viernes, 12 de diciembre de 2008

Del encuentro con Don Manuel Marroquín y el rescate del proyecto Huerta el Tejar.

Viajé entonces por lo alto de las montañas, y en la subida, encontré un señor que subía del pueblo con un auxilio de la Gobernación que consistía en unos pesitos y un mercadito, sucedió entonces que caminamos cuesta arriba y hablamos de tanta cosa chévere que mejor dicho…, quedamos siendo amigos. Por allá alto en la vereda se ve el valle de Ubaté con sus colores verdes, unos claritos y otros oscuros, el venido a menos espejo de la laguna de Cucunubá y las crestas rocosas de las montañas que parecen dinosaurios. Merodeando por allá, pregunté al cielo que me llevaba a esas alturas, porque me hacia tan contento y como vencería la letoquitis que me invade, entonces sucede que el cielo se abrió y bajaron de las nubes una serie de mariposas azules como las de Queensland, acompañadas de mariposas amarillas, volaron sobre mi todo el recorrido de vuelta mientras yo trataba de sacudir una indecisión necesaria para llegar a la decisión. Llegue entonces al pueblo, abrí la puerta de la casa y empecé a escribir estas líneas, y así tratar de esclarecer lo que allá arriba había ocurrido. Don Manuel Marroquín tiene alrededor de sesenta años, nació en Cucunubá y vive en la misma vereda donde nació, tiene un hijo que trabaja en las minas, su esposa murió y vive solo, en la parte alta del camino me decía él que nunca se hubiese imaginado que yo lo fuese acompañar, como nos reímos, hablamos de todo, él es muy devoto, ya no baja a misa tanto como antes porque no tiene la misma agilidad para subir y bajar, el colectivo le queda un poco retirado de su casa y se siente cansado. En su finca no ha podido cultivar ya desde hace años, cuenta que antes tenía habas, arvejas y otras cosas, “ya los jóvenes solo quieren trabajar en las minas” me dice. El campo esta sin sembrar, por eso la vida es cara, porque lo único que se consigue proviene de la tienda, de donde llegan vegetales cultivados extensamente, seguramente muchos de ellos rociados con herbicidas y esas cosas. Las mariposas azules dicen que solo se ven en Queensland Australia, pero yo las vi ese día en Cucunubá, mientras meditaba en como lograr que los prados de los campesinos se llenen de verduras, frutas y animales, no necesariamente para vender sino principalmente para el autoconsumo, así su vida será mas barata, sabrosa y llena de vida. Rebuscando en los confines de los viejos escritos un eslabón que se juntara con los hechos ocurridos durante la tarde, encontré en un rinconcito de la carpeta de Clowning adonde he guardado mis escritos desde hace unos años para acá, un archivo titulado Huerta el Tejar, lo escribí una tarde del año 2004 pensando desesperadamente una estrategia que sacara de la letoquitis y de la desgracia a la gente de esta tierra, pensaba yo en ese entonces muy románticamente, mas de lo que lo hago ahora, veía que la recuperación del vinculo con la tierra era la única salida para agarrarse a lo que se viene, la tierra trae la comida, la vida y la cultura, entonces escribí esto que se presenta a continuación:

“HUERTA EL TEJAR

La agricultura como vinculo con la vida.

La Huerta el Tejar se plantea con el objeto de involucrar a la comunidad campesina y demás personas, sin importar su procedencia, a que resignifiquen sus relaciones con la naturaleza, y cuestionen los valores que la sociedad establecida promulga como necesarios, de esta manera, se busca con este proyecto lograr un cambio de mentalidades que pongan en una perspectiva distinta a las relaciones humanas, no solo como consumidores y engranajes de un sistema, sino destacar la importancia de la libertad en todo el sentido de la palabra, y como afrontar los inconvenientes que diariamente coartan el ‘pensar la libertad.’
La agricultura será tomada desde cuatro ejes temáticos que se desarrollaran con el fin de promover la universalización y especialización del conocimiento, desde tres ejes disciplinarios se trabajará y se promoverá la investigación que se inserte dentro de los valores democráticos comulgados por la libertad del conocimiento, y el rechazo a todo tipo de pensamiento que coarte la libertad del espíritu y de la razón.
La Huerta el Tejar será un espacio de construcción y sensibilización de los problemas que persiguen incanzablemente a la sociedad y que hoy en día se manifiestan desde distinta perspectivas como la problemática ambiental y la guerra. Vale la pena aclarar que con lineamiento a los valores democráticos del proyecto el trabajo académico no es requisito para valorar el conocimiento, es mas, este proyecto tiene como objetivo principal involucrar la universalización del conocimiento y rechazar toda imposición del academicismo universitario y profesional, decir lo mismo que se dice entre la comunidad académica es no avanzar en la comprensión de la diferencia y es resistir al reconocimiento del otro como portador de un mundo distinto, digno de ser entendido. El universitario involucrado debe serlo como su palabra lo indica: universal.
Mi idea es huir de todos lo prejuicios que invaden las cabezas de todos los seres humanos, si de algún supuesto debo partir, dado que no existe pensamiento sin supuesto, es que los hombres debemos dar la medida justa a las limitaciones de la cultura, de las costumbres, de las diferencias y aprender a aceptar al hombre como parte de la naturaleza que se hace de su misma carne, y que solo, en el derrocamiento interno de lo que lo hace cada vez mas esclavo de otro, es posible su reafirmación como vida salida de la Madre Tierra.
La discusión y la contradicción se debe buscar hasta en el plano religioso donde es necesario involucrar el pensamiento teológico en la búsqueda de este camino. Aquí debe haber Utopía todo el tiempo los problemas letoquíticos se resuelven mediante la búsqueda, pero si algo es seguro y con esto creo que muchos deben estar de acuerdo, es que la gasolina de este proyecto no saldrá del dinero, ni del tiempo, ni de la voluntad política aquí solo se requiere Fe, lo demás se busca en este mundo.
La resignificación de los valores no significa encontrar en la practica de la agricultura unos nuevos valores estáticos y específicos, la búsqueda de la razón y el camino inalcanzable del pensamiento, solo se logra mediante una marcha inalcanzable donde el pensamiento avanza en un frente difuso y consciente de si mismo y solo mediante su reconocimiento es posible de aprehender los valores cambiantes y la búsqueda de la verdad.” (2004, Editorial Aurelio Gallo)

Sin importar que tanto pueda haber cambiado las ideas a cerca de la libertad y de pensar la libertad, el grueso fundamental del escrito me convence cuatro años después, y lo hallo aun mas pertinente para darle remedio a esa desgracia injustificada que desde la conquista, los descendientes de los indígenas, ahora llamados campesinos, padecen diariamente.

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