lunes, 2 de agosto de 2010

Maricadas de la voluntad y el destino.

A veces se produce en el plexo solar, allí a donde dicen unos que se reciben las energias circundantes, a donde se sabe si lo están pensando a uno, o si simplemente se le ha olvidado, una especie de sensacioncilla que habla en términos de opuesto que se debate entre el amor y el odio, la atracción y la repulsión, una contradicción que se revuelca porque en medio de tanta cosa que aparece como encantada en el camino, una cuestión sale a relucir y es aquella que se pregunta por el destino. Existe un Destino, así, con Mayúscula, inescrutable al juicio, e imposible de desentrañar por vía de la razón? O el destino que recorremos no lo inventamos nosotros, con nuestros pensamientos y deseos? Valga la pena la aclaración que no vale acertar de modo tibio ni tampoco radical a esta estúpida pregunta, pero a veces la respuesta se queda en la reflexividad misma y se prefiere desechar. Decir que se lo dejamos al Destino que lo decida, es una forma de salir de la responsabilidad, pero es que hay otra cosa que se conoce en el argot popular como la “química”, no la de los elementos, sino esa de la que se hablaba en el recreo del colegio cuando algún compañero decía, “no se, pero no hay química entre los dos”, lo que en pocas palabras es un “caerse mal”, entonces hay es cuando la presión en el plexo solar se aumenta y viene el mensaje, que si hay un Destino, y no es una respuesta desacertada decir que las cosas pasan si este lo quiere o no, pero muchas veces cuando tal respuesta aparece, es que la voluntad teme por esa responsabilidad, y uno teme cuando le huye a algo que sabe que esta escrito en ese Destino, como le dijeron a Kun Fu panda tratar de evitar el propio camino.

Hace poco recibí una llamada de un muy viejo conocido mío, persona a la cual realmente desconozco, pero tenemos tanto en común que estamos calcados en la misma radiografía, somos los opuestos, es decir a donde trasluce el negro y viceversa, y eso somos, negro y transparencia, y hay espacios entre metidos en aquella radiografía, pues tampoco somos fotografía. Así que aquella persona con quien hemos intentado todas las posibles reacciones químicas posibles en la tabla periódica poníase rabioso por mi constante alusión al Destino después de un discurso que tenía un tono de “hay que cumplir con el deber”, salió a flote la estrategia B67 para no decir que si, y tampoco que no, cual deber? Me pregunte yo hacia dentro, sin decir nada porque no quería contradecirlo, pero se me escapo la evidencia de mi escapismo natural, “vamos a ver que quiere el Destino”, me gane una ligera vaciada corta por celular pero larga mentalmente, me llego por hondas telepáticas directamente al plexo solar, allí a donde se reciben los mensajes del mas allá y del mas acá.

Dentro del video humano diríamos que queda una cierta confrontación en el ambiente, pero como tal no es el que se cuenta en esta historia digamos que toda reacción química tiene su razón de ser y no es casualidad, así sea para fabricar una bomba o explotar un peo químico en clase de MM3, si señores por ahí es la cosa, y es un aviso, una reafirmación y un direccionamiento, el destino se labra con voluntad, el Destino se recorre con voluntad, de lo contrario nos perdemos lo mejor de toda la historia. Y como no está bien visto en el vademécum de la destineología ser testarudo y presumido, más vale atender a las señales del destino, que si llegan es por algo.

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