sábado, 10 de abril de 2010

Holocausto ratón

Eran las seis de la mañana cuando escuché las primeras noticias de algunos humanos del otro lado del pueblo, habían caído varios de nosotros, inmediatamente me monte al palo de guayaba a donde siempre me ha gustado recibir el atardecer, el mismo a donde tomo un baño de sol antes de salir a trabajar en alguna cocina. Esa mañana, en vez de recibir el sol con beneplácito, recordé las palabras de mi madre la noche anterior, me dijo que me quedara en la cueva porque la noche anterior había tenido una premonición, revelada en un sueño. Me dijo que vio en varias tasas pescados regados, con unas pepas rojas que iluminaban la comida, vio varios ratones borrachos celebrar de felicidad y un caballo dorado que se llevaba muchos de nosotros, entonces claro, siendo mi madre la jefa de la cueva me advirtió que no fuera a salir esa misma tarde, que si quería recibir el sol en mi palo de guayaba lo hiciera, pero que no fuera a comer nada que me encontrara en una cocina, entonces le hice caso, y esa noche me quede limpiándome la cola que se me había herido en una riña con una iguana, la acicalé con saliva, la limpie con mis dientes y me acosté a dormir. A eso de las cuatro de la mañana me levante y vi que mi padre no había vuelto, mis primos tampoco, y las camas de mis hermanos permanecían vacías. Que habrá pasado, me pregunté, salí entonces de la cueva y fue cuando me encontré el cuerpo de mi primo pancracio muerto en la entrada, asustado trate de despertar a mi madre, creyendo que ella estaba en su cama, pero no estaba, a pesar de su premonición ella salió esa noche, y por accidente comió del veneno que la noche del 15 de marzo de 2010 los humanos colocaron en sus casas para ocasionar el mayor holocausto ratón que se haya tenido noticia desde que tenemos memoria en la historia-ratón de Tarapacá.

A pesar de la luz del día que empezaba asomar corrí hasta al otro lado del pueblo, a la cueva de Firulais, a mi paso lo que vi esa mañana se ha quedado en mi mente y no he podido aun reponerme del golpe que sentí: Aviste un camino de ratones muertos, entre los cuales estaban los de mi camada, todos completicos, mi madre, mi padre, mis hermanos, sobrinos y tíos, todos, todos muertos. Desesperado grite y me arriesgue a caminar entre los pasos de los primeros trabajadores humanos de la mañana, pero por donde pasaba no encontraba a nadie, solo cadáveres esparcidos, la muerte nos había tocado esa vez, y como si fuéramos un defecto de la misma naturaleza intentaron eliminarnos. En el pasado ya conocíamos estas estrategias de los humanos para que nos alejáramos de sus cocinas, hicimos una cumbre y de ahí salió el primer comité de vegetarianismo ratón, el cual debía velar para que los otros se acogieran a su doctrina y evitar la ira humana que cuando se mezcla con lo mandado al instinto, puede ocasionar catástrofes como la que ocurrió esa noche en todas las casas del pueblo de Tarapacá. Finalmente en la calle que dirige al puerto, detrás de la casa del abuelo Churai estaba Graciela, la rata con mayor capacidad reproductiva de todas las camadas, respetada por su fortaleza y capacidad para abrir obstáculos con su mordida afilada sobre cualquier madera, incluso dicen, que un día abrió un balde de plástico a donde los humanos guardan una pócima adictiva que le dan a los niños y se llama bienestarina. Graciela estaba agonizando, me acerque a ella, la puse en posición de que pudiera hablarme y estas fueron sus últimas palabras:

“Bonifacio, no sé como paso, yo me acerque al fogón donde ardía la leña, ahí me encontré un pescado, rociado con fariña, mucha suerte la que creí tener cuando lo vi, me tire a comer, pensé en dejar al lomo a mis ultimas crías quienes dormían en la cueva, y entonces comí la cabeza, pronto sentí una angustia muy grande pues algo extraño estaba en mi cuerpo, salí corriendo por dos minutos, me empecé a hinchar, ya sabía que iba a morir, ahí salió el dueño de la casa, me vió y se rio de mi, con todo su odio, como si yo no fuera un ser vivo…debes huir de acá, lo más pronto posible, ve a la selva y busca a otro, cuéntales lo que pasó organiza un ejército vuelve al pueblo y…”

Hay fue cuando murió, no alcance a escuchar cual debía ser mi misión una vez encontrara a los demás en la selva, no sé si quería una amnistía con los humanos, una guerra a muerte o tan solo que me quedara a vivir alla con los de la selva, comiendo canangucho, cucarachas, lagartijas, y caimo. Pues bien, siendo yo el menos entendido en esas cosas de huir o contactar a otros, decidí esconderme en la primera casa que encontrara, y rezar porque haya sobrevivientes en algún lugar. Estuve en la casa del señor Flores alimentándome únicamente de frutas, evite toda la comida que me encontraba con facilidad intuyendo que tenía el veneno letal, pasaron tres días, cuatro días, seis días y hasta que se paso el mes, mi panza estaba ávida de un pedazo de pescado y ya no podía aguantar la tentación de verlo todas las noches al lado del fogón, puestico ahí como para ser devorado y saciar mi hambre, entonces esa noche decidí hacerlo, sin importar las consecuencias, las imágenes del holocausto permanecían en mi mente y no podía quitármelas, deprimido, desesperado, cansado de resistir y con un verano que me tenia mozarela. Asi que me acerque, y cuando fui a meterle el diente, una aruñada arrojo la porción lejos de mi, era la mano de Alejandra la rata de la base militar que había sobrevivido a cinco gatos y un perro cazador, se veía reluciente e inmediatamente se me puso encima y copulamos esa noche como Adán y Eva con la tarea de poblar nuevamente de ratones lo que había sido devastado. En fin, nos fuimos a vivir juntos al barrio contiguo del internado, a donde Alejandra se refugió durante el primer mes, después de mas meses nos dimos cuenta que éramos los únicos sobrevivientes y que debíamos copular la mayor cantidad de veces posible, en el momento tenemos 250 hijos y hemos vuelto a ocupar muchas de las cuevas que teníamos en el pasado, ya sabemos reconocer el veneno y abrimos el primer centro de yoga y autocontrol de ingesta de alimentos que atenten contra la vida de nuestra raza perseguida, pero a cada segundo mejorada de ratones biónicos e inmunes a los ataques humanos.

Este testimonio lo doy como prueba de nuestro sacrificio por sobrevivir y evolucionar como especies, hemos escuchado por parte de nuestros expertos que los humanos antes de ser más resistentes se están haciendo mas débiles, lo que acrecienta nuestra sostenibilidad como especie y nos da la promesa que ellos algún día serán destruidos y vendrá entonces el reinado perpetuo de los ratones.

Muchas gracias.

Ratón Bonifacio.

No hay comentarios: