sábado, 2 de marzo de 2024

Hay mi patria

2008

Muchas palabras se escuchan, pero solo las simples permanecen. Qué difícil es decir cosas bonitas, qué fácil es maldecirlo todo. También se puede comentar sin mucho afectar, y eso también puede ser hermoso. Pero eso de insultar solo por insultar, eso tiene poco valor. En esta tierra, una extraña violencia nos arropa; a unos los conmueve, a otros los alienta. Lo cierto es que el fuego, que no sabe hacia dónde dirigirse, prende el noticiero y escucha lo que pasa. Niños, hombres y mujeres, nadie escapa de una pasión confundida con marcas de cerveza y fiestas para estúpidos.

Así es esta tierra bonita, o perdón, así es la gente de esta tierra. Al planeta solo le pusieron tierra repartida en forma de extensiones rodeadas de mar. No sé cómo llegó a ser esta especie, que se deslumbra con poco y agradece no morir en manos de su prójimo. Lo más chistoso es que se persignan como si estuvieran recorriendo un camino sagrado donde el sufrimiento habita y la esperanza no es más que un concepto del intelecto. Por eso creo que cantar y desafiar esas finas e invisibles huellas del rencor es una posible salida que erradique la envidia de aquí.

Un pueblo chico también alberga violencia pequeña, pero suficiente para cambiar el rumbo de una calle por otra quizás menos peligrosa, o por lo menos, más iluminada. Ahí está mi patria querida, cómo me das dolores de cabeza y no se diga de ese espasmo que produce sentir las bocas de tus habitantes hablar. Me pone nervioso existir, me da miedo contradecir. Aquí todo es tiranía de algún vivo que enreda con la lengua al otro. Y qué más da contar todo lo que siento aquí, si ni siquiera salgo de las murallas escondidas de la tierra más bendita del planeta, el Reino de Cucunubá

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