viernes, 12 de diciembre de 2008

A= {XcY| X es un niño, ʎ, Y es una botella}

De conjuros y alquimistas fue apareciendo todo sobre la tierra, los que trenificaban elementos comunes se juntaron con los que preferían los complejos, la repetición de los números opuestos y la multiplicación en planos ondulados dibujó este paisaje que veo yo aquí adentro. Las montañas se tejen una a otra dándose vida mutua y sin preguntarse, la de las rocas presta un aire gris, mientras la montaña acuática lava el verde follaje. De cuando se pinto todo esto crecían en las hojas coniformes rasgos típicos de los aborígenes de esta tierra, la madera era rancia y húmeda y no permitía su uso para la construcción de casas, entonces se optó por la paja con estiércol, con el que se levantaron los más firmes muros. Pasando el ojo por la parte suprema del orden perfecto del paisaje, encontramos un cielo que raras veces esta nublado o completamente azul, su color favorito es el naranja y los tonos violetas que adornan en las noches, la luna, en cambio de otros ordenes, no sale para alumbrar, sino para callar a los despiertos pues aquí dormir no es cuestión de gusto, sino de decencia. A este paisaje que tengo al frente alguna vez trate de echarle un color verde y la profesora me regañó porque ese verde no salía de mi mano, entonces cogí con rabia el amarillo y el azul, los eché y medio mezcle con la brocha dura que al vecino le había sobrado, lo pringué todo con puntitos, estallando en una especie de ira creativa, juntando a la sin razón con la belleza, al odio con lo hermoso. Y entonces, el paisaje que se había dibujado inicialmente con hojas coniformes se hizo ahora puntiagudo y caótico, no existía trazo recto, ni curvo ni ondulado, todo develaba un extraño orden, misterioso y adictivo. Tocaron la campana, y de repente, todos se esfumaron de la torre central del paisaje, creíase en los viejos tiempos que cuando las campanas sonaban todos iban adentro de la torre para cuidarse de las bombas que arrojaban los aviones, en este orden, en cambio de alojarse, todos salen desalojados y hasta el que se quiera quedar tiene que vérselas con la brocha dura del vecino, quien muy seguramente la preferirá para su próximo dibujo, pues el loco de al lado se ha fajado en una muestra de libertad pictórica puntiaguda, rebelde y muy compleja. Si sacamos el ojo un poco mas, hay a donde el vidrio se dilata y la imagen se borra, podemos ver la forma más completa, es una botella, adonde habitan niños que corren por las hendijas, sobre la que procuran salir pero resbalan, y cuando lo logran, tan solo entran en otra botella. Los elementos complejos se hacen cada vez mas elementales, y la trenificación con los elementales es un juego evidente para retrasados mentales, como corren los niños tras ese campanario, escuchan bombas y juegan a las escopetas, dibujan con puntitos y alaban al dios lápiz, al que pintan coniforme como los aborígenes de esta tierra, que gracioso es todo ahora cuando olvidamos los detalles y nos concentramos en la lógica, entendemos lo que hizo el niño que compró la brocha y la endureció, como el que la usó en dibujos puntiagudos, todo tiene que ver con todo diría a esto un amigo mío, todo es un tejido teatrudo, nada cuerdo por supuesto.
Ves la botella que esta ahí, con la torre y los niños adorando el lápiz? Al lado hay otra, la forma es casi igual, tan solo cambia lo coniforme por lo lanceolado, en esta los niños adoran al color azul, los niños se cascan unos con otros y las niñas ofrecen flores a los profesores pa’pasarlas, se dice que una vez pasaron los de la botella de al lado y se dieron con la de los lanceoladas, por cosas así como de bombas que cayeron y equivocaron su destino, repitiendo esa historia que tu ya sabes, cuando se le pega a alguien y se justifica porque, o cuando caemos enfermos de aburrición, y para excusarla, aparece la garganta con un dolorcillo que tan solo esconde el miedo que se apodera cuando a la nada hemos vuelto. Así es que se vive entre botellas, adonde pasa lo mismo que cualquier mundo: paz, guerra y locura. Si ves una cierta continuidad entre la función coniforme y la lanceolada fácilmente puedes adivinar cual es la que sigue, a ver, te dejo cinco minutos para que lo pienses, si es que acaso es necesario pensar algo tan elemental. Una pista? Bien, teníamos antes cuatro elementos complejos, los trenificamos con un número indefinido de números simples, le añadimos 25 puntos y dos plaquetas de platino, seguramente ya verás, como un pedazo de vidrio levanta la imagen y refleja las curvas de lo que ahora nos rodea y quema la retina, es el vidrio que no alcanzamos a ver pero es del cual hacemos parte, allá esta un borrador ofrecido en sacrificio a ese otro dios, y también hay niños que pelean por las niñas, mira como todo lo que soñamos hace un tiempo era el mismo reflejo de aquello que observábamos, y el cual, seguramente algún otro observa en este momento, describiendo estas letras y estos momentos de confusión como su cuento, creyendo no ser parte de la botella que lo recubre y desconociendo ese otro que lo describe. Es fácil vernos enfrascados en burbujas de planos, rectas y funciones que describen en fina matemática todo lo que vivimos, pero yo te digo de todo corazón que ninguna actitud y ninguna descripción esta contemplada en la esperanza de siempre saber que somos libres de toda botella.

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