viernes, 12 de diciembre de 2008

A mi compadre Erasmo allá en Rótterdam, hay hombeeeeeee!

A estas metitabundeces les encuentro una sensacioncilla que me agrada de sobre manera, aunque siempre tengo en cuenta no confundir el placer con la felicidad, por fácil que parezca la semejanza. A pesar de lo mucho bueno que se traspira de cuando el amor se vierte por las hendijas de mi cara, no con eso voy a decir que lo sagrado asoma cuando tal se siente. Dejando esto claro, y sin describir algo que aburra al lector, le hablare ahora de eso que llaman la locura, y es que no deja de ser para mi grato encontrar colegas que muchos años atrás dejaron para fortuna de nosotros, los locos, un legado escrito, filmado, o tan solo un recuerdo. Que tan injusta es la historia dejar a tantos locos por fuera de ella, o mas bien, que juicio tan estricto que no admite errores pues son pocos los locos que han podido entrar al Olimpo del reconocimiento universal. A mi compadre Erasmo, allá en Rótterdam, solo me queda por decirle, glad to meet you y hay hombe, si te hubiera conocido antes me hubiera ahorrado mas de un pensamiento inútil, de esos que hablan a favor de la letoquitis, o para que tu me entiendas de mejor manera, de los gramáticos. Mi país también esta lleno de gramáticos, pues descendemos de una cultura venida de Europa, la española, esta cultura, además de ser mucho lo jolgoriosa también es fanática de las formas y los modales, la nostalgia de no pertenecer mas a la península ibérica dejó en los criollos de estas tierras una frustrada identidad, pues con los indios no querían nada que no fuese su oro, o el sexo con las indias, esta raza de leguleyos y gramáticos, con además mala ortografía, no ha superado los cánones de la forma y se ha obstinado a abrir las puertas de un país que encanta en sus paisajes, y fascina con su gente.

Y es que no es por azar que he decidido vivir en un pequeño pueblo conocido como el reino de las cucunubainas, pues aquí a pesar de seguir adorando las formas y cortejas maneras de verse los unos a los otros, asoma con mayor juicio la verdad, cuando aparece doña anita con su cantina a comprar un litrico de leche, cuando llegan los burros cargados de cantinas y cuando se reciben insultos, que aunque oprobiosos, traen un mensaje de camaradería y amabilidad, este pequeño pueblo, que he nombrado reino (y que tengo planes de separarlo de la nación), es un pedacito de tierra a salvo de los males que acosan la falta de locura, y lo mucho de cordura. Si echamos una miradita a las destartaladas calles de la capital, vemos que hace su aparición en la cabeza de los caballeros un estilo chula militar, o mas bien para, todos tienen cara de vivir enojados con algo, con la vida, la suerte, los políticos, los ladrones, el fútbol, cualquier cosa puede aparecer en las entrañas del odio que consume esta ciudad a la cual con tanto cariño la recuerdo, pues allá también vi mucho de libertad.

No se cuantas clases de locuras puedan haber en esta vida, pero la mía es una especie de locura ocurrida tras una serie de golpes en la cabeza, que desde mi infancia, hasta ahora, han acompañado mi transcurrir por el planeta, esta secuencia indefinida de golpes en algún momento alcanzó la medula dorsal, hay donde el encéfalo se junta con la corteza cerebral y se transmiten las neuronas de la sensación vergonzosa y el pudor, ese pedacito, que funciona a una frecuencia de 3.85 pulsaciones en una persona normal, en mi funciona a 1.1, lo que quiere decir, que las ordenes que emite mi cerebro y la reacción de mi cuerpo, se da en mas del doble del tiempo que en una persona normal. Pero no todo suena a lentitud, porque actuando lento se da uno cuenta que no hace falta llegar primero para disfrutar de cada uno de los momentos de la vida, y si no me creen a mi pregúntenselo al Pibe Valderrama, que jugaba fútbol caminando y viendo el partido.

La locura es algo tan escaso en este mundo que no se cuantos de nosotros habrán sucumbido a la confusión que produce la letoquitis en cualquiera de sus formas históricas, es como un cáncer que lo quiere devorar todo, pero lo que no sabe esta es que la victoria de la no letoquitis para la especie humana ya esta asegurada, el Amor, Dios, Jesús, La Mozzarella, Quetzacoalt, Bachué y Patacas son nuestros aliados y en ningún momento dejan solo a quienes por razones congénitas a la divinidad, hemos decidido vivir en una lucha frontal y sin cuartel. Esa letoquitis es la que ha hecho de Bogota una pasarela de vestidos postizos oscuros, tacón de punta, maquillaje desvanecido en tonos rosas y púrpuras, paseándose por los destartalados andenes de la capital, tal desfile mas produce risa que cualquier otra cosa, pues esta gente, amante de las actitudes apostilladas y la doble moral, realmente están llevando a cabo un papel de convencimiento hacia los otros de que sus maneras son las legitimas, y que por eso, merecen ese puestito de oficina que se ganan día a día, limpiándose las uñas y echándose gomina.

Dejame hablarte ahora mi estimado Erasmo, que todas estas subespecies taxonómicas de la especie humana se encuentran ahora regadas como tempera por la faz de la tierra, es increíble verlo en la burguesía ascendente, la cual, independiente del país en que se encuentra, mantiene para si los mismos cánones de apreciación y tendencias de consumo, haciendo ver lo inútil como necesario y lo útil como obvio, pues esta clase, despojada en apariencia del sentido de necesidad, se preocupa mas por consumar su vida en una forma de vitrina, haciendo de su atuendo, sus hogares, restaurantes, clubes y diferentes espacios, bellos arquetipos de la armonía, es un uso desmedido, que para algunos no interesados en la democratización de las formas legitimas, no son mas que vulgarizaciones de lo que ya no es exclusivo de la aristocracia, la cual, para salvaguardar sus títulos de nobleza ha venido a ocupar puestos mas filántropos y artísticos, alejándose de todo tipo de lugar que lo homogenice o lo encuentre con lo similar. En fin, el zoológico es muy grande, y realmente pone a pensar en los procesos históricos que están cada vez más homogeneizando el mundo y escondiendo la Estulticia en el patio trasero, tratando ilusoriamente velar lo que por naturaleza divina nos ha sido conferido desde la eternidad.

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