sábado, 23 de enero de 2010

De donde se explica porque los hombres de negocios no saben mucho de negocios.

Dios no sabe acerca de errores, pero los hombres si lo saben. Que es exactamente lo que pasa cuando una persona entra a endeudarse bajo la promesa incumplida de que algún día pagará? Puede suceder que esa persona empieza a tomar más de lo que necesita y le es permitido para si, y entonces viene el exceso y el defecto en cadena, las cosas se esparcen y la cosa se va, en una trama de afectaciones en la cual pierden todos los que están alrededor. Y esto pasa por supuesto en una vida en la cual no se vive ni se le da devoción a la única fuente de vida: Dios. Entonces nadie cree en nada, y el endeudado no paga, y los afectados lo juzgan y lo rechazan y si lo pueden demandar lo demandan. Quien debe todo simula ser una persona holgada que lo tiene todo bajo control, pero por dentro le ruge la conciencia y el malestar de la intranquilidad de aquella voz que le dice y le repite que se está robando una plática. Lo mas áspero de la cosa es que lo sabe, y a esta altura no recapacita, no pone la cara y mas bien se esconde, hablando de grandes negocios y proyectos, porque será que la gente mas materialista es la que mas le cuesta vivir en un mundo material? El cristiano de corazón obra como Dios le dice, y sin importar de que se pueda privar primero sale de sus obligaciones con personas, al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios, y como es de paradójico esto, pues esos que se hacen lucir como grandes hombres de negocios y que se traen algo entremanos son los que menos traen la abundancia y mucho menos la paz que se siente cuando se le agradace a Dios por todo. Pero no, esas personas, se mantienen engreídas, viviendo por vivir, por ellos mismos y nadie mas, nada hay más allá de su ego. Y sufren y sufren, desean y no tienen, son los pobrecitos que además excluyen a la gente que no es de su condición, se creen gente bien y lo reafirman así por dentro sepan lo decadente de sus falacias. Esto que escribo lo escribo con pena, porque asi es mi familia, gracias a Dios no pertenezco a ella, a ninguna patria, cultura ni religión, soy un peregrino de este mundo que no se le debe a nada más que a la misma omnipotencia de Jesucristo. Recibir a Jesús en mi corazón ha sido mi tiquete de libertad del mundo porque asi sepa que estoy en el, sé que no soy de él, porque la fe me lleva como una pañuelo suave, acariciando cada paso de mi vida, enseñándome y reprendiéndome cuando fallo en mis acciones. Feliz y muy feliz, que feliz estoy.

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