miércoles, 11 de mayo de 2011

La sabiduría de los mocos.

Alguna vez Alkalawi de las Cucunubainas se estaba sacando un moco frente a un espejo, y cuando lo vio estirarse desde su nariz hasta aproximadamente unos diez centímetros de su fosa, algo paso, que lo hizo preguntarse por un acontecimiento sucedido hace poco en las huestes de su reino. Resultase que dos amigos que eran muy amigos se dividían en cuestiones de creencias, el uno era un cristiano y el otro un animista, pero aun amigos. Alkalawi, con el moco entre sus dedos haciendo mojados circulitos, recordó a su tío Weber cuando le decía, “Alkalawi, en asuntos de religiones y símbolos, a donde los seres humanos depositan los principales referentes de significación que da sentido a sus creencias, y a donde diferentes fracciones de un mismo credo se unen, pueden volverse, de repente, en razones muy profundas de separaciones y rompimientos”, “como así?”, pregunto Alkalawi a su tío, “la humanidad te puede mostrar un sin número de ejemplos, llena de fracciones provenientes de diferentes interpretaciones de su simbología religiosa, la historia del cristianismo, el islamismo, el judaísmo, en fin, un minúsculo cambio simbólico puede ocasionar un cisma radical en el seno de una comunidad”. El moco estaba seco de lo mucho sobarlo con las yemas, y el desconcierto de Alkalawi frente al espejo mostraba que aun no sabía si tales complicadas palabras de su tio eran realmente un alivio satisfactorio a la pregunta que lo acechaba, pues en el fondo empezaba a sentir que lo mas cercano, se volvía lo mas lejano, que esos dos amigos podrían dejar de serlo, que lo que era vida para uno, era la muerte para el otro, no entendía ni un pito, y entonces pensó en ese momento: “será que me como el moco?”. Aun sin decidirlo sintió como su corazón se ablandaba y su mente se despejaba de todo prejuicio, vio de repente que la ignorancia humana es tanta, que no había objeto para creer en esas racionalidades de su tío Weber, la historia de los dos amigos podía tener un final diferente. Y entonces de la desesperanza saltó a la esperanza, abrió la ventana de su cuarto, dio una última ojeada al moquito de la mano y lo arrojo en una decidida decisión por aceptar las cosas de la vida, tal como eran y no como parecían, pues si de pareceres se fiaba jamás llegaría a obrar con justicia, y el juicio seria un simple capricho.

Muchos revoltijos de cosas pasaban por esos años en el reino de las Cucunubainas, las historias de la banalidad se mezclaban con las de la profundidad, explayando un bizarro mazacote que quien sabe por dónde cogería, pues lo que hoy se vivía de tal manera podría de pronto convertirse en otra, en tan solo el pestañear de una pestaña. Esas eran las ciencias que se canalizaban en los cursos de esta historia, y si en las huestes del no entiendo se conjugaban las peripecias del azar, y en otra película despertaba, para Alkalawi siempre era menester renunciar a los reinos de este mundo por obtener el de los cielos. Y a pesar de las muchas contradicciones que esto le traía, no podía ser consentidor de novelones hippies, ni de las iras de los burgueses, pues su historia no venía de esas manos. Una vez desertada la idea de comer mocos o de quedarse con el corazón endurecido, decidió llamar a los dos amigos, al cristiano y al animista, y con palabras un poco imprudentes los exhorto para que abandonaran la idea de creerse poseedores de una verdad, si tal gracia no venia de ellos sino de las huestes mismas de diosito lindo, quien si de gratis se los había dado, así mismo ellos debían entregarlo, y en discusiones inútiles no podían caer, pues este no era el espíritu de verdad, sino mas bien el de falsedad.

Hizose el mundo, creose la vida, se sacan los mocos y a donde van? Se miran los ojos y se medita profundo, se apacienta el pecho y se corre el riesgo de poder levitar, en que concluirán las destineadas mismas del destino, si es una historia de ángeles o de humanos que se ponen codazos, de pechos que hieren a otros y de afirmaciones perdidas en los anaqueles de la pretensión. En la prevención de mostrar, en la estrategia a la hora de decir, en la continencia de la verdad, y la gota a gota que enseña, por donde se sigan qué más da, pues Alkalawi en su reino esta, y que venga como venga no es cuestión suya escarbar el mas allá de lo que está más acá, sino dejarlo pasar y la libertad llamar, que el fin es el fin, y el comienzo el comienzo, de un cuento que se hizo desde el punto cero hasta infinito, venga como venga entre animistas y cristianos, no hay nada más que discutir pues de cuero y sangre son, espíritu e hijos del mismo creador, que mas da para Alkalawi que decirles, se cierra el caso y todos a comer mocos.

No hay comentarios: