martes, 23 de junio de 2015

.Encuentro refusdido.

Y como cosa muy graciosa se sucedió ayer un encuentro que tuvo como protagonista a un huevito y a otros personajes de las campiñas cotudas. Resultase, que estando en Leticia, en un lugar de bebidas y clásicos del Rock, disfrutábamos de una noche de pláticas con Victoria, Franci, Eliana, Alejandra y el Gato. “Una cerveza? Un mojito? Mejor una limonada, y sin azúcar por favor”. Se hablaba, y todo transcurría de manera normal y descomplicada.

Alejandra me pareció una persona especialmente interesante y divertida, sobre todo porque veía en ella un estilo bastante clownesco y dramático en sus expresiones. Cuando contaba una anécdota lo actuaba con expresiones, gusto que conecta con el performance que se devino y en el cual las especies parientes del árbol genealógico se encuentran durante la vida, y se saludan.

Alejandra nos contaba del concepto que los rayos cósmicos le traían al momento, lo describía con una palabra que de por si suena chistosa y misteriosa: la Lipotusa. Alejandra, especie proveniente de las faunas del Chiribiquete, contaba que en ese momento estaba viviendo una Lipotusa. Un término bastante interesante y que merecería especial reflexión. Una Lipo era como una liposucción, la lipo seguramente quiere decir grasa, tusa es como coloquialmente se le conoce en Colombia a la sensación que deja una separación de pareja.

Hablábamos sobre la lipotusa cuando sonó una canción cantada por el man de caifanes y cuya letra hablaba de un guey enamorado de una negra tomasa. El sabor de su ritmo fue el vehículo para que salieran de las carteras de Alejandra y el escribiente dos huevitos (o sea una maraca en forma de huevo). Para alguien que carga un huevito en la cartera es muy sorpresivo encontrar a otro que también lo hace, casualidad, topología? Ilógica, mayéutica o sintaxidad?, quien sabe, pero eso si, oculto.

Por alguna controvertida causa del destino Alejandra introdujo una explicación sobre una clase que había tenido sobre la mitosis y la meiosis. Mientras los explicaba, hacía unos ademanes con las manos y la cabeza bastante familiares para el escribiente, señalando cosa por cosa, y como se cambia de un estado a otro. La clase a la cual se refería Alejandra se trataba de la clase de biología de la profesora Olga Lucía en el colegio Refous, lugar que no puede pasar desapercibido para la historia de quienes alguna vez pasamos por sus campiñas.

Notablemente el elixir subió cuando nos enteramos que habíamos sido criados por la misma tribu, rebelde y aislada en las selvas de Cota, lugar escogido por la familia Jeangros para fundar un colegio, el Refous, un nombre que me atrae, pero no niego que también me confronta. Hay que hablar como se habla.

Llegaron a la mente personajes tan interesantes como el señor Guzmán, Catalina Jeangros y los 15 minutos de ejercicio y deporte en su clase de francés, y obviamente el number one de la comarca, Roland Jeangros, el genial, Mesié.

Prosiguiendo con la historia, naturalmente, se empezó un recorrido por nombres de profesores, algunos exalumnos que dictaban clase de matemáticas a los vagos y vagas que les daba mamera estudiar solos. Nos acordamos de Adolfo y Mario Salazar mentores de que muchos no genios sacaramos pechito y lograr graduarnos, o sea los milagros. La estructura del colegio es piramidal, es como un juego de eliminatorias en el que se pasa o se pierde, siendo la segunda la mas probable, una estrategia dura pero innegablemente efectiva para fines pedagógicos, una particular combinación de belleza y dureza como socios indisolubles.

Se recordaron anécdotas como el llegar al colegio con la máquina de escribir a clase de mecanografía, hacer agricultura, usar minicomputadores, estirar la lana, y el famoso onosemovesesalé jajaja, y un sin fin de recuerdos propios de un jardín donde el juego, la disciplina y el conocimiento adornan ese bello lugar de muchas plantas llamado el Refous.

No hay comentarios: