.
La escritura me asombra, a cuantos no les he dicho que yo escribo y cuantos han leido alguna vez un trazo de mi puño, ninguno, es una pura invención, o mas bien, es la mas grande verdad porque para quien escribir, y quien lo merece mas que yo mismo, no es un acto de arrogancia, es dar un trozo de verdad a la mentira de los humanos que se miran y colorean, dibujan y mal inventan, por eso ha sido asi, por eso mi vida debe transcurrir extrañamente y jamás letoquiticamente, porque la verdad es mi única obsesion penarla, vivirla, de lo cual estoy realmente muy lejos de hacer, una palabra sincera que me dice lo que soy, me agradezco tanta belleza, el himno de los caballos galopa y como horda incontinua atenúa su paso y muestra rasgos de belleza la admiración del auditorio.
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La rumba de la 93

Una camisa blanca, cuello acartonado y una cabeza en chulada, al lado la niña de sus ojos lo compaña, no disimula siquiera al galán que viene con la modelo, como una mujer sin dueño se acerca al hombre, luego, una a una, el galán va descartando las mujeres, se detiene en una niña de 15 años y le pregunta si ella es virgen, de donde viene y que quiere; las llaves se deslizan tras el bolsillo del pantalón, pasando por entre la multitud salen del bar, y sin ni siquiera creer en los asistentes, se meten dentro de la camioneta de vidrios negros, el galán desviste a la niña y le practica un sexo extraño, anal en vitral, demonio del coño, le tira unas cien barras y vuelve al bar, allá esta su novia, la modelo, que lo espera con ansiedad y miedo porque desea hablar con una de las niñas de la barra, que al parecer se encuentra con los ojos llorosos, bailando y bailando, no sirve ningún trago y se deja correr hacia la mirada acosadora de los galanes de la noche.

Los blancos de las camisas parecen sacados de una propaganda de detergentes, la mirada se oculta entre deseos y odios, alimentando la bomba del ego y del juego poderoso, no se quien será el respetado, seguramente es el gordo de cabeza rambada, quien con su particular estilo mantiene el poder de la decisión, su voz retumba el sistema nervioso de la fiesta y su palabra es la ley. Al modelo lo trata con respeto, desde chico no ha podido superar el ideal de belleza que le produce la blancura, el acongojamiento de sus argumentos lo han hecho creerse blanco, renegando de su mestiza sangre.

El parque 93 es cada vez mas un rumbiadero de pueblo, ha juzgar por quienes ahora van a la rumba de la noche: camionetas blindadas, camisas impecablemente blancas y rostros mestizos, la blancura anhelada se ha desplazado y es mas una farsa de la imagen de la barra que una realidad del lugar, lo que pasa es que el dinero en Colombia ya no es de los blancos ahora es de los mestizos, el blanco ha sido relegado y a veces tentado ha doblegarse al poder mafioso del mestizo.

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