viernes, 13 de noviembre de 2009

Estructuras

Empezar a escribir, en que momento se empieza a escribir, cuando se decide que se va a tomar este habito de pasar un momento intimo con el esfero y el papel, quien sabe, yo solo recuerdo que el día que empezó a hacerse tenía 15 años y escribí un poema que empezaba de la siguiente manera: “para ya, para ya, que el eco de esa voz ya no tiene razón…”, no recuerdo lo demás, pero lo guarde en mi billetera como una clave hacia algo, lo leía en intervalos de tiempo y siempre sentía algo diferente. Lo primero que escribí fue poemas, con entonaciones oscuras, de descubrimiento y encantamiento, acompañado de frustración y soledad, cosas como estas:
“Solo y raido por la tenue existencia
Lunas y abrigo me llevan contigo,
Como no beber el elixir letal…”
Y cosas que de esa manera salían por los esferos a las hojas traseras del cuaderno. Quien sabe que pasaba por mi cabeza en ese momento, pero visto desde ahora fue el comienzo de una enseñanza que es buena que la sepa cualquier persona que tome el habito de escribir. El escritor vive lo que escribe, por alguna razón las moléculas del tiempo se fusionan con la palabra ingresando a hacer parte del cuerpo mismo del autor, y entonces se reflejan a sus ojos las rimas que cifraron el poema perdido del cuaderno de español, o la carta de declaración que con tanto culillo y corazón le paso a Laurita la niña de sus ojos. La transfusión escénica desde la radiancia de la corteza cerebral coagula las esctructuras atómicas de la realidad vivida, y se empieza a jugar así con los tonos de la escritura y el recorrer azaroso de los dedos con las letras. Como bailando en una escuela de Tac, danzando piezas que no pueden desencadenarse la una de la otra porque se corre el riesgo de sonar difuso y confuso, fingiendo una naturalidad que ahí esta, pero que puede ser cubierta por las estructuras de la letoquitis o descubiertas por la magia del amor. Cualquiera sea el caso del poema corto andromedo o con letanias palabristicas se invocan no se que, rien también las letras cuando de pelmasear se trata, componiendo finas piezas en conjunto, quien instalados en el lugar del compartimiento genético de la guasumandoca, se dan cita en sus pensamientos en diferentes partes del planeta y dan vida a la mas disparatada historia que haya surgido, la fe es su único motor, y depende obviamente de un milagro de la mismísima Providencia.
Eso es precisamente lo que nos puede ir introduciendo en el mood siempre divertido de la escritura recochologica de chistes y conjuros, buenas energías y Fe inquebrantable. Un extraño circo loco, con ñañas revoloteando por doquier, payasos tirando serpentinas y chicas que salen de pasteles sorpresa con las piernas peludas y el pelo enrulado, como un capitulo en que Doña Florimda salga de un pastel sorpresa y le pegue una cachetada a Don Ramon. Hay esta el principio de todo, el caos, …reina una neblina producto del derroche de virtudes que se van juntando y dando forma a una obra que podría bautizarse la resurrección de las ñañas, el recreo largo o la revolución de la recocha.
Y es que no es para menos cuando una historia se empieza a contar desde las vísceras, pues esta conexión viene de tiempos colegiales, en una congregación llamada las ñañas. Adoptaron su nombre cuando Gaspar nuestro querido profesor de ingles le dijo a Villada o no me acuerdo quien “yo cuando chiquito también era una ñaña”, pues bien, si el propósito era librar al mundo de una ñaña, no funciono, pues le dio como 20 en cambio. Hierve la sangre del escritor contar esta historia porque hay sentimientos de muchachos que aprendieron juntos algunas cosas de la vida, de las cuales no se sabe que pueda suceder pues hasta lo visto parece que sirve para contar chistes, fumar porro e inventar divertidas escenas de comedia.
Quizá las confusiones de la adolescencia hicieron rayar nuestra pandilla con la delincuencia, las cosas nunca pasaban de una amenaza inservible, una cagadita en una fiesta o un sanduchito de la maleta del Pigarra. Vamos a jugar para invocar el amor a través de este buen humor que Dios nos dio, que se perdone lo de siempre y que se haga la revolución de la recocha. Y bueno, eso al menos efervesce lo que adentro debe sacar la chispa que da la vida, pues solo se puede curar el alma y trabajar en el perdón para darle una virtud valiosa a la humanidad. Ceballos el sabio de la locura, o Pigarra el capo del cartel de suba. El Gui de Gua vendedor de periódicos, que siempre saca un extra con el “tigre león masato, que disque al Luis Carlos lo cogió el tato.
Los quiere: Agente 33.

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